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El expresidente de Bolivia, Evo Morales, en una imagen de archivo

El expresidente de Bolivia, Evo Morales, en una imagen de archivoGTRES

Evo Morales pierde todo control sobre el gobierno de Bolivia al ser expulsado de su propio partido

El partido de Evo Morales lo parata de todo órgano de poder en una disputa interna que amenaza con provocar una grieta en el país

La estrategia de Evo Morales para regresar al poder en Bolivia se complica cada vez más.

El último revés que ha sufrido vino de su propio partido, el Movimiento al Socialismo (MAS) en una maniobra que viene firmada por el sucesor que había designado como instrumento de transición para facilitar su vuelta a la presidencia, el actual presidente Luis Arce.

Morales ha sido expulsado de la dirección nacional del MAS en un congreso celebrado el domingo en la ciudad de El Alto donde Grover García fue designado como nuevo líder del partido oficialista.

«Evo Morales es el expresidente del instrumento MAS, hay un nuevo presidente que es mi persona», indicó Grover García quien también es representante de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb), organización afín al Gobierno boliviano.

García manifestó, tras tomar juramento como nuevo presidente del MAS, que «ha concluido la dedocracía y la discriminación» y que en los próximos 90 días se llamará a un congreso para cambiar los estatutos del partido para «refundarlo».

Más de 6.000 militantes del MAS asistieron al polideportivo Héroes de Octubre en El Alto, ciudad contigua a La Paz, en donde después de tres días de reuniones el partido oficialista eligió una nueva directiva, dejando afuera al exmandatario Morales.

«Yo no puedo estar con Evo Morales, él es un expresidente que seguramente debe estar en el Chapare (la región cocalera que Morales busca controlar), nosotros vamos a trabajar con las organizaciones sociales y vamos a apoyar de forma contundente la gestión de Lucho (Arce)», dijo García a los medios de comunicación.

Asimismo, el nuevo líder del partido oficialista expresó que «las movilizaciones son contra el pueblo, contra las familias y no es correcto», en respuesta a las advertencias de los sectores cercanos a Morales de bloquear carreteras en protesta contra la reunión política de los afines al presidente.

Morales y sus seguidores calificaron como «ilegal» este cónclave impulsado por el Gobierno, alegando que solo el exmandatario, como líder máximo del MAS, podía convocarlo.

A pesar de que un dictamen del Tribunal Constitucional Plurinacional boliviano promulgado en diciembre señala que la elección indefinida «no es un derecho humano».

El bloque del MAS que apoya a Morales, convocó su propio congreso para el 10 de julio en la población de Villa Tunari, en el Trópico de Cochabamba, principal bastión político y sindical del exmandatario.

Arce y Morales están distanciados desde 2021, y el año pasado sus diferencias se profundizaron por la realización de un congreso nacional del partido en el que, en ausencia del mandatario y de sus sectores leales, el expresidente fue ratificado como líder del MAS y nombrado «candidato único» para las elecciones de 2025.

Arce no asistió a ese encuentro al considerar que las organizaciones sociales, base del partido, no estaban debidamente representadas.

Las tensiones aumentaron después de que el TSE decidiera anular el congreso de 2023 e instruir que se convocara a uno nuevo consensuado, algo en lo que tampoco se pusieron de acuerdo ambas facciones oficialistas.

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