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Antonio Alonso Marcos
Antonio Alonso Marcos

La cumbre Rusia-África o cómo está surgiendo un nuevo orden internacional

Ningún nuevo orden mundial nació furto del acuerdo y el diálogo, todos, en la Historia, fueron fruto de contiendas sangrientas

Actualizada 04:22

Presidente ruso Vladimir Putin en la segunda cumbre Rusia-África, en San Petersburgo

Presidente ruso Vladimir Putin en la segunda cumbre Rusia-África, en San PetersburgoAFP

Los pasados 27 y 28 de julio Vladimir Putin se reunió, en San Petersburgo, con delegaciones de 49 países africanos para celebrar la segunda edición del Foro Económico y Humanitario Rusia-África. Ellos le pidieron que volviera al acuerdo del grano y él les replicó con una condonación de la deuda de 20.000 millones de dólares y la promesa de regalarles –a seis de ellos– grano. Casi simultáneamente, un golpe de Estado sacudió Níger el día 26, donde se está manteniendo un pulso entre Francia y Rusia. Esta es, sin duda, una pieza más en este rompecabezas que ya va tomando forma cada vez más nítida de un mundo dividido en dos bloques antagónicos.

Además de todo lo que ya se ha resaltado en otras crónicas, habría que destacar un par de aspectos formales de la cumbre que saltan a simple vista al comprobar los vídeos. En primer lugar, las llegadas, los recibimientos en el aeropuerto y en el sitio de la reunión: sonrisas, complicidades, abrazos o incluso besos en las mejillas, como fue el caso del presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa. En segundo lugar, la mesa, redonda, todos iguales, al menos los 17 Jefes de Estado que se reunieron con Putin. En torno a aquella mesa, tercer detalle, los discursos. La retórica no fue anti-rusa, sino más bien anti-colonialista: el término colonial –y sus derivados– fue citado en 20 ocasiones y, en concreto, la expresión «yugo colonial» apareció en labios del representante de Libia y del de la República Centroafricana.

Todo el encuentro fue una dulce melodía armoniosa para los odios de Putin, quien tomó la línea de la lucha anti-colonial: «Durante décadas, brindamos invariablemente apoyo durante la difícil lucha de los países africanos contra el colonialismo. Desafortunadamente, algunas manifestaciones del colonialismo no han sido erradicadas hasta el día de hoy, y las antiguas potencias coloniales aún las practican, incluso en las esferas económica, de información y humanitaria». Como respuesta, la contraparte africana le colmó de elogios, como cuando Assimi Goita, líder de Mali, agradeció a Putin su «apoyo y amistad», o Faustin Archange Touadera, presidente de República Centroafricana, agradeció que Rusia hubiera salvado su democracia y evitado una guerra civil.

Es cierto lo que afirma Vivien Doherty Luduvice en el diario El País: «Rusia al igual que China, intenta apelar a la no sintonía de las naciones africanas con las potencias occidentales en algunas cuestiones como la respuesta a la guerra en Ucrania, como parte de la búsqueda nuevas formas de asociación con lo que algunos denominan el 'Sur global'». Rusia ha encontrado un filón y no lo va a soltar. Sin embargo, yerran Alba Vega Tapia y Anastasia Herranz Lespagnol en un documento del IEEE acerca de «la repetida pretensión del Kremlin de redefinir el actual orden mundial y sustituirlo por un nuevo sistema «multipolar», que reivindique el llamado «Sur Global» y proteja la soberanía e integridad de las naciones, en contra de la presunta injerencia neocolonial de Occidente que denuncia Rusia como fundamento de sus campañas de influencia en África», pues no es que Rusia «pretenda», sino que son las propias naciones africanas –con alguna excepción, como la de Marruecos– las que se han hartado de una Europa que sólo ve en África un continente para su propio usufructo.

Incluso cuando se le pidió poner fin a la guerra en Ucrania, se hizo en términos casi asépticos: «Por eso pido, una vez más, que se ponga fin al conflicto entre Rusia y Ucrania [...] Debo decir que la Iniciativa Africana [de paz] merece una atención primordial y no debe subestimarse», dijo el presidente de República del Congo, Denis Sassou Nguesso. O como dijo el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat: «Esta guerra debe terminar. Y solo puede terminar sobre la base de la justicia y la razón».

En un encuentro bilateral, el presidente de Eritrea, Isaias Afwerki, fue más bien al lado opuesto de la neutralidad y llegó a afirmar: «Cuando la gente habla de Rusia y Ucrania, digo que no hay guerra Rusia-Ucrania en absoluto, no hay conflicto Rusia-Ucrania. Esta es una guerra que fue declarada por la OTAN contra Rusia. La guerra declarada por la OTAN a Rusia no es solo contra Rusia; su objetivo es dominar el mundo entero». Música para los oídos de Putin. Por cierto, Eritrea es uno de los beneficiados del excedente del grano de la cosecha rusa: «Estaremos preparados para suministrar a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, República Centroafricana y Eritrea entre 25.000 y 50.000 toneladas de cereal gratuito en los próximos tres o cuatro meses», fue el compromiso de Putin.

¿Es la cumbre un ejemplo de coreografía al más puro estilo norcoreano? ¿Obedece toda esta escenificación a un puro postureo? ¿O hay algo más de fondo, un auténtico acercamiento de estos países a Rusia, rompiendo el cerco establecido por los países OTAN y sus aliados para mostrar que «Rusia está sola» en su invasión de Ucrania?

Por cierto, un personaje muy conocido en nuestro continente se paseó por allí, entre líderes africanos, haciéndose fotos y ofreciendo sus servicios: Yevgeny Prigozhin. No estaba en Bielorrusia ese día, por lo que parece, sino a escasos metros de Putin. Verdaderamente, no tenemos ni la más remota idea de lo que aconteció la noche de San Juan; lo que sí parece evidente es que nos tomaron el pelo.

Algo más serio parece el golpe de Estado en Níger, donde el Grupo Wagner quizás tenga algo que ver. De momento, hay que dejar claro que el líder depuesto era pro-francés y que los insurrectos han recibido el apoyo inmediato de Rusia. Además, se han visto banderas rusas entre los manifestantes que apoyan el golpe. Por su parte, Francia ha cancelado una ayuda multimillonaria que les habían prometido, Níger ha respondido prohibiendo la exportación de oro y uranio a Francia, la UE ha condenado en los más enérgicos términos el golpe a la democracia y la CEDAO africana ha amenazado con promover una intervención militar. Sólo un dato, para enmarcar bien la cosa: Níger es el principal proveedor de uranio de la UE, por delante de Kazajistán y de Rusia. Además, Francia compra uranio a Níger (35 %), Kazajistán (29 %), Uzbekistán (26 %) y Australia (10 %).

Vuelve la retórica anti-imperilaista, anti-colonialista y anti-europea. Bienvenidos a la Guerra Fría 2.0, o a la que nunca se fue del todo,… ¿o a los primeros compases de la Tercera Guerra Mundial? Ningún nuevo orden mundial nació furto del acuerdo y el diálogo, todos, en la Historia, fueron fruto de contiendas sangrientas. Como dijo Enrique Díez-Canedo Reixa en su famoso poema El día empieza: «Que nunca emerjan, entre las áureas mieses de la historia, sangrientas amapolas, las batallas».

Él, que fue embajador de España ante Uruguay (1933-34) y Argentina (1936-1937), bien conocía la naturaleza humana y que esta, constantemente, volvía una y otra vez a la solución bélica. Mientras tanto, conviene recordar que en la declaración de la OTAN en Vilna de hace un mes escaso, la amenaza principal para la seguridad euro-atlántica se reparte a partes iguales entre Rusia y el terrorismo –que proviene del Sahel, región en la que está enclavada Níger, por cierto–. En ese documento, Rusia aparece citada 65 veces y China sólo 15, pero todos sabemos que EE.UU. mira con el rabillo del ojo no a Moscú sino a… Pekín.

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