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Jean-Luc Mélenchon, líder del partido de izquierda radical La Francia Insumisa, en París

Jean-Luc Mélenchon, líder del partido de izquierda radical La Francia Insumisa, en ParísEFE

La izquierda francesa azuza la calle contra Macron por su decisión de nombrar primer ministro a Barnier

El líder de La Francia Insumisa, el radical Jean-Luc Mélenchon, ha acusado al presidente galo de «robar» las elecciones y ha convocado, este sábado, la movilización «más fuerte posible»

El nombramiento de Michel Barnier como primer ministro de Francia ha levantado muchas ampollas, sobre todo, en la coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (NFP), que consiguió alzarse con la victoria en las elecciones legislativas del pasado 7 de julio. A pesar de ser la primera fuerza en la Asamblea Nacional (Cámara Baja), el presidente galo, Emmanuel Macron, y tras un singular baile de nombres, se decantó por un fiel veterano de Los Republicanos (LR) –equivalente al Partido Popular español– virando su mandato hacia la derecha.

Las reacciones por parte del NFP no se hicieron esperar. El líder del partido de izquierda radical de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, acusó directamente a Macron de haber «robado» las elecciones a los franceses. «El presidente acaba de negar el resultado de las elecciones legislativas que él mismo convocó», recriminó el líder izquierdista. Un mensaje que replicó el secretario del Partido Socialista francés, Olivier Faure, señalando que Macron había nombrado a un primer ministro del partido que quedó en cuarta posición y que «ni siquiera participó en el frente republicano».

Pero, sin duda, lo que más indigna en sector izquierdista es que la supervivencia de Michel Barnier está ahora en manos del partido de Marine Le Pen. Agrupación Nacional (RN) ya ha anunciado que esperará a conocer el programa de Gobierno del recién apuntalado primer ministro para tomar su decisión. RN, que quedó tercero en los comicios del pasado julio detrás del NFP, 193 diputados, y el bloque macronista, 166, está haciendo valer sus 126 escaños. La estrategia de Le Pen fue sencilla, esperar la llamada de Macron mientras observaba cómo las fuerzas de izquierda no conseguían ponerse de acuerdo para nombrar un candidato.

Cuando la llamada llegó, Le Pen y su delfín Jordan Bardella desfilaron por El Elíseo, impusieron sus condiciones y dieron el visto bueno a Barnier, siempre y cuando, sus propuestas sobre inmigración y seguridad fueran recogidas en el próximo programa del Ejecutivo francés. Barnier, en su primer discurso tras ser nombrado primer ministro, hizo varios guiños a RN, entre los que hubo menciones a un mayor «control» de las entradas ilegales. Tras estas palabras, el medio francés Le Monde escribía: Michel Barnier, un primer ministro bajo la supervisión de Le Pen.

Esta situación frustra sobremanera al NFP, que consiguió dejar atrás sus diferencias y formar una coalición de izquierdas in extremis para evitar, precisamente, lo que está ocurriendo ahora en Francia, que el RN tuviera el poder. Por ello, La Francia Insumisa, el partido con mayor peso en la coalición del autodenominado frente republicano, ha convocado, este sábado 7 de septiembre –cuando se cumplen dos meses de las elecciones–, la movilización «más fuerte posible» en 150 ciudades francesas.

«Unámonos por el respeto de la democracia y la dignidad personal de todos. El pueblo es el único soberano. Viva la República», exhortó Mélenchon, en un mensaje en su cuenta de X, antes Twitter. Además de azuzar la calle, el LFI también ha iniciado una ofensiva política presentando una moción para la destitución del propio Macron y ya ha anunciado que tampoco apoyará la candidatura de Barnier porque «no tiene ni legitimidad política ni legitimidad republicana».

Al margen de toda polémica, el nuevo primer ministro inició, este viernes, los contactos con los líderes de los partidos de centro y derecha con la vista puesta en formar un Gobierno. Barnier tendrá que estar a la altura de su fama de forjador de consensos para sacar al país del atolladero político en el que vive inmerso desde el adelanto de las elecciones. Él mismo confesó que «habrá que escuchar mucho» y mostrar «respeto con todas las fuerzas políticas que están representadas» en la Asamblea Nacional. Pero la izquierda ya se ha movilizado y Barnier se enfrenta a su primera prueba de fuego en las calles del todo el país.

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