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Marines de EE.UU. en una base filipina

Marines de EE.UU. en una base filipinaAFP

¿Por qué habría de cumplir EE.UU. su promesa de defensa a Filipinas ante China tras incumplirla con Ucrania?

¿Podrá EE.UU. cumplir en Filipinas la promesa que no fue capaz de cumplir en Ucrania?

La tensión en el mar de China Meridional no deja de crecer. Las fuerzas chinas están decididas a imponer por la fuerza su soberanía en las aguas que comparte con sus vecinos y no aflojan la presión, principalmente sobre Filipinas.

El archipiélago filipino es el más expuesto y el más perjudicado por la amenaza china, que pretende dominar los atolones y arrecifes, muchos de ellos artificiales, del archipiélago Spratly que se reparten frente a las costas filipinas en el mar de China Meridional y cuya soberanía se disputan ambos países.

En las últimas semanas, los enfrentamientos entre las flotas china y filipina han sido constantes.

Filipinas se amarra a su soberanía representada en un oxidado y lacónico viejo buque mercante, el Sierra Madre, encallado en el arrecife del atolón Ayungin.

La bandera filipina que un pequeño destacamento militar se encarga de mantener siembre ondeando al viento es el principal gesto de ejercicio de soberanía de Filipinas en las islas Spratly y un desafío para China, casi una declaración de guerra.

Estados Unidos se ha apresurado a terciar en la disputa y a posicionarse junto a su aliado filipino frente a las agresivas ansias expansionistas de China.

Durante una reunión conjunta en Tokio con el presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos, y el primer ministro japonés, Fumio Kishida, Biden formuló una promesa que ha sonado a déjà vu.

«Los compromisos de defensa de Estados Unidos con Japón y Filipinas son férreos», declaró el inquilino de la Casa Blanca.

«Cualquier ataque a aviones, buques o fuerzas armadas filipinas en el mar de China Meridional invocaría nuestro tratado de defensa mutua», añadió.

En definitiva, Biden ha prometido a Filipinas que saldrá en su defensa en caso de ataque chino, una promesa que recuerda mucho a la que formuló a Ucrania en los primeros meses de la invasión rusa.

Una promesa que, pese a su contundencia, parece que ahora Biden no puede cumplir con el paquete de ayuda militar a las fuerzas ucranianas por valor de 60.000 millones de dólares queda bloqueado por los republicanos en el Congreso.

El 16 de febrero de 2022, el presidente de Estados Unidos, días antes del inicio de la guerra, no ahorró en épica al anunciar que «sir Rusia ataca a Ucrania, movilizaremos al mundo y minaremos la capacidad de Rusia de competir económica y estratégicamente».

El 11 de marzo de 2022 Biden afirmó que «nos vamos a asegurar de que Ucrania tenga armas para defenderse».

El 21 de febrero de 2023, aseguró que «Ucrania nunca será una victoria para Rusia». «No debe haber ninguna duda. Nuestro apoyo a Ucrania nunca flaqueará».

La percepción es que Biden realizó una promesa a Ucrania que no estaba en sus manos cumplir. ¿Ha prometido a Filipinas también algo que no puede cumplir? ¿De qué modo se implicaría Estados Unidos en la defensa de Filipinas en caso de guerra abierta con China?

Entre ambos países hay en vigor un tratado de defensa que da acceso a Estados Unidos a cinco bases filipinas, tratado cancelado por el expresidente Rodrigo Duterte pero reactivado por el actual presidente Marcos.

Esa es la principal diferencia con Ucrania, país con el que no existía ningún acuerdo de defensa mutuo.

Sí que existe con Ucrania el Memorándum de Budapest en virtud del cual Kiev renunció a las armas nucleares heredadas de la Unión Soviética a cambio de garantías de seguridad por parte de varios países, entre ellos Estados Unidos.

El Memorándum, sin embargo, mostró su ineficacia una vez que Rusia invadió ocupó y anexionó territorio ucraniano.

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