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Julio Borges Junyent
AnálisisJulio Borges JunyentEl Debate en América

La teoría del 'Cisne Negro' y el ocaso del régimen de Maduro

Figuras importantes del chavismo expresan con vehemencia que las elecciones han sido un fraude y comienzan a verse con nitidez dos grupos: el chavismo por un lado y el madurismo por el otro

Actualizada 04:30

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, saluda a simpatizantes en una manifestación a favor de su Gobierno, este sábado en Caracas (Venezuela)

El mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, en una concentración en Caracas (Venezuela)EFE

En el año 2007, Nassim Nicholas Taleb popularizó la noción de Cisne Negro a través de su libro: El Cisne Negro, el Impacto de lo altamente improbable. Cuando hablamos de un 'Cisne Negro', estamos hablando fundamentalmente de un evento muy especial que puede llegar a cambiar la realidad.

El término 'Cisne Negro' nace de una creencia según la cual todos los cisnes son blancos hasta que se descubrió en Australia la existencia de un cisne negro. Esta anécdota histórica muestra que a veces se vive bajo supuestos asumidos como verdaderos, pero que la propia realidad se ocupa de desmentir.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con el dictador Nicolás Maduro? Mi convicción es que mucho. Decíamos que un 'Cisne Negro' es un evento que puede llegar a cambiar la realidad de modo intenso. Según Taleb, este evento tiene tres características que lo hacen especial: lo primero, es lo raro: es un hecho que se encuentra fuera de las expectativas normales. Es decir, difícil de predecir.

Lo segundo, es su impacto extremo: cuando ocurre tiene unas consecuencias enormes y de impacto profundo y tercero, lo más relevante para mí, retrospectiva predecible: después que ocurre el evento, la gente cae en la cuenta de que lo que sucedió era explicable, rastreable, casi que lógico e inevitable, a pesar que nadie lo veía venir. Casos de 'Cisne Negro' son las crisis económica del 2008, Chernóbil o el 11 de septiembre.

Pues bien, esta semana estamos cumpliendo un mes de las elecciones robadas por Maduro en Venezuela. El juego parece totalmente paralizado. La incertidumbre es total y Maduro cree falsamente que domina todas la variables y todos los hilos de la realidad para imponerse cubanamente durante décadas al pueblo venezolano y a Occidente. Sin embargo, la realidad y la libertad son tercas. En el corto o mediano plazo un 'Cisne Negro' surgirá y Maduro estará fuera del poder y saldrán muchos analistas, que hoy ven todo oscuro, a decir: es lógico, era claro que vendría, se podía ver.

En el caso de Venezuela, Maduro ha forzado la realidad a niveles imposibles de mantener. La mentira del fraude, el robo brutal del voto, la represión violenta contra decenas de miles de venezolanos, la penalización de las ONGs, la supresión de las redes sociales, y su relación con Rusia, China, Irán, Cuba y Nicaragua para convertir a Venezuela en una Corea del Norte en el corazón de América. A pesar de que Maduro ha dado todas estas muestras de extrema brutalidad y salvajismo, su destino es salir del poder.

Maduro ha forzado la realidad a niveles imposibles de mantener

¿Cual serán sus posibles 'Cisnes Negros'? Maduro tiene ya grietas muy importantes que se irán convirtiendo en fracturas. Figuras importantes del chavismo expresan con vehemencia que las elecciones han sido un fraude y comienzan a verse con nitidez dos grupos: el chavismo por un lado y el madurismo por el otro. Estas grietas se notan tanto en el ámbito militar como en el ámbito político.

El 'Cisne Negro' para Maduro vendrá como consecuencia de haber forzado y violentado la realidad a un nivel tan extremo que terminará fracturándose el bloque de poder y Maduro saldrá del poder. Esa fractura se podrá expresar de muchas formas, pero va a suceder como rebelión militar, política o social.

Un elemento que quiero subrayar en la dinámica posterior a las elecciones del 28 de julio, y que tiene incidencia en el desenlace del 'Cisne Negro', es la presión del mundo libre, que debe aumentar y continuar. Especialmente clave es el papel de México, Colombia y Brasil, quienes han tenido una posición de no reconocer a Maduro, lo cual es positivo. Sin embargo, son tibios en su condena a las violaciones atroces de los derechos humanos, y de algún modo siguen en el capítulo de exigir a Maduro, a su árbitro y su tribunal la presentación de unas actas electorales que todos sabemos que no existen, a menos que se le dé tiempo para fabricarlas fraudulentamente.

Esperamos mucho más de Luiz Inácio Lula da Silva, Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a pesar de que sus posiciones ideológicas e históricas no han sido consistentes: los tres han denunciado estridentemente abusos electorales en sus países que no son ni el 0,1 por ciento de lo que vivimos en Venezuela.

Otro caso grave y decepcionante es el del Gobierno de España, que sigue enredado en la telaraña de José Luis Rodríguez Zapatero y sus intereses macabros. Todo en detrimento de millones de Venezolanos, que sufren en carne y hueso la pérdida de todo su futuro, su dignidad, su familia y su patria.

Mención de honor merece el presidente de Chile, Gabriel Boric, que ha hecho un deslinde claro entre el totalitarismo corrupto de Maduro y su posición de izquierda. Es lo que esperamos de la izquierda mundial. Venezuela es una tragedia humana, producto de una dictadura podrida, no es una disputa ideológica.

Pero más allá de esos juegos de poder, intereses e ideología, la fuerza de la historia y la libertad son como un río caudaloso que no puede ser detenido. Sobre ese río se deslizan un 'Cisne Negro'.

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