Sir Edward Young, el otro «jefe» del Palacio de Buckingham
El secretario privado de la Reina es el cerebro detrás de la actividad e imagen de la Corona en unos tiempos atribulados
De la vistosidad de la Corte británica depende gran parte de su reputación: las masas aprecian el despliegue de uniformes, carruajes y demás diademas, que asocian a una representación simbólica necesaria para que la Corona preserve su singularidad respecto al resto de las instituciones.
El diseño y gestión de la pompa corre a cargo del Lord Chambelán, jefe de la Corte y miembro de la Cámara Alta; pero su dosificación política es materia de la persona que más manda en esa Corte y, al mismo tiempo, una de las menos visibles.
Es el secretario privado de la Soberana, su jefe de Gabinete. El cargo, instituido a principios del siglo XIX, lo desempeña desde 2017 sir Edward Young, de 56 años.
Este antiguo ejecutivo de la Barclays supervisa las relaciones con los gobiernos –el británico y los de los países donde Isabel II sigue reinando– y el resto de las instituciones, controla el departamento de Seguridad y los Archivos –almacenados en el Castillo de Windsor–, da su visto bueno a la agenda más política de la Reina. Sobre todo, la asesora para asegurar el buen funcionamiento de la Institución monárquica.
Lo menos que se puede decir es que su lustro en el puesto de mando del palacio de Buckingham ha sido atribulado. Empezando por las circunstancias de su llegada: el mandato de su antecesor, sir Christopher Geidt, tenía que haber durado, como mínimo, hasta 2023, fecha de su sexagésimo cumpleaños, edad preceptiva, en principio, de su jubilación.
Más, los príncipes Carlos y Andrés, por una vez de acuerdo, se plantaron ante su madre y forzaron el relevo de Geidt. El duque de York, por ejemplo, le achacaba su cese como Representante del Reino Unido para Comercio e Inversión, su (entonces) principal ocupación oficial.
Defenestrado Geidt, el puesto pasó a su adjunto, Young, pues la Reina, recelosa de los cambios estruendosos, también suele aplicar un orden sucesorio a su propio Gabinete.
De ahí que haya incumbido a Young pilotar la llegada de Boris Johnson al número 10 de Downing Street, el papel de Isabel II como referente moral en un país convulsionado por el Brexit, las visitas reales a una Escocia en la que el independentismo persiste o la proclamación de la República en Barbados. Tareas, todas ellas, que Young ha ejecutado con destreza.
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Unos reproches que Isabel II ha ignorado: en diciembre de 2019, apenas un mes después de la fatídica entrevista televisiva, hizo a Young Knight Commander –equivalente de la encomienda con placa en España– de la Orden Real Victoriana, lo que hace del agraciado un nuevo caballero, Sir en inglés. Tal vez le eleve a Gran Cruz dentro de unos días con motivo de la tradicional tanda de condecoraciones del cumpleaños de la Reina, que oficialmente se celebra en junio.
Pero antes el secretario privado tendrá que administrar sin derecho a equivocarse las celebraciones del Jubileo de Platina. De momento suya es la idea que en la famosa escena del balcón solo vayan a aparecer los «working royals», es decir los miembros de la Familia Real que desempeñan funciones oficiales. Una forma sutil de quitarse de en medio a York y a los Sussex; y un acierto en un país que ha entrado en una regencia de hecho.