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Istanbul (Turkey), 14/05/2023.- Turkish President Erdogan greets his supporters before he votes for the general elections, at a polling stsation in Istanbul, Turkey, 14 May 2023, as the country holds simultaneous parliamentary and presidential elections. (Elecciones, Turquía, Estanbul) EFE/EPA/ERDEM SAHIN

Erdogan no sueña con despedirse del poder en TurquíaEFE

Turquía

Erdogan acaricia su reelección en la segunda vuelta contra Kiliçdaroglu

El socialdemócrata no tira la toalla y se plantea una campaña a todo o nada contra el sultán turco que derrotó a los sondeos

Las segundas vueltas electorales se interpretan en la mayoría de las ocasiones como un partido nuevo. En el caso de Turquía no parece que vaya a ser así.

La mayoría de los analistas quedaron sorprendidos con la victoria, no prevista por los sondeos, de Erdogan y ahora, anticipan que el hombre que lleva 20 años en el poder, tendrá el camino despejado para revalidar un título que podría tratar de convertir, con sibilinas medidas, en perpetuo sin que le puedan acusar de dictador.

«Es probable que el presidente se aproveche de su fuerte índice de aprobación, su sorpresiva victoria en el Parlamento y la ventaja que le supone su cargo para asegurarse una reelección», asegura Emre Peker, de la consultora Eurasia Group, según recoge Afp.

Sin duda eso forma parte de la estrategia de campaña de estas dos próximas semanas, pero aún así una pregunta busca respuesta. ¿Cómo se explica que Erdogan diera ese golpe de mano en las urnas? Una vez más la reputación de los sondeos se desplomó aunque la oposición denunció un recuento que servía en bandeja la sospecha de que una mano negra podía estar interviniendo en el escrutinio.

Los resultados a ralentí en las zonas donde Kiliçdaroglu tenía sus mejores dígitos encendieron las luces de alarma de la oposición que salió a denunciarlo rauda, pero con el correr de las horas los aceptó. De este modo se evitaron turbulencias o altercados en las calles que emponzoñaran un proceso que, finalmente, nadie ha puesto en tela de juicio.

El analista de riesgos económicos Anthony Skinner justifica el patinazo de los sondeos en la dificultad que genera medir la opinión pública en un país de 85 millones de habitantes muy polarizado, por no hablar de partido en dos.

El voto vergüenza

La calma en la población sugiere que el voto vergüenza, aquel que no se confiesa por temor a que el encuestador frunza el ceño al escuchar la respuesta, fue posiblemente el que distorsionó los estudios demoscópicos. No es la primera vez que ocurre ni, probablemente, será la última. En Turquía y en aquellos países donde exista un candidato autoritario, revolucionario, a la derecha de la derecha o antisistema.

Cuesta trabajo entender que Erdogan, de 69 años, se impusiera a Kiliçdaroglu, pese a la grave crisis económica que padece Turquía. Aún más, que lo lograra aunque su gestión del terremoto fuera un desastre y destapara la corrupción enterrada en la construcción de viviendas que no cumplían los requisitos legales para evitar su desplome como un castillo de arena. La muerte de 50.000 personas, aún así, no le ha pasado factura en las urnas al sultán que hizo magia en un electorado, finalmente, conservador.

Su agrupación, AKP conserva además el control del Parlamento gracias a su alianza con los ultranacionalistas. El detalle no es menor a juicio del economista especializado en mercados emergentes Timothy Ash. «Tiene la fórmula mágica en estas ocasiones para ganarse (...) a los nacionalistas, a los socialmente conservadores y a los musulmanes», reflexionó en una columna que recogió Afp.

Kiliçdaroglu, de 74 años, ha tenido que resignarse a una derrota que le hizo soñar que podía ser victoria, pero no tira la toalla. Él, sí está dispuesto a disputar esta segunda parte como si se tratara de un partido nuevo y para él, dada su edad, posiblemente el último.

«No desesperen», le dijo a sus simpatizantes. «Nos levantaremos y ganaremos estas elecciones juntos», proclamó animoso.

Menos optimistas se mostraron los mercados que, a tenor de su reacción, (la lira se desplomó y la bolsa empezó la semana a la baja) apostaban por un cambio que desterrara las políticas económicas poco ortodoxas del incombustible Erdogan. «Creemos que Turquía está en un alto riesgo de que aumente su inestabilidad macroeconómica», sentenció el gabinete Capital Economics.

Buena parte de los analistas creen que a Kiliçdaroglu y su alianza les será difícil ganarle terreno a Erdogan en las próximas dos semanas. Entre las razones que sostienen destacan «cuestiones de identidad, terrorismo y seguridad». A la hora de la verdad, esas preocupaciones pesaron más que el enorme agujero en el bolsillo de los votantes o la carencia de libertades en un país que sueña con ser, de pleno derecho, uno más en la Unión Europea.

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