Tel Aviv es Saigón, pero Israel no es Vietnam
Tel Aviv vive una tensa calma mientras la guerra se agrava en Rafah y en la frontera con el Líbano
En Tel Aviv se respira un aire a Saigón. La capital survietnamita vivía en aparente normalidad mientras el apocalipsis se desataba a su alrededor durante la Guerra de Vietnam.
Del mismo modo, la cosmopolita ciudad israelí vive aparentemente ajena a la guerra que se desarrolla al sur, en la franja de Gaza, y al norte, en la frontera con el Líbano. La gente llena sus playas, su paseo marítimo, sus bares, las familias reservan una estancia de fin de semana en hoteles en primera línea de la costa y, mientras, la guerra sigue su curso.
Un helicóptero militar que atraviesa la noche de Tel Aviv en paralelo a la playa en dirección sur parece recordar que las bombas siguen cayendo, que soldados israelíes luchan en Gaza y que el fuego cruzado en la frontera con el Líbano no cesa.
La situación de emergencia que se vivió en las primeras semanas después del 7 de octubre de 2023, cuando los cohetes del grupo terrorista Hamás se precipitaban sobre Tel Aviv y el sistema defensivo antiaéreo israelí, conocido como cúpula de hierro, mostraba casi a diario al mundo su músculo, ha dejado paso a una tensa calma.
La guerra sigue ahí, pero no se la siente en el día a día a pesar de que los rehenes continúan en manos del grupo terrorista Hamás, como se afanan en recordar las decenas de personas que cada noche llenan la denominada «plaza de los rehenes» en la ciudad.
O como demostraron los miles de manifestantes que se echaron a las calles de varias ciudades israelíes el sábado en una gran concentración para reclamar al primer ministro Benjamín Netanyahu que acepte el plan para un alto el fuego y el regreso de los rehenes.
En el norte, cerca de 100.000 israelíes han tenido que abandonar sus hogares por los combates con la milicia libanesa y viven como refugiados en su propio país. Este domingo, Hezbolá lanzó varios ataques contra varios puntos del norte de Israel en la zona fronteriza con el Líbano.
Un domingo en el que, informaron las Fuerzas de Defensa de Israel, aviones de combate israelíes destruyeron varios objetivos militares de Hezbolá en las áreas de Ramieh y Alma Al-Shaab, al sur del Líbano.
Esta realidad se impone en el día a día de la sociedad israelí. Abrir un periódico local, encender el telediario es recordar el destino de los más de cien rehenes que siguen en manos de Hamás.
El visitante que desembarque en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, lo primero con lo que se encontrará antes de poner un pie en Israel es con un largo pasillo, imposible de eludir por el viajero, flanqueado por las fotografías de todos los rehenes secuestrados por Hamás, con un mensaje: «Traedlos de vuelta a casa».
«Traedlos de vuelta a casa» se ha convertido en un mantra, en un lema coreado por los manifestantes que reclaman a Netanyahu que ponga fin a la locura que vive el país y que devuelva la paz a un Israel inmerso en 9 meses de guerra en la franja de Gaza y en la frontera norte.
Con todo, Israel sí tiene la percepción de que vive con una amenaza permanente de los enemigos cercanos (Hamás, Hezbolá, hutíes, Irán…), pero también del terrorismo global.
El ataque también este domingo contra una sinagoga –y contra una iglesia– que ha dejado en la región rusa de Daguestán un saldo de al menos diez muertos y dieciséis heridos parece subrayar esa percepción de asedio global al pueblo judío, y reafirma las posiciones de los políticos sionistas de la necesidad de que el pueblo judío debe poder encontrar refugio frente al odio antisemita contra el Estado de Israel.
En un encuentro organizado para periodistas por la Europe Israel Press Association (EIPA), el jefe de la oficina político-militar del Ministerio de Defensa de Israel, Zohar Palti, se mostró muy rotundo respecto a la situación de extrema urgencia que atraviesa Israel desde el 7 de octubre de 2023.
«No recuerdo nada como esto en los últimos años», aseguró. El 7 de octubre, afirmó, «fue una tormenta» que puso en entredicho la efectividad del sistema de seguridad de Israel.
No obstante, subrayó que Israel continuará la guerra hasta que se cumpla el objetivo de liberar a los rehenes e hizo hincapié en la responsabilidad palestina en el estallido de la guerra en Gaza: «Después de la Segunda Intifada llevamos dos décadas tratando de hablar con ellos (los palestinos)». ¿El resultado de ese intento de conversación?: el 7 de octubre de 2023.
También hizo hincapié en que, desde la retirada de las Fuerzas de Defensa de Israel de la Franja tras la Segunda Intifada, «el Ejército de Israel no ha estado en Gaza durante todo este tiempo. No ha habido colonos en este tiempo».
Asimismo, se mostró muy claro respecto al futuro de la guerra: «Nadie planea regresar a Gaza. Nadie dice que Israel tenga que tomar Gaza de nuevo».
Con todo, señaló que donde de verdad Israel se está jugando su futuro es en el Líbano y, en ese sentido, se mostró muy claro: «Si el Líbano no detiene la ofensiva (de Hezbolá), volverá a la edad de piedra».
Insistió en que «Israel no tiene ningún interés en entrar en el Líbano. No va a haber una operación terrestre o una invasión».
Sin embargo, «es nuestra responsabilidad como Estado que la gente en el norte (los refugiados israelíes) pueda regresar a sus hogares».
¿Hasta dónde puede llegar la guerra en la frontera con el Líbano si Hezbolá no pone fin a sus ataques? Palti también se expresó con rotundidad en esta ocasión: Israel no va a invadir el Líbano, pero si tiene que arrasar Beirut, lo hará, hasta dejarla convertida en un solar.