Macron acepta la dimisión de su Gobierno a diez días de los Juegos Olímpicos

«Para que este periodo llegue a su fin lo antes posible, corresponde a las fuerzas republicanas trabajar juntas para construir una unión en torno a proyectos y acciones al servicio de los franceses y francesas», dicta el Elíseo en un comunicado.

A poco más de una semana para la inauguración de los Juegos Olímpicos que se disputarán en París, Macron acepta, finalmente, la dimisión de su primer ministro Gabriel Attal, tras serle denegada cuando la presentó.

El ejecutivo manejará «los asuntos cotidianos hasta que se nombre a un nuevo Gobierno», indicó la presidencia, después de que la coalición de Macron fracasara en obtener una mayoría en las elecciones legislativas anticipadas.

Este anuncio se ha tomado tras una reunión del Consejo de Ministros celebrada este martes. La última antes de que se constituya la nueva Asamblea Nacional de Francia.

La elección de Macron por Attal, que se suponía que se incorporaba a su gabinete para aportar savia nueva como el primer ministro más joven de la historia francesa (con tan sólo 35 años) le ha salido rana. Ya al día siguiente de las elecciones, Attal presentaba la renuncia de su cargo.

Según las previas pesquisas periodísticas, porque el joven no estaba de acuerdo con el suicidio político que suponía este adelanto electoral auspiciado por Emmanuel Macron. Una debacle, tal y como se ha comprobado al quedar Renacimiento, su formación política, en tercera posición.

Parece que todo se desata en el último momento con un Gobierno que entra en interinidad con dimisiones en masa y un descontento generalizado. Pero, seguirá en funciones y gestionando la nación francesa hasta que finalicen unos Juegos Olímpicos en una Francia convulsa.

En un primer momento, se podría pensar que Macron abandona el barco en el peor momento. Pero, la realidad es que se echa a un lado para que los nuevos miembros de la izquierda francesa tomen posesión de su escaño en el Parlamento francés lo antes posible y no dejarlo vacío de poder.

La única solución presidencial sería nombrar nuevas caras, pero la Constitución francesa impide compatibilizar los cargos en el Ejecutivo con la tarea parlamentaria. El tiempo se agota antes de la entrada de la futura hornada de políticos que hace inviable el nombramiento de sustitos ante un inminente nuevo Gobierno galo. Por estos dos motivos, un Macron en funciones busca una salida digna que pase desapercibida después de organizar la cita deportiva más célebre del mundo.

El momento político que vive nuestro vecino norteño lo podríamos definir como desconcertante con altas dosis de incertidumbre. Ya que ayer la izquierda de Francia Insumisa rechazaba a la economista Laurence Tubiana como candidata a primera ministra propuesta por el Nuevo Frente Popular, sus socios en el futuro Gobierno.

A esto hay que añadir que a finales de junio, El Debate tras entrevistar a personalidades formadas en DD.HH de la comunidad judía, declaraban a este medio de comunicación la probabilidad de altercados o conatos de violencia. El propio Macron caldeaba el ambiente ante una posible «guerra civil en Francia» por la polarización en el voto. Y ahora la forzada dimisión de su primer ministro no ayuda a otorgar la necesaria estabilidad a una gran nación como Francia.