Pablo Eduardo Victoria Wilches, la historia lo echará de menos
Victoria era doctor en economía por la Universidad de Chicago y había sido senador y congresista colombiano. Nos dejó, después de una dura enfermedad, con la tristeza de no haber sido presidente de La República de Colombia
Conocí a Eduardo Victoria Wilches porque nuestra común pasión por la historia de España nos hizo encontrarnos en el camino. De ello hace unos veinte años y desde entonces nos hicimos amigos, no sólo de él , si no de toda su gran familia.
Me emocionaba en aquella época, como todavía lo sigue haciendo, su amor por mi patria y también por la suya que entendía, como evidentemente no puede ser de otra forma, dos caras de una misma moneda.
Los destinos de España y Colombia, como los de toda Iberoamérica han sido y deben seguir siendo, siempre comunes. América he de decir, es una novia que nunca nos ha dejado de querer. Con los resquemores propios de una pareja que se separa, pero con el noble cariño del recuerdo de una larga convivencia común.
Pablo era un erudito de nuestra común gran historia y se desvivía narrando en sus múltiples libros todas las proezas de héroes de nuestra nación, muchos de ellos olvidados por una clase política mediocre en un imperio que empezaba su decadencia en el siglo de La Ilustración. El Virrey Eslava , máximo representante de La Nueva Granada , podría ser la iconografía de uno de esos personajes políticos sin amplitud de miras, que no vio las capacidades del Almirante Blas de Lezo, que tuvo que luchar contra su criterio en la defensa de Cartagena de Indias.
El general Lezo, como así era conocido, defendió hasta el último momento con coraje y tesón, la bella ciudad de Cartagena, llave del imperio español en Sudamérica y gracias a cuya victoria en 1741 en la famosa batalla de la oreja de Jenkins, hoy se habla castellano en la inmensa parte del continente hermano.
Con enorme inferioridad numérica en navíos contra los ingleses y sitiados hasta el castillo de La Popa, los españoles, al mando de este medio hombre que carecía de un brazo, un ojo y una pierna, derrotamos a los ingleses al mando del Almirante Vernon que tuvo que regresar humillado y con pésimas noticias a la ciudad del Támesis.
Debemos reconocerle al historiador Pablo Victoria que ha desempolvado del olvido a ese gran hombre de la nuestra historia común que fue el general de Pasajes en la provincia de Guipúzcoa. Es emocionante que fuese un colombiano quien rescatase de las penumbras a uno de los héroes más significativos de nuestra historia, cuando muchos en la actualidad a ambas orillas del Atlántico quieren emponzoñar y desvirtuar nuestro gran destino común , que es la hispanidad. Pues eso era mi amigo Pablo, un hispanista que llevaba en la sangre su amor por dos mundos que se encontraron y siguen conviviendo a pesar de muchos palos en la rueda, a través de los siglos.
Recuerdo en uno de mis múltiples viajes a Colombia que me insistió en conocer Villa de Leyva , de camino a la localidad, que era lugar de veraneo de los virreyes de Nueva Granada , detuvo su carro en el puente de Boyacá y nos bajamos porque quería explicarme in situ la famosa y determinante batalla . Me sorprendió que su esposa Cristina Grueso , no quisiese bajarse del carro y exclamó con lánguida voz: «Ay no Pablo, anda baja y muéstrale tu , que acá se perdió todo». Victoria era doctor en economía por la Universidad de Chicago y había sido senador y congresista colombiano y estoy convencido que nos dejó, después de una dura enfermedad, con la tristeza de no haber sido presidente de La República de Colombia. Virtudes y coraje le sobraban para ello. Hasta siempre querido Pablo, que el Apóstol Santiago, patrón de las Españas te cuide .