Elecciones europeas 2024
¿Por qué Marine Le Pen ha dejado KO a Macron?
La supervivencia política del presidente depende de unas legislativas más que aleatorias
La disolución de la Asamblea Nacional –habrá elecciones legislativas de aquí a 35 días, justo antes de los Juegos Olímpicos– es el «arma atómica», de la jerga política gala con la que Emmanuel Macron ha replicado a la humillante derrota de su candidata, Valérie Hayer, a manos del candidato de Marine Le Pen, Jordan Bardella. El objetivo es nítido: facilitar, cínicamente, la formación de un Gobierno encabezado por una personalidad de la Agrupación Nacional –Le Pen o Bardella– que se muestre incapaz de invertir la curva del paro o de encauzar la inmigración, siempre que la formación populista gane los comicios anticipados.
17 puntos de diferencia entre Hayer y Bardella
Veremos si se cumple el cuento de la lechera pergeñado en el Elíseo, desde donde se vendía, en los últimos días, el relato según el cual el jefe del Estado no movería ficha antes del final de los Juegos Olímpicos. Lo cierto es que 17 puntos de diferencia entre Hayer y Bardella –los últimos sondeos así como las fuentes consultadas por El Debate no apostaban por más de quince– han puesto a Macron en una situación insostenible: nunca desde 1979 –fecha de las primeras elecciones directas a la Eurocámara–, el partido del inquilino del Elíseo había sido vapuleado con tal intensidad; ni siquiera el Partido Socialista en 1994, en pleno crepúsculo de Mitterrand, o la derecha rota en mil pedazos en las elecciones de 1999.
El efecto Gabriel Attal
El primer responsable es el mismísimo Macron, cuyo fallo, desde su reelección en 2022, se puede calificar de multiorgánico: las victorias pírricas en el Parlamento sobre las pensiones y la inmigración no han desembocado en ningún retorno político favorable para el presidente. Seis meses después de su nombramiento como primer ministro, el efecto Gabriel Attal –destinado a estimular el macronismo– acaba en aguas de borrajas; la exigua mayoría –no absoluta– parlamentaria está partida en dos entre liberales y socialdemócratas. Ahora su supervivencia depende de unas legislativas más que aleatorias.
La principal causa del naufragio de Macron es la inmigración. En clave estrictamente política, el presidente paga su pésima gestión de la ley aprobada a primeros de año, tras un laborioso trámite parlamentario y una notable poda por parte del Consejo Constitucional. En el inicio del proceso, su Gobierno, por medio del ministro del Interior, el sulfúrico Gérald Darmanin –su perfil resulta sospechosamente bajo en los últimos tiempos– presentó un proyecto destinado a evitar la división de los tres grupos parlamentarios que conforman su mayoría relativa.
No solo no cumplió este objetivo, sino que el texto, tras ser endurecido por el Senado –la derecha es mayoritaria en la Cámara Alta– volvió a la Asamblea Nacional, que lo rechazó sin debate, antes de votar una versión muy derechizada. Fue un revés de gran calado para Macron, que quedaba expensas de una derecha a la que intenta destruir desde 2017. De cara al país, dio la imagen de no controlar los acontecimientos. La posterior intervención del Constitucional, vaciando la ley de contenido, devolvió al presidente al punto de partida: ¿para qué tanto desperdicio político?
Más aún si se tiene en cuenta que la situación se agrava en la calle: los delitos cometidos por extranjeros en situación irregular aumentan constantemente, las redes de narcotraficantes controladas por magrebíes –véase el caso de Canteleu, en Normandía– están más poderosas que nunca; mientras la extrema izquierda, opción electoral favorecida por los musulmanes, está aprovechando el conflicto de Oriente Medio para agitar aún más la calles y los campus universitarios, como lo demuestra la tensión que no baja en Sciences Po de París, uno de los viveros de las élites galas. Macron quería hacer de una gestión realista de la inmigración su baza contra la Agrupación Nacional. Ha logrado todo lo contrario: Bardella y Le Pen, como en el judo, han sabido aprovecharse de la incapacidad presidencial.