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Fotomontaje de Putin y Zelenski

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Un año de guerra en Ucrania

Balance de una guerra y escenarios posibles para el segundo año de combate

Una decisión de China de ayudar más directamente a Moscú, podría cambiar drásticamente el panorama mundial. Tras un año de guerra en Ucrania el resultado no está decidido

¿Si no se hubiesen precipitado las cosas entre Prusia e Inglaterra podría haberse frenado la Gran Guerra? ¿Si alguna batalla en el norte de Francia hubiese transcurrido de forma distinta entre agosto y septiembre de 1914, Alemania podría haber ganado rápidamente?

Si el Kaiser Guillermo no hubiera reanudado la guerra submarina, a principios de 1917, y Estados Unidos no hubiese entrado en la guerra, con una Rusia debilitada por la revolución, una Francia exhausta y un Reino Unido casi insolvente, ¿podrían haber vencido Alemania?

Eso por no hablar de lo que estuvo en juego durante la Segunda Guerra Mundial. En retrospectiva, los riesgos que asumió Churchill al principio de la contienda, enfrentándose a Hitler, eran imprevisibles. La victoria de los Aliados no parecía probable en aquel momento.

Las estrategias audaces permitieron a Alemania invadir Europa y a Japón tomar gran parte del Pacífico. A principios de 1942, el Eje podría haber cortado las líneas de suministro de los Aliados con operaciones coordinadas en Oriente Medio y el Océano Índico. El Eje perdió su oportunidad y Alemania y Japón fueron finalmente vencidos.

De no haber sido así habríamos vivido en una situación parecida a la planteada por Philip K. Dick en El hombre en el castillo. Lo cierto es que lo que no ha sido historia no puede ser historiable, es mera ficción. Sin embargo, la contingencia y el azar ofrecieron, a veces, un margen pequeño para que la victoria cayese de un lado u otro.

Hace un año, muchos analistas no esperaban que ahora mismo existiera una Ucrania independiente. Cuando Putin invadió el país en febrero de 2022, preveían una rápida operación de toma de la capital y otras ciudades importantes, la decapitación del gobierno ucraniano y la destrucción de la capacidad de resistencia del país.

La expectativa, en el Kremlin y también en Washington, era que Kiev caería en cuestión de días y que la resistencia convencional cesaría poco después

La expectativa, en el Kremlin y también en Washington, era que Kiev caería en cuestión de días y que la resistencia convencional cesaría poco después. Moscú controlaría entonces la mayor parte del país, dando lugar a una insurgencia ucraniana a largo plazo.

Algunos analistas occidentales ya miraban, más allá de la guerra, las ramificaciones de una derrota ucraniana. Se especuló mucho sobre como sostener y armar, desde Occidente, a una resistencia ucraniana para que desde dentro se fuese minando lo que estableciese la Federación Rusa, al modo que lo hizo la resistencia francesa respecto a la ocupación nazi.

Tal vez los países bálticos, gracias a su alianza con Washington habrían opuesto resistencia. Pero una OTAN desprevenida y sin apenas capacidad de una intervención rápida se habría enfrentado a una brecha en todo su frente oriental. A través de Bielorrusia y Ucrania, Rusia podría haber unido su avanzada militar en el Báltico cercando a Letonia, Lituania y Polonia.

Escenarios que no se dieron

Los costes y dificultades de defender a los aliados se habrían multiplicado ofreciendo una gran ventaja a Rusia. Finlandia y Suecia se habrían visto seriamente amenazados y su posibilidad de ingreso en la OTAN habría sido mucho más polémico. Un nuevo Eje se habría alzado y con una victoria rusa habría dado a la alianza Moscú-Pekín un impulso geopolítico significativo.

Unos Estados Unidos sobrecargados se habrían enfrentado a rivales militarmente ascendentes tanto en Europa como en Asia. El éxito de la agresión podría haber provocado un mayor aumento del gasto militar por las asustadas democracias de Europa, pero en una posición más débil que la que ocupan ahora.

Muchos observadores, hace una año, habían sobrestimado el poder militar de Rusia y subestimado la voluntad y capacidad de lucha de Ucrania

Lo dicho hasta ahora no dejan de ser hipótesis, pero, afortunadamente para Ucrania y Occidente, muchos observadores, hace una año, habían sobrestimado el poder militar de Rusia y subestimado la voluntad y capacidad de lucha de Ucrania.

También estaba en duda la capacidad de Europa de desprenderse de sus alianzas con Moscú, principalmente por la gran dependencia energética. Hasta ese momento, Estados Unidos y sus aliados europeos sólo habían dado a Ucrania un respaldo modesto y vacilante tras las anteriores invasiones rusas, en 2014 y 2015.

De cualquier modo, las guerra están moldeadas por acontecimientos difíciles de prever. Tras una año de conflicto la trayectoria sigue siendo incierta y el aumento de escalada aumenta los riesgos.

A medida que Rusia movilice más recursos económicos y militares aumentará el coste para ayudar a Kiev. La decisión de la OTAN de suministrar carros de combate presagia la necesidad de aportar otras capacidades ofensivas como misiles de mayor alcance o aviones de combate de cuarta generación, en los próximos meses.

Existen otros escenarios, como una decisión China de ayudar más directamente a Moscú, que podrían cambiar drásticamente el panorama mundial. Tras un año de guerra en Ucrania el resultado no está decidido y el orden mundial es cada vez más frágil.

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