Coloquio '¿Hacia donde va Venezuela?'
«Maduro tendrá que entregar el poder»
«Inexorablemente, [Nicolás Maduro] va a estar en una situación en la que tendrá que entregar el poder. Todo depende de la fuerza: fuerza política, fuerza de opinión pública, fuerza de la diáspora venezolana. Y si no quiere entregar, tendrá que entregar. No hay más». Así de contundente se mostró el exministro venezolano Carlos Blanco ayer cuando el director de El Debate, Bieito Rubido, le preguntó si Nicolás Maduro aceptaría traspasar el poder en caso de ser derrotado por María Corina Machado en las elecciones presidenciales previstas para 2024.
Blanco, que forma parte del equipo de campaña de Machado, intervino en el coloquio '¿Hacia donde va Venezuela?', organizado ayer en Madrid por el Observatorio Geopolítico de América Latina y moderado por Rubido. La otra ponente era la presidenta de la Asamblea Nacional de Venezuela, no reconocida por el régimen venezolano, Dinorah Figuera, en la actualidad exiliada en España.
La victoria de Machado en las primarias de la oposición, celebradas el pasado 22 de octubre, y sus perspectivas de cara a los comicios ocuparon la práctica totalidad del coloquio. Uno de los asuntos abordados fue la persistente división de la oposición venezolana, de la que tanto se ha aprovechado el régimen, podía empañar la candidatura unitaria de Machado, difícilmente lograda.
Para Blanco, «la unidad no es un punto de partida, sino una estación en el tránsito hacia el objetivo que se quiere lograr. En todos los procesos históricos ha habido inmensas divisiones, hasta que, por un proceso de sedimentación, la gente llega a entenderse». «Así pasó en Chile, así pasó en Venezuela, y en todos los países en los que ha habido dictadura», recalcó, antes de destacar la importancia de la designación de Machado: «la lideresa ha recibido un mandato absoluto por parte de la sociedad para que lidere la salida del régimen de Maduro por la vía de las elecciones». Por lo tanto, «es un proceso unitario», de ahí que la pasión que genera «no es de una persona, sino una oportunidad. Hay conciencia de ello en Venezuela y aparece como el último chance de recuperar la libertad en este tiempo».
La complejidad del caso
Por su parte, Figuera, admitió los estragos causados por la división de los grupos opositores, si bien puso el acento en la complejidad del caso. «Ciertamente hay una diversidad en la unidad», declaró, «pero también tenemos referencias históricas. Yo soy diputada electa en el año 2015. Y en ese momento nadie daba nada por la unidad: todo el mundo nos criticaba y decía que era imposible que nosotros forjáramos un consenso democrático en torno a las elecciones de 2015: ganamos con más del 60 % de la votación», recordó. «No tengo duda, en este momento, más allá de la diversidad, que vamos a lograr esa unidad superior», si bien lanzó una advertencia: «porque si volteamos la mirada a una referencia importante de nuestra responsabilidad, quien va a perder es el país».
A continuación, Blanco incidió en el factor internacional como uno de los principales que han impedido, hasta ahora, la salida de Maduro del poder: «en Venezuela se libra una guerra internacional, no es una oposición contra un Gobierno malo y maluco. Es un enfrentamiento con los cubanos, con los rusos, con los iraníes, con las Farc», por lo que «la oposición ha estado mucho tiempo sola haciendo este combate».
Este escenario ha hecho que «la comprensión del problema haya sido difícil y en el exterior: Hugo Chávez apareció durante mucho tiempo como una especie de vengador que iba a reivindicar a los pobres, totalmente olvidados por la democracia venezolana». Ese discurso, una falacia en opinión de Blanco, fue comprado, «no solo por sectores de izquierda, sino en muchos sectores académicos. Eso creó una resistencia frente a la oposición venezolana durante mucho tiempo».
Mas Blanco tiene motivos de esperanza: «el régimen está fracturado, está experimentando una dinámica de división interna». Ilustra su premisa con las defecciones del expresidente de Petróleos de Venezuela, Rafael Ramírez, o la del exministro Tareck El Aissami, acusado de graves delitos de corrupción.
«Al mismo tiempo», prosiguió Blanco, «hay un descontento en las bases. Aquella pasión por Chávez, aquel entusiasmo que despertó alguna vez, ya no existe. Hay antiguos chavistas que están empezando a apoyar a María Corina». En el plano exterior, «Maduro sigue disponiendo del apoyo cubano, pero Venezuela ya no puede seguir dando a Cuba más de lo que le ha dado. El apoyo de Rusia y de Hizbulá ya no es suficiente», a lo que se añade la disensión que está surgiendo en el seno de las Fuerzas Armadas. «Es el peor momento del régimen chavista-madurista en un cuarto de siglo», aseveró.
Figuera concluyó con otra advertencia: «si bien es cierto que María Corina es hoy nuestra candidata, nunca más en la Historia debemos contribuir al mesianismo». Para evitarlo, su candidatura «debe de ser una candidatura de movimiento, que vaya más allá de los partidos políticos: unidad del mundo académico, de los medios de comunicación y del talento humano».