Entrevista al historiador y escritor Rashid Khalidi
«Hamás no respetó el derecho internacional humanitario el 7 de octubre e Israel no lo hace desde entonces»
Se cumple un mes del ataque de Hamás que dejó 1.400 muertos y más de 240 rehenes, y que precipitó la ofensiva del Ejército de Israel que se ha cobrado la vida de más de 10.000 palestinos
Rashid Khalidi es de origen palestino-libanés, aunque nació en Estados Unidos. Sus antepasados, los Khalidi, componían una de las familias bien posicionadas de la Palestina de finales del siglo XIX. Vivían en Jerusalén, en la Ciudad Vieja, donde su abuelo fundó una biblioteca que sigue intacta. Rashid lo sabe todo de su familia gracias a los documentos que se conservaron allí.
Ha vivido en Jerusalén, en Beirut (Líbano), y en Estados Unidos. Su padre trabajó en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Rashid terminó involucrado directamente en la historia del conflicto, estando presente en las negociaciones entre Israel y Palestina que desembocaron en los acuerdos de Oslo.
Es doctor en Historia por la Universidad de Oxford y, actualmente, es titular de la cátedra Edward Said de Estudios Árabes de la Universidad de Columbia. En España, acaba de publicar Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia (Capitán Swing), porque considera que, tanto en nuestro país como en Occidente, hay que mejorar la visión sobre Palestina.
–¿Por qué cree que el discurso predominante en España y Occidente sobre el conflicto es el equivocado?
–En realidad, no es todo Occidente. Es el discurso mayoritario de los partidos gobernantes, los líderes, los medios de comunicación y de un segmento de la opinión pública. Durante la guerra de Gaza hemos visto que una parte importante de la opinión pública, tal vez la mayoría, no se deja engañar. En Londres se ha celebrado la mayor manifestación en casi 20 años. Cientos de miles de personas demuestran que no todo el mundo cree que Israel siempre tenga la razón o que los palestinos no tengan derechos. A excepción de Europa occidental y Estados Unidos, la mayoría del mundo lo ve claro. Pero incluso en estos países que apoyan a Israel, hay una defensa fuerte de los derechos de los palestinos.
–¿Qué piensa de la visión que hay en España del conflicto?
– Sé que hay ministros de Podemos en el gobierno que se han posicionado correctamente con Palestina. Pero ni el Gobierno español ni la mayoría de los gobiernos europeos, incluso los que apoyan a Palestina –como Irlanda– han sido capaces de influir sobre esos países poderosos como Francia, Alemania, los Países Bajos o Gran Bretaña, que están completamente comprometidos con la línea estadounidense-israelí.
–El libro lo publica en febrero de 2023, basándose en una escalada de violencia de los israelíes. Sin embargo, el 7 de octubre, la escalada de violencia la inició Hamás…
–Sí, es cierto, Hamás fue quien atacó el 7 de octubre.
–¿No es más inhumano matar a alguien a sangre fría que apretar un botón en respuesta a las atrocidades de Hamás?
–El asesinato de civiles es algo terrible, pero también lo es una violación del derecho internacional humanitario. La matanza de tantos civiles israelíes fue claramente una violación del derecho internacional humanitario. Mil de los israelíes asesinados eran civiles, unos 400 eran soldados y policías, pero el hecho de que la matanza de más de 9.000 palestinos se lleve a cabo de otra forma no supone ninguna diferencia en el derecho internacional humanitario. Los principios de proporcionalidad, los principios de protección de los civiles deben ser obedecidos por ambas partes. Es evidente que no se respetaron el 7 de octubre y que Israel no los está respetando desde entonces.
La matanza de tantos civiles israelíes fue una violación del derecho internacional humanitarioHistoriador y escritor
–La historia demuestra que el terrorismo no consigue nada. ¿Por qué Hamás o la Yihad Islámica insisten en la violencia?
–No soy partidario de la violencia, pero esa afirmación no es cierta. Los vietnamitas no liberaron Vietnam de la ocupación francesa y estadounidense con marchas pacíficas. Argelia no se liberó del colonialismo francés sin violencia. Sudáfrica, Irlanda, o parte de Irlanda, no fue liberada por la no violencia. Fueron movimientos violentos de liberación nacional que triunfaron. Independientemente de que el planteamiento de Hamás o de la Yihad Islámica sea correcto o incorrecto, existen amplios precedentes de éxito en las luchas de liberación nacional con el uso de la violencia.
–¿Por qué cree que Israel no va a poder acabar con Hamás?
–Hamás tiene un ala militar importante que perpetró el ataque del 7 de octubre, pero también es un movimiento político apoyado por parte del pueblo palestino; un 30 o 35 % de apoyo según las encuestas –eso son tres o cuatro millones de personas repartidas en toda Palestina y la diáspora–. Pero además de su ala militar, Hamás es una institución política, ideológica, religiosa, cultural y social. Israel puede o no de derrotar su ala militar pero no puede erradicar a Hamás como movimiento político sin perpetrar un genocidio a un nivel que no hemos visto hasta ahora, porque no solo están en Gaza.
–¿Cuál va a ser la nueva realidad para Hamás?
–Eso no puedo saberlo, pero el 7 de octubre ha cambiado las cosas. Las perspectivas israelíes y las palestinas. La visión de los estadounidenses. Hay quien se opone más, no solo a Hamás, sino también a los palestinos, y otros apoyan más, no tanto a Hamás, sino a los derechos de los palestinos en EE.UU..
Se ha roto el mito de que a los árabes no les importa Palestina. Quienes se encargaron de difundir esto no conocen la historia, creían lo que querían creer y no quisieron ver que durante más de un siglo el mundo árabe ha simpatizado con los palestinos. Los países que se acercaron a Israel lo hicieron en contra del deseo de su pueblo y lo evidencian las manifestaciones que se han celebrado estos días desde Marruecos hasta Bahréin.
Quizá a los regímenes no representativos y antidemocráticos no les importe, pero han tenido que cambiar su política. Bahréin rompió relaciones con los israelíes y Jordania retiró a su embajador de Israel, y eso que mantienen un tratado de paz desde hace casi 30 años.
Se ha roto el mito de que a los árabes no les importa PalestinaHistoriador y escritor
–¿La omisión de las cuestiones palestinas entre Arabia Saudí e Israel pudo ser el detonante del ataque del 7 de octubre?
–Creo que fue la tendencia general de ignorar a Palestina por parte de los gobiernos árabes, de Estados Unidos, de Europa y de Israel.
–¿Y qué otros motivos podían tener?
–Hamás tenía poder en Gaza, pero quizá influyó su rivalidad con otras facciones palestinas. Para conseguir la liberación de los presos y por eso tomaron rehenes, este ha sido el modus operandi de los grupos palestinos como Hamás desde hace décadas. También detener la transformación de la mezquita Al-Aqsa en un lugar de oración judía o parar los ataques y la usurpación de tierras de los colonos israelíes.
–Utiliza una frase de Orwell para aludir a la revuelta árabe de 1939: «Tarde o temprano una falsa creencia choca contra la cruda realidad, generalmente en el campo de batalla». ¿Cuál es la falsa creencia en 2023?
–El resultado final de esta guerra revelará qué creencias palestinas pueden estar equivocadas. Y veremos si los israelíes cambian su enfoque. No ha habido negociaciones serias en más de quince años por la negativa de Israel a aceptar cualquier demanda palestina. La muerte de civiles o los errores del Ejército de Israel podría hacer que los israelíes adopten una posición más dura o, al contrario, que se den cuenta de que hay que cambiar de rumbo.
–¿No hubo nada positivo para los palestinos en los acuerdos de Oslo?
Los acuerdos se negociaron bajo un marco impuesto por Estados Unidos e Israel que impedía a Palestina conseguir cualquier objetivo. Los líderes de la OLP (Organización de Liberación Palestina) no lo veían así, aceptaron las condiciones en Madrid y Washington y el resultado fue un desastre. La situación de los palestinos era peor en el año 2000 que en 1991. Entonces podían moverse con libertad, pero terminaron encerrados entre muros, controles, y en prisiones. Gaza estaba rodeada. Los asentamientos se expandieron tras los acuerdos de Oslo, el PIB per cápita se redujo en esa década y no había perspectivas de convertirse en un Estado.
En su último discurso en el Parlamento de Israel, Isaac Rabin [primer ministro de Israel y negociador en los acuerdos de Oslo; asesinado por un ultranacionalista israelí] dijo «lo que ofrecemos a los palestinos es menos que un Estado». Ningún líder israelí ha contemplado la opción de un Estado palestino soberano e independiente, libre de ocupación y de asentamientos israelíes; ni siquiera los que estaban dispuestos a negociar… y Netanyahu no está dispuesto.
–¿Es posible una solución de dos estados hoy en día?
–Ahora es más difícil de lo que hubiera sido si la gente hubiese valorado realmente una solución basada en la igualdad de derechos, en la solución de un estado confederado o de dos estados. Antes del 7 de octubre habría sido más fácil encontrar una solución. ¿En el futuro? Es posible, pero tiene que haber cambios importantes, no solo entre los israelíes o los estadounidenses, sino también entre los europeos, y entre los palestinos.
Recorres Jerusalén y escuchas a los guías contar a los turistas una nueva versión de la realidadHistoriador y escritor
–Líbano siempre ha jugado un papel importante en el conflicto, ¿es Hezbolá una amenaza para Israel?
Hezbolá tiene una gran capacidad militar y creo que Irán les ayudó a desarrollar esa capacidad como elemento disuasorio contra Israel. Hezbolá no ha ido más allá con sus ataques en el norte de Israel porque tanto Irán como ellos quieren mantener esa capacidad de disuasión. Pero involucrar al Líbano en este conflicto con Israel sería un movimiento muy impopular en el Líbano y Hezbolá ya tiene problemas con la opinión pública libanesa. Esto provocaría una guerra devastadora para un país que sufre una grave crisis económica.
–Los que apoyan a los palestinos hablan de genocidio, usted introduce el concepto de memoricidio, ¿en qué consiste?
Empieza con el reemplazo del nombre de Palestina por Israel. Implica apoderarse de aldeas, destruirlas y renombrarlas. Por ejemplo, la ciudad israelí de Sderot se asentó sobre dos pueblos de Palestina. El memoricidio se produce también en términos de narrativa, reemplazando la historia, los monumentos y la arquitectura palestina. Ahora, recorres Jerusalén y escuchas a los guías hablar con los turistas, inocentes e ignorantes, contarles una nueva versión de la realidad.