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18 de septiembre de 2024

Un dron de Hezbolá interceptado por las fuerzas aéreas israelíes sobre el norte del país hebreo

Un dron de Hezbolá interceptado por las fuerzas aéreas israelíes sobre el norte del país hebreoAFP

Israel y Hezbolá ponen a prueba sus líneas rojas en una particular guerra de baja intensidad

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha advertido, tras lanzar el mayor ataque contra el Líbano en casi dos décadas, de que todavía no ha dicho «su última palabra»

El conflicto que muchos insisten en catalogar como guerra de baja intensidad entre Israel y la milicia chií libanesa Hezbolá ha sobrepasado todas las líneas rojas este fin de semana. El Ejército israelí lanzó, este domingo, el mayor ataque contra el Líbano en casi dos décadas, matando a tres personas, entre ellas un miliciano. Cerca de unos 100 aviones abrieron fuego contra posiciones de Hezbolá, en el sur del país mediterráneo. El Estado judío ha defendido su actuación por tratarse de un «ataque preventivo» al percibir movimientos sospechosos de la milicia en la frontera.

El Partido de Dios no dudó en responder con una andanada de más de 300 cohetes y drones contra el norte de Israel que, en su caso, mató a un soldado de la Armada. Para Hezbolá, este ataque se trata solo de la «primera fase» de su respuesta al asesinato de su máximo comandante, Fuad Shukr, en un ataque israelí, el pasado mes de julio en Beirut. Tras un intenso fuego cruzado, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, aseguró que no tiene intención de escalar el conflicto, pero, flanqueado por su ministro de Defensa, Yoav Gallant, advirtió de que el país no ha dicho todavía «su última palabra».

«Estamos decididos a hacer todo lo posible para proteger nuestro país, devolver a los residentes del norte sanos y salvos a sus hogares y seguir manteniendo una regla simple: quien nos haga daño, nosotros le haremos daño», subrayó el primer ministro israelí, este domingo, antes de dar comienzo a la reunión con el gabinete de seguridad para abordar la situación. El propio Netanyahu fue el encargado de dirigir, durante la madrugada, las operaciones contra el Líbano, que han puesto a Israel en estado de emergencia militar hasta nueva orden.

El turno de réplica llegó también para Hezbolá. El secretario general del Partido de Dios, Hasan Nasrallah, explicó que el principal objetivo del ataque era la base militar de Glilot, que alberga el cuartel general del Mosad y a la Unidad 8200 de Inteligencia, de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Nasrallah negó que la ofensiva israelí fuera una operación «preventiva», sino un «ataque» contra el Líbano. Aunque el líder de la milicia chií no quiso revelar cuáles serán los siguientes pasos en su aclamada venganza por la muerte de su máximo comandante, sí amenazó con usar misiles balísticos en un futuro ataque.

Ante el temor de que este conflicto acabe por convertirse en una guerra abierta entre Israel y el Líbano, la ONU pidió a ambas partes una desescalada del conflicto. «En vista de los preocupantes acontecimientos que se han producido desde la madrugada, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNSCOL) y la UNIFIL –Cascos Azules– piden a todos que cesen el fuego y se abstengan de intensificar aún más la violencia», versa el comunicado del organismo internacional. Sin embargo, son los hutíes de Yemen, nuevamente, los que amenazan a Israel con más ataques.

La escalada entre Hezbolá e Israel coincide con el inicio de una nueva ronda de negociaciones para acordar un alto el fuego en la Franja de Gaza, mientras que las autoridades de Hamás elevaron el número de fallecidos en el enclave a más de 40.000. Hasta El Cairo se desplazaron, este domingo, los directores de las dos agencias de inteligencia israelíes, Shin Bet y Mosad, Ronen Bar y David Barnea, que se reunirán con los mediadores de Egipto, Qatar y Estados Unidos. Hamás asiste al encuentro, pero de forma indirecta, ya que sigue sin ceder en sus exigencias.

El grupo terrorista palestino reclama el fin de las hostilidades y la retirada total de las tropas israelíes de la Franja. Unas demandas incompatibles con uno de los objetivos principales de Israel en esta guerra: erradicar por completo a Hamás. Las expectativas de que ambas partes acuerden una tregua son cada vez más bajas, mientras crece el temor a que el polvorín libanés, y un cada vez más probable error de cálculo, acabe por arrastrar a toda la región hacia un conflicto de gran envergadura.

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