Fundado en 1910

Marion Maréchal cabeza de lista del partido Reconquista a las europeasClaire Busnout / Cortesía

Candidata del partido Reconquista a las europeas

Marion Maréchal: «Los islamoizquierdistas nos atacan porque nos oponemos a su plan de esclavizar a Europa»

La nieta de Jean-Marie Le Pen, cabeza de lista del partido Reconquista para las europeas, desglosa su agenda conservadora: plantar cara al 'wokismo'

«Unas elecciones nunca van según lo previsto, y quien piense que está decidida con antelación, se equivoca y está engañando a los votantes», explica Marion Maréchal a El Debate cuando se le pregunta por la marcha de una campaña en la que las encuestas le atribuyen entre el 6 y el 8 % de los votos.

«Por otra parte», prosigue, «incluso antes de oficializar mi candidatura, era perfectamente consciente de que las elecciones europeas serían un verdadero reto para mí y para nuestro joven partido, Reconquista». De ahí que Maréchal asuma como propia esta cita del emperador Marco Aurelio: «Las batallas que no libré, me consuelo demasiado fácilmente con la certeza de que estaban perdidas de antemano».

– ¿Qué batalla libra?

–Estoy librando esta batalla para elegir a los eurodiputados que, el día de mañana, podrán inclinar a la derecha la mayoría del Parlamento Europeo y cambiar radicalmente la política de la Unión Europea. Sobre todo, lucho para que mis dos hijas, como todos los niños de Francia, de España y de Europa, puedan vivir en una Europa europea, orgullosa de sus raíces heleno-cristianas, hoy amenazada por la inmigración masiva y la islamización.

– ¿Cuáles son sus objetivos de aquí al 9 de junio?

–Mi objetivo es sencillo: en Francia, hacer ganar a la derecha que no se arredra ante lo políticamente correcto y, en el Parlamento Europeo, sacar el mayor número posible de eurodiputados para que el grupo de Conservadores y Reformistas europeos (Ecr) pueda vencer a Renew, el grupo de Emmanuel Macron. Los burócratas de Bruselas se toman muy en serio esta perspectiva, hasta el punto de que ya están reformando los textos europeos más controvertidos para intentar limitar el resultado de las fuerzas euroescépticas.

– ¿En qué materias?

–No hay más que ver cómo, con carácter de urgencia, la Comisión Europea ha decidido reformar la Política Agrícola Común para devolver a nuestros agricultores cierto margen de maniobra. Esto demuestra que tenemos una influencia política considerable, que debe confirmarse en las urnas el 9 de junio. Estoy realmente convencida de que estas elecciones europeas son vitales para el futuro de Europa.

–¿Y si Reconquista no consigue ningún escaño?

–Todas las encuestas nos dan entre 6 y 9 diputados. Las perspectivas son favorables, pero nada es seguro hasta el día de las elecciones. Lo digo a todos los votantes de derechas: los sondeos no son votos, y todo votante que quiera que su voto sea útil y eficaz debe implicarse y votar el 9 de junio por la lista de Reconquista. También les recuerdo que Reconquista lucha ante todo por la próxima generación: es el partido de la vitalidad y el coraje militantes que ya está logrando victorias políticas contra el islamismo, el wokismo y el activismo Lgbt.

–Prevé una oleada conservadora en todo el continente la noche del 9 de junio en torno al grupo Conservadores y Reformistas Europeos (Ecr).

–Todas las encuestas contemplan hasta 100 eurodiputados para los conservadores, lo que es una cifra considerable. Por tanto, el grupo Ecr podría convertirse en fuerza central, ya que abarca a 17 nacionalidades, gobierna en Italia, Suecia, Finlandia y la República Checa, y puede contar con el apoyo del Gobierno húngaro de Viktor Orban. Es este grupo el que podrá construir minorías de bloqueo y proyectar mayorías en la nueva Eurocámara, y es el único que puede derrotar definitivamente a Ursula von der Leyen.

–¿Cómo afronta el hecho de que Vox, miembro de Ecr, sea también aliado de la Agrupación Nacional (An).?

–Permítame recordarle que Vox, con el que mantenemos excelentes relaciones políticas, es miembro del grupo Ecr y no del grupo Identidad y Democracia en el que se integra An. Además, la doctrina política de Vox es la misma que la de Reconquista: defensa de la civilización contra la Gran Sustitución y la islamización del continente, firme oposición al socialismo económico y promoción de los valores tradicionales frente al wokismo y el activismo Lgbt. Así que se trata de una doble convergencia, ideológica y política.

Ahora bien, no veo ninguna dificultad en que Vox mantenga relaciones con An: yo misma, en Francia, estoy haciendo campaña por el advenimiento de una gran coalición de la derecha con An y parte de Los Republicanos [la formación de centro-derecha].

–Hace un par de semanas, precisamente en Bruselas, las autoridades intentaron prohibir un mitin conservador.

–La libertad de expresión, valor cardinal de nuestra civilización, está desapareciendo. En toda Europa, los censores de extrema izquierda y los cercanos al movimiento islamista intentan amordazar a los políticos e intelectuales de derechas. Es uno de los síntomas del auge del wokismo y de la cultura de la cancelación. En Bruselas, fue un alcalde próximo a los Lobos Grises, movimiento islamonacionalista turco y antiarmenio, quien hizo prohibir una conferencia de las derechas europeas a la que asistían Viktor Orban y Éric Zemmour.

Los islamoizquierdistas nos atacan porque saben que somos el único baluarte eficaz contra su desastroso plan de esclavizar a Europa

A principios de abril, la extrema izquierda, próxima a Jean-Luc Mélenchon, intentó impedir que celebráramos un encuentro cerca de Lyon. Los islamoizquierdistas nos atacan porque saben que somos el único baluarte eficaz contra su desastroso plan de esclavizar a Europa. Tienen que saber que nunca cederemos a esos intentos de intimidación.

–Pasemos a la inmigración. ¿Cuál es su plan de repatriación y cómo puede aplicarse a escala europea?

–En realidad estoy a favor de la repatriación de los extranjeros delincuentes, inscritos en la lista S o parados de larga duración. Para ello, en Francia hay que pasar de la ley de inmigración a la ley de expulsión, suprimir el pago de prestaciones sociales no contributivas a los extranjeros, suprimir el derecho del suelo y la reagrupación familiar.

El objetivo de Reconquista no es reducir la inmigración, sino invertir el flujo. Se trata de un reto civilizatorio que exige una respuesta a escala europea

El objetivo de Reconquista no es reducir la inmigración, sino invertir el flujo. Se trata de un reto civilizatorio que exige una respuesta a escala europea. Reconozcámoslo: solo en 2023 desembarcaron en Lampedusa 124.000 inmigrantes, casi el doble que en el mismo periodo de 2022. Esto es solo el principio, dada la vertiginosa dinámica demográfica que se está produciendo en África. Cada día nacen más niños en Nigeria que en toda la Unión Europea.

– ¿Cómo afrontar lo que es un desafío a la civilización?

–No protegeremos a Francia abandonando a Italia a su suerte: no es justo para nuestros amigos italianos ni eficaz para la seguridad de los franceses. Es absolutamente necesario revisar el funcionamiento del espacio Schengen.

Al igual que el ex embajador francés en Argelia, Xavier Driencourt, creo que debemos restringir la libertad de circulación en este espacio únicamente a los europeos. No es normal que un extranjero que no es ciudadano Schengen pueda cruzar de un país europeo a otro sin ningún control, solo porque ha entrado una vez en el espacio Schengen.

–¿Qué no se ha hecho aún y qué podría hacerse?

–Seamos claros: la Unión Europea no ha hecho absolutamente nada para combatir la inmigración masiva. Al contrario, se ha negado a proteger las fronteras exteriores de Europa, ha creado un mecanismo de distribución forzosa de migrantes entre los Estados miembros, ha desarmado la agencia de guardacostas Frontex y apoya y financia a las oenegés pro migrantes que son cómplices de las redes de traficantes.

–¿Podría concretar sus medidas?

–En Reconquista abogamos por la creación de un bloqueo naval en el mar Mediterráneo para interceptar los barcos, desembarcar a los inmigrantes en los puertos de salida y destruir sistemáticamente las embarcaciones utilizadas por los traficantes.

Abogamos por la creación de hot spots en los países de salida donde se puedan registrar y tramitar las solicitudes de asilo dentro del espacio Schengen, somos partidarios de financiar una gran campaña de comunicación en África para disuadir de emigrar, inspirada en el «No Way» australiano.

–¿Y en lo tocante a la cooperación con esos países?

–Queremos condicionar la ayuda oficial al desarrollo y la firma de acuerdos comerciales con los países de emigración al retorno sistemático de sus nacionales expulsados por los Estados miembros de la Unión Europea.

–Eso implica cambios legislativos sustanciales a nivel europeo.

–Lucharemos en la Eurocámara por la derogación del Pacto de Asilo y Migración y de la Directiva europea sobre reagrupación familiar.

–A propósito de familia, pero bajo un aspecto totalmente distinto: ¿se está aún a tiempo de frenar la pretensión de Macron de considerar el aborto como un «derecho» fundamental en Europa?

–Nuestra posición es clara y difiere de la de An: nos oponemos a la inclusión del aborto en la Constitución francesa y en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Creo poder afirmar que esta posición es bastante compartida en el seno del grupo conservador.

– ¿También por las mujeres europeas?

–Como la inmensa mayoría de las mujeres, considero que la mayor amenaza para nuestros derechos es la deriva salvaje de la sociedad, la explosión del acoso callejero y las agresiones sexuales atribuibles a la inmigración (los extranjeros son responsables del 77 % de las violaciones cometidas en las calles de París), y el avance del Islam político, que obliga a un millón de mujeres en Francia a llevar el velo islámico.

–¿Debemos resignarnos a padecer el rodillo progresista en materia social?

–Como decía el cardenal de Richelieu, «la política es el arte de hacer posible lo necesario».

–¿Qué sería lo necesario?

–Luchar contra la ideología de la deconstrucción que promueve el advenimiento de un hombre sin puntos de referencia, sin raíces y sin identidad sexual. Personalmente, no me arrepiento de ninguno de los compromisos que asumí en su momento en defensa de la familia y del derecho del niño a tener un padre y una madre.

Pertenezco a una generación que luchó contra la legalización del matrimonio homosexual en 2013, luché contra la procreación asistida sin padre y hoy doy la voz de alarma contra la banalización de toda procreación asistida.

Soy quizá la única candidata a las europeas que no se resigna a esta huida hacia delante progresista

Soy quizá la única candidata a las europeas que no se resigna a esta huida hacia delante progresista, y estoy convencido de que, con nuestros aliados polacos, italianos, húngaros y españoles, podemos proteger nuestros valores civilizatorios y poner coto al activismo LGBT.

–¿Cómo se puede contrarrestar la presión de estos grupos?

–Frente al activismo LGBT, tenemos que emprender la lucha metapolítica y cultural. Por ejemplo, hemos creado Padres Vigilantes, una asociación de 60.000 personas que lucha con uñas y dientes contra la introducción de la ideología de género en nuestras escuelas, y que ha conseguido que se cancelen varios talleres y espectáculos organizados por drag-queens en bibliotecas municipales.

Continuaremos esta lucha en el Parlamento Europeo, dando prioridad a la lucha contra toda propaganda wokista o LGBT y apoyando políticas familiares que animen a los europeos a tener más hijos.

–¿Cuál es el papel de los políticos en la batalla cultural? ¿Deben adelantarse a la movilización de la opinión pública o apoyarla?

–Ceder al espíritu de los tiempos no es política, es demagogia. Personalmente, creo en la política y defenderé siempre mis convicciones, aunque se juzguen minoritarias o desfasadas, porque los responsables políticos debemos buscar convencer más que alinear nuestras posiciones con la opinión del momento. También creo que debemos poner en marcha proyectos educativos y culturales para recuperar la reputación de la transmisión del conocimiento y la batalla de las ideas. Es lo que modestamente he intentado hacer creando y dirigiendo el Issep, una escuela de ciencias políticas que ya ha formado a cerca de 500 estudiantes.

– ¿Qué conclusiones saca de la reciente polémica sobre la gestación subrogada, en la que todo el mundo estaba en su contra?

–Desengáñese, no todo el mundo estaba en mi contra, al contrario. Cuando señalé que era una monstruosidad porque consistía en alquilar los úteros de las mujeres y reducir los niños a mercancías, recibí un enorme apoyo. Sobre todo, volví a situar esta cuestión en el centro del debate, pues ya se había convertido en algo tan corriente que era solo cuestión de tiempo que se legalizara.

Desde que estalló la polémica, nunca se había hablado tanto de la gestación subrogada, y la opinión de los franceses ya ha cambiado: según la última encuesta publicada por el instituto demoscópico Ifop el apoyo de los franceses a la gestación subrogada ya ha bajado 3 puntos. Este es un ejemplo, entre muchos otros, de que las batallas perdidas de antemano son las que nos negamos a librar. ¡Los franceses votan por el coraje!