Ucrania no tira la toalla y se prepara para un nuevo asalto sobre las líneas defensivas rusas
A Ucrania se le acaba el tiempo. La contraofensiva iniciada a comienzos del verano pasado se acerca a su inevitable fin operacional con la próxima llegada del invierno, y los resultados han sido decepcionantes.
Las fuerzas ucranianas apenas han logrado unos avances simbólicos en Zaporiyia y en los alrededores de Bajmut.
Al mismo tiempo, Rusia ha puesto en serios aprietos a las tropas de Kiev con ofensivas implacables en la línea de línea Kupyansk-Svatove y en los alrededores de Avdiivka.
Ofensivas que, si bien han sido desastrosas para las fuerzas de Moscú en cifras de bajas de soldados y pérdida de material, han permitido a Rusia mantener la tensión y prepararse para cuando les toque a ellos intentar un nuevo avance.
Rusia, de hecho, todavía busca conquistar Avdiivka, en la región de Donetsk, antes de que el invierno paralice las operaciones y ha comenzado a trasladar personal a los alrededores de la localidad para proba un nuevo asalto.
La pérdida de Avdiivka sin haber logrado una ganancia territorial por su parte, sería un duro golpe para Ucrania. La constatación de su fracaso.
Un fracaso que pondría en aprietos al presidente Volodimir Zelenski y a su jefe militar, el general Valerii Zaluzhnyi.
Según publica The Washington Post, ambos están en entredicho por el estancamiento de la guerra contra Rusia, lo que ha desatado tensiones dentro del gobierno y el alto mando ucraniano.
La situación es tan compleja que el mismo Zelenski, en uno de sus discursos nocturno, pidió que «todos concentren sus esfuerzos en defender el país» y que «no se ahoguen en luchas internas». «Si no hay victoria, no hay país», advirtió.
Además, Rusia se prepara para una nueva campaña de bombardeos masivos contra la red eléctrica ucraniana para dejar sin luz ni calefacción a la población civil en pleno invierno.
Kiev, mejor preparada este invierno que el pasado, ha desplegado sus sistemas de defensas antiaéreas Patriot y Nasams para hacer frente a esa esperada campaña de bombardeos.
Sin embargo, Rusia también está mejor preparada que el año pasado y se espera que la nueva campaña de ataques sea más precisa y efectiva que la anterior.
Ucrania tiene ahora un nuevo enemigo con el que no contaba hasta ahora: los temidos drones kamikaze rusos Lancet.
Conscientes de que seguramente les quede únicamente una última oportunidad, el alto mando ucraniano se prepara para una nueva intentona en un punto de alto valor simbólico y estratégico: el río Dniéper, en la región de Jersón.
Según publica el Institute for the Study of War (ISW), los rusos habrían detectado una transferencia masiva de tropas ucranianas y vehículos blindados a la orilla oriental del río Dnieper lo que hace prever un asalto para desplazar a las defensas rusas hacia el sur.
En concreto, las fuentes rusas hablan del desplazamiento de un grupo de infantería ligera equivalente a un batallón.
De hecho, los pasados días 6 y 7 de noviembre ya se produjeron las primeras intentonas ucranianas de avanzar en este frente, que se interpretó como un tanteo del terreno de cara a una ofensiva mayor.
Al mismo tiempo, el ISW llamó la atención sobre el hecho de que las fuerzas ucranianas continúan sus operaciones tanto en los alrededores de Bajmut como en el frente de Zaporiyia.
Sin embargo, en la esfera de la propaganda rusa la actitud es pesimista. Pese a que la contraofensiva ucraniana no ha dado por el momento frutos, los blogueros militaristas de la órbita del Kremlin destacan que tampoco Rusia parece capaz de desatascar el frente o poner fin a la guerra.
La consecuencia es una sangría constante en las tropas rusas que, según el ministerio de Defensa ucraniano, le ha costado la vida ya a 306.860 soldados rusos desde el 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la guerra.
En ese sentido, la actual contraofensiva nunca habría tenido como objetivo un avance territorial espectacular, si no debilitar de forma irremediable las defensas rusas de cara a la próxima primavera.
Para entonces, Kiev contará ya con los aviones F-16 estadounidenses y Rusia habrá perdido otra importante carta, la de la superioridad aérea.