Israel denuncia el silencio de las organizaciones internacionales y feministas ante la violencia sexual de Hamás
«Quizás nunca sepamos quién gritó y luego se quedó en silencio. Pero los gritos resonarán para siempre». Así concluye el documental Screams Before Silence –Gritos antes del silencio–, que explora, de una manera íntima y durante una hora, el uso de la violencia sexual como arma de guerra por parte de Hamás durante la brutal masacre del pasado 7 de octubre contra Israel.
Esa fecha será recordada siempre en el ideario de los israelíes como la jornada más sangrienta de su corta historia. Más de 1.200 personas fueron brutalmente asesinadas y otras 250 fueron tomadas como rehenes, de las cuales todavía 120 permanecen retenidas por la organización terrorista en algún recóndito lugar de la Franja.
El rescate de cuatro rehenes, a principios de este mes de junio, supuso un rayo de luz para Israel, que sigue en estado de shock, casi nueve meses después. Pero la pesadilla no termina una vez que los cautivos vuelven a casa. Ese mal sueño continúa y dejará traumas y secuelas de por vida. Los supervivientes y rehenes que han decidido compartir sus historias dan cuenta de la traumática situación a la que se enfrentan. Ellos, los protagonistas, han decidido romper el silencio. Un doble silencio, impuesto, en primer lugar, por la comunidad internacional, que apenas ha abordado la violencia sexual de Hamás durante el ataque contra el Estado judío; y el silencio forzado de las víctimas, asesinadas tras ser sometidas a violaciones y agresiones sexuales.
El documental Screams Before Silence, dirigido por la empresaria estadounidense Sheryl Sandberg, deja en evidencia el sepulcral mutismo de las múltiples organizaciones internacionales de derechos humanos y feministas ante la violencia sexual cometida por la organización terrorista. Para documentar todas estas atrocidades, sobre todo, contra las mujeres, Sandberg entrevista a testigos, equipos de primera intervención, expertos médicos y forenses, rehenes liberados y supervivientes de la masacre de Hamás.
Todos los testimonios llegan a la misma conclusión: los terroristas que se infiltraron en Israel ese fatídico 7 de octubre venían con indicaciones claras, violar y agredir sexualmente a la mayor cantidad de mujeres posible. Los testigos narran pautas de comportamiento sistemáticas como cortes en los senos, mutilaciones de genitales o mujeres asesinadas completamente desnudas.
Quizás, el relato más escalofriante es el que ofrece Amit Soussana, 40 años, secuestrada por Hamás el 7-O y liberada el 30 de noviembre de 2022 en el único alto el fuego en Gaza. Soussana fue la primera mujer en confesar públicamente que fue violada por un miliciano de Hamás durante su cautiverio. Su entereza al contar la agresión sorprende. La abogada israelí no quiere o no es capaz de mostrar emoción.
Da la sensación de que todavía sigue en shock o que aún no ha sido capaz de asimilar todo lo vivido durante ese mes y medio de cautiverio. Su relato es estremecedor y es que transmite la impotencia y el miedo de saber que, más pronto que tarde, lo peor acabará pasando. Soussana fue consciente desde el primer momento, cuando los terroristas la sacaron a la fuerza de su hogar en el kibutz Kfar Azza, de que sería violada.
«Había diez hombres a mi alrededor. Mi primer instinto fue pelear. Estaba muy asustada, pensaba que me iban a violar allí mismo y que me arrastrarían a la Franja de Gaza y exhibirían mi cuerpo. Temía más eso que ser asesinada», recuerda la abogada, que confiesa que lo más duro fue tener que convivir con su violador durante 55 días.
Agam Goldstein-Almog, 17 años, también denunció «tocamientos» y situaciones que le hicieron sentir incómoda durante el tiempo que duró su cautiverio. La adolescente israelí aseguró que otras rehenes habían sido víctimas de agresiones sexuales. «Escuché a una chica que estuvo gritando mucho tiempo. '¡Por favor, no! ¡No, no, para, para, para!' Le pedía a alguien que parara. Estaban abusando de ella y, de repente, silencio. La habían disparado», describe Tali Binner, superviviente de la masacre del Festival Nova.
Tuvieron que pasar cinco meses desde el atentado terrorista de Hamás contra Israel, para que Naciones Unidas publicara un informe en el que reconocía que «hay motivos razonables para creer que se produjeron actos de violencia sexual relacionada con el conflicto –incluidas violaciones y violaciones colectivas– en múltiples lugares de Israel y de la periferia de Gaza durante los ataques del 7 de octubre de 2023». La representante especial de la ONU sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, Pramila Patten, confesó el pasado mes de marzo que, durante su visita a Israel, presenció «escenas de una violencia incalificable perpetrada con una brutalidad espeluznante».
«Las organizaciones internacionales, supuestamente dedicadas a la defensa de la mujer, han mantenido un silencio escandaloso», denuncia Blanca Navarro, doctora en Medicina y especialista en psiquiatría forense. La especialista, en un encuentro con periodistas en Madrid, reclamó la falta de implicación de movimientos como el MeToo, así como de representantes del Gobierno español, amparando su silencio en «que no había pruebas concluyentes». «No podemos permitirnos mantenernos callados», reivindicó la doctora.