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Liz Truss y su ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng

Liz Truss y su ministro de Hacienda, Kwasi KwartengEfe

Reino Unido

El errático rumbo de Gobierno de Liz Truss pone a los 'tories' al borde del precipicio

Los «errores no forzados» y el cambio de hoja de ruta de la primera ministra y del titular de Hacienda colocan a los conservadores en la diana de las críticas

Los tories ya no son lo que eran y Liz Truss, por más que juegue con esa pose, no tienen ningún parecido con Margaret Thatcher. La primera ministra británica, a diferencia de lo que fue la Dama de Hierro, parece no conocer qué terreno pisa ni cuál quiere pisar.

En menos de 24 horas ha pasado de garantizar su plan de rebaja de impuestos a desterrarlo. Todo ello, después de insistir en que era adecuado y lo mantendría.

Los conservadores van en caída libre en las encuestas de popularidad y en la ejecución de un plan de gobierno que se les escurre entre las manos.

El domingo la sucesora de Boris Johnson entonó el mea culpa por, según dijo, no haber sabido explicar en qué consistía ese llamado «mini presupuesto» que ha provocado la reacción atónita del FMI y desatado una ola de críticas dentro y fuera de sus filas.

Aún más, su decisión dejó a los pies de los caballos del ridículo a Kwasi Kwarteng, su elegido para tomar las riendas de la desnortada Cartera de Hacienda que ayer lunes salió a dar marcha atrás por orden de su jefa

El discurso en Birmingham de Liz Truss, de por sí, resultaba sorprendente. En apariencia feliz con el congreso anual pese a estar todavía las espaldas en alto en las filas tories, la primera ministra reivindicaba una medida que ha sido blanco de ataque desde todos los flancos. Entre otros, de los organismos financieros internacionales, con acuse de recibo en los mercados y un amago de tsunami del amplio arco político parlamentario.

Reino Unido ya ha pagado un precio demasiado alto con la depreciación de su moneda y el batacazo de los bonos británicos que alcanzaron valores similares a los de la crisis del 2008

No sólo la oposición arremetió contra una medida que ha puesto al Reino Unido en la picota, a las tres semanas de que ella aterrizara en el 10 de Downing Street. En el partido conservador se alzaron las voces en contra de una medida considerada populista e inoportuna por la que Reino Unido ya ha pagado un precio demasiado alto con la depreciación de su moneda y el batacazo de los bonos británicos que alcanzaron valores similares a los de la crisis del 2008.

El domingo Truss entonó el mea culpa por los problemas de comunicación pero ratificó el plan de supresión del 45 por ciento del impuesto a las grandes rentas. Esta mañana del lunes, Kwarteng, con cara de: yo no he sido, anunció la abolición del mismo.

En un tuit escribió: «Entendemos, hemos escuchado». El ministro justificó de este modo la rectificación del impuesto que se iba a aplicar a las rentas de 150.000 libras o más.

Este asunto, añadió, «se ha convertido en una distracción de nuestra misión principal que es abordar los desafíos que enfrenta nuestro país».

Asumido en apariencia el error sorprendió a todos cuando le preguntaron en un programa de la BBC y negó la mayor: «No reconozco en absoluto eso (haberse equivocado con la medida). Actuamos contra reloj, había que adoptar decisiones urgentes y rápidas». Dicho esto, remató: «estoy convencido de que nuestro plan era el correcto».

Servido en bandeja una nueva avalancha de críticas, el Gobierno no para de encajar los golpes que auguran una gestión más compleja para Truss y quién sabe si breve.

Rachel Reeves, ministra de Hacienda en la sombra del Partido Laborista, lamentó que gobierno haya «destruido su credibilidad económica y dañado la confianza en la economía británica»

Rachel Reeves, ministra de Hacienda en la sombra del Partido Laborista, según recoge The Guardian, lamentó que gobierno haya «destruido su credibilidad económica y dañado la confianza en la economía británica». A renglón seguido advirtió: «Los conservadores deben revertir toda su estrategia económica y desacreditada».

Ed Davey, líder de los liberales demócratas, fue más duro: «Este humillante cambio de rumbo llega demasiado tarde para los millones que ven cómo se disparan sus tasas hipotecarias debido a este presupuesto fallido

Ed Davey, líder de los liberales demócratas, fue más duro: «Este humillante cambio de rumbo llega demasiado tarde para los millones que ven cómo se disparan sus tasas hipotecarias debido a este presupuesto fallido. Los conservadores ahora deben cancelar su conferencia y llamar al Parlamento, para solucionar este lío por el bien del país».

Grant Shapps, exsecretario de transporte, usó una columna en The Times para señalar: «Este no es el momento de hacer grandes regalos a quienes menos los necesitan» porque «cuando hay dolor, el dolor debe ser compartido».

«Esta abolición repentina de la tasa más alta, –añadió– agravada por la falta de comunicación que reconoció la primera ministra, es un error no forzado que está dañando la credibilidad económica del gobierno». Dicho de otro, la imagen y reputación de un Reino Unido que vive sus horas más bajas.

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