Egipto indulta al opositor Ahmed Duma, pero mantiene encarcelados a miles de opositores
El presidente Abdelfatah Al Sisi pretende lavar su imagen de cara a los comicios de 2024
Tras casi diez años entre rejas en Egipto, la mitad de ellos en régimen de aislamiento, Ahmed Duma fue puesto en libertad hace una semana, a raíz de una amnistía decidida por el presidente Abdelfatah Al Sisi.
Douma, activista de izquierdas, fue uno de los primeros activistas laicos conocidos en ser detenido tras el regreso del ejército al poder en 2013, después del interludio revolucionario y el breve reinado de los Hermanos Musulmanes. También fue detenido por estos dos regímenes. Su larga detención se había convertido en un símbolo de la dura represión emprendida por Al Sisi contra los jóvenes que participaron en la revolución de 2011, que derrocó a Hosni Mubarak y, de paso, a la dictadura laica que regía los destinos de Egipto desde 1952.
Duma cumplía una condena de 15 años tras ser declarado culpable de participar en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad en la capital egipcia en diciembre de 2011. Fue condenado por primera vez en 2015 a cadena perpetua junto con otros 229 acusados que fueron juzgados en rebeldía. El activista recurrió y el más alto tribunal de apelaciones de Egipto ordenó que se repitiera el juicio, lo que finalmente dio lugar a la condena de 15 años y a una multa de 6 millones de libras egipcias, unos 195.000 dólares.
Duma, sobre todo, encabezaba la lista de presos políticos cuya liberación reclamaba la sociedad civil desde que, en abril de 2022, se reactivó un comité presidencial de amnistía coincidente con el anuncio del presidente del proyecto de diálogo nacional. La iniciativa, vista, en un principio, con recelo por algunos disidentes, empezó realmente su actividad el pasado mes de mayo.
Conocidas figuras de la oposición liberal y de izquierdas, que fueron blanco de la represión junto con miles de militantes islamistas, se han beneficiado, asimismo, de esta tanda de indultos, como Patrick Zaki y el conocido abogado Mohamed Al Baqer.
Mas este gesto de apaciguamiento no debe de hacer olvidar que las cárceles egipcias continúan repletas de miles de opositores, entre los que figuran rostros conocidos, como Alaa Abdel-Fatthah, defendido por Al Baqer, que generan desde hace tiempo preocupación entre las organizaciones de derechos humanos.
Entre otras cosas, porque quedan mucho por hacer: Hossam Baghat, fundador de la Iniciativa Egipcia por los Derechos Humanos, se alegra de la liberación de Duma porque, según declara en Africa News, era uno de «los militantes más odiados del régimen». Pero, añade, «el régimen está intentando vaciar el océano con una cuchara» con elecciones de indultados «aleatorias, sin transparencia ni explicación de por qué unos salen y otros son ignorados».
Desde enero, los activistas han contabilizado la muerte de 24 presos, seis de los cuales estaban recluidos en nuevos «centros de rehabilitación» construidos para sustituir a las decenas de cárceles ruinosas del país.
Tampoco se puede obviar la dimensión política del cambio de rumbo llevado a cabo por Al-Sisi, fiel aliado tanto del Occidente democrático como de Rusia -hace unas semanas participó en la cumbre de países africanos patrocinada por Vladimir Putin- y China: el mandatario egipcio, que se enfrenta a un empeoramiento de una situación económica ya de por sí grave, pretende ser reelegido en 2024. Para ello, ha de ofrecer ciertas garantías.