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08 de septiembre de 2024

Aquilino Cayuela
AnálisisAquilino Cayuela

Europa, ante China

La gira de Xi Jinping por Europa ha estado adornada de buenas palabras, pero en lo esencial nada cambia

Actualizada 04:30

El presidente chino Xi Jinping junto con el francés Emmanuel Macron

El presidente chino Xi Jinping junto con el francés Emmanuel MacronAFP

La llegada de Xi Jinping a Europa no ha ofrecido avances significativos a pesar de la aparente armonía. La presidenta de la Comisión Europea, el jefe de Estado chino y el presidente francés intercambiaron ideas en París. La aparente armonía no oculta los profundos desacuerdos.

Públicamente, Xi Jinping no dio ningún indicio de responder a las preocupaciones y acusaciones de sus interlocutores europeos. La presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, y el presidente francés, Emmanuel Macron, subrayaron durante su reunión con Xi, que China debía ofrecer condiciones competitivas justas para las empresas europeas.

La presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, recordó que la línea oficial de los europeos busca minimizar el riesgo de depender de una China gobernada autocráticamente, sin desvincularse de sus buenas relaciones económicas con Pekín.

Las relaciones con China son complejas. Los líderes europeos creen alternativamente que China debe ser tratada como un rival sistémico, un competidor económico y un socio en la protección del clima.

La Unión Europea también quiere que China desempeñe un papel constructivo en la guerra de agresión rusa contra Ucrania. Esta guerra abierta y sin fin a la vista supone la máxima alteración del orden europeo y por ello los representantes de la UE exigen que China use su influencia sobre Moscú.

Consideran que el gobierno de Pekín debe abstenerse de suministrar bienes que puedan ser utilizados por el Ejército ruso en su guerra. Ante esto la respuesta de Xi se ha centrado en afirmar que China «ni ha generado la crisis ucraniana, ni está tomando partido».

Geopolíticamente, Europa como socio preferente (y deudor) de Estados Unidos busca a toda costa moderar el ascenso de China y, más que eso, evitar un gran choque que sería catastrófico para la economía y la paz mundial.

Hemos de tener en cuenta que China sigue al alza y que invierte mucho en recursos diplomáticos necesarios para vender sus iniciativas. Cuenta con más embajadas y oficinas de representación en todo el mundo que cualquier otro país, y los diplomáticos chinos intervienen frecuentemente en conferencias, publicando un sinfín de artículos sobre las iniciativas de China en los medios.

Este aparato diplomático cuenta con el apoyo de redes chinas muy extensas. La red internacional de noticias de China, CGTN, tiene el doble de oficinas en el extranjero que la CNN, y Xinhua, el servicio oficial de noticias chino cuenta con más de 180 oficinas en todo el mundo.

Aunque los medios de comunicación chinos se perciben a menudo en Occidente como burdas herramientas de propaganda, cuentan con una enorme capacidad de promover una imagen positiva de China y de sus dirigentes.

De forma oblicua sus medios tienden a desestabilizar las políticas europeas, principalmente en países con gobiernos débiles, sobre todo si se sostienen por apoyos de minorías ultraizquierdistas y nacionalistas, como es el caso de España.

En un estudio publicado en 2024, por académicos internacionales se encuestó a más de 6.000 personas de 19 países para ver si China era más eficaz que Estados Unidos a la hora de vender su modelo político, económico y su rol como líder mundial.

Al principio, los participantes preferían a Estados Unidos en un 83 % en el modelo político y un 70 % en el económico, aprobando en un 78 % el liderazgo estadounidense. Pero cuando se les expuso a los mensajes de los medios de comunicación chinos los participantes cambiaron y prefirieron los modelos chinos a los de Estados Unidos.

Pekín también recurre a la fuerza de las empresas estatales y del sector privado del país para promover sus objetivos. Las empresas tecnológicas chinas, por ejemplo, no sólo proporcionan conectividad digital a diversos países, sino que también permiten a los Estados emular muchos elementos del modelo político de Pekín.

En Zambia, por ejemplo, la adopción del «estilo chino» para el dominio de Internet dio lugar al encarcelamiento de varios opositores zambianos por criticar al presidente en la red.

Expertos del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores revelaron que las «middleboxes» de Huawei (dispositivos integrados en la red que se ubica en la ruta entre dos hosts finales de comunicación y puede monitorear, filtrar o transformar flujos de paquetes de información) estaban bloqueando numerosos sitios web en 17 países.

Cuantos más Estados adopten las normas y las tecnologías chinas más riesgo de que se supriman las libertades políticas y civiles, y más podrá Pekín socavar el sistema internacional de defensa y las políticas.

Xi ha potenciado el papel del aparato de seguridad chino como herramienta diplomática. El Ejército Popular de Liberación de China realiza maniobras en un número creciente de países y ofrece entrenamiento a militares de todo el mundo en desarrollo.

El año pasado, China reunió en Pekín a más de 100 altos mandos militares de unos 50 países africanos, con el argumento de promover la paz y garantizar la estabilidad, pero en el fondo buscaba promover el sistema de seguridad colaborativa que China desea.

Esta visita a Europa se ha concluido sin compromisos y evidenciando que Xi no está dispuesto a hacer concesiones a Europa.

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