Investigan a la número dos del Partido Laborista británico por lucrarse con la venta de su casa de protección
La vicepresidente de los laboristas también mintió en su censo electoral al asegurar que vivía en la vivienda de protección, cuando en realidad residía con su marido en otra casa
La número dos del Partido Laborista británico, Angela Rayner deberá responder ante la justicia por haber vendido una vivienda municipal de protección oficial en el área metropolitana de Manchester y haber asegurado que vivía en ella para poder inscribirse en el censo electoral cuando en realidad vivía con su marido.
Según los hechos detallados en una biografía no autorizada escrita por el miembro de los lores Lord Ashcroft, y recogida por el diario The Times, Rayner adquirió la casa municipal en la dirección de Vicarage Road por 79.000 libras esterlinas en 2007 y la vendió en marzo de 2015 por 127.500 libras.
Durante ese tiempo, abonó sus correspondientes facturas, hizo frente correctamente a sus impuestos municipales y estuvo dada de alta en dicha dirección en el padrón electoral.
¿Dónde reside, entonces, el problema? Por un lado, la número dos laborista afirmó que vivía a tiempo parcial en su residencia con temporadas que residía en la de su marido, en Lowndes Lane, tras casarse en 2010.
Los testimonios de los vecinos revelan que sería mentira, y que desde el año de su matrimonio dejó de vivir en la casa y se instaló a tiempo completo en la residencia de su marido. Pese a ello, no modificó su residencia en el censo electoral, algo a lo que obliga la ley.
No solo ello, sino que Rayner tampoco habría hecho frente al impuesto correspondiente por el lucro obtenido con la venta de la propiedad.
Según los diputados conservadores, la vicepresidenta laborista debería haber pagado más de 1.000 libras de impuesto sobre la ganancia de capital.
La vicepresidenta laborista se defendió y negó que tenga deuda alguna. Afirmó que «como ocurre con la mayoría de la gente común y corriente que vende las casas de su propiedad, yo no estaba sujeta al impuesto sobre las ganancias de capital porque era mi casa y la única que poseía».
Sin embargo, según apunta un experto citado por el Times, al estar casada Rayner y su marido sólo podían tener una residencia principal, mientras que la laborista había mentido respecto a su residencia. Al ser la residencia de su marido su residencia principal, Rayner sí tendría que haber abonado el impuesto.