Suecia cambia su enfoque a la inmigración y ofrece 31.000 euros por irse del país
La coalición de derechas sueca gira el escenario migratorio con la mayor aportación de Europa para abandonar el país en un cambio histórico
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, está transformando la política neutral, liberal y, hasta ahora, algo naif de Suecia. En marzo entraba como el 32º aliado de la OTAN, uniéndose a sus vecinos finlandeses, después de la invasión rusa de Ucrania.
Sin embargo, sus esfuerzos militares no han supuesto la única novedad, si no que también se incorpora una campaña antiimigración en la política sueca. Así, Malmer Stenergard, su ministra de Migración, admite que se propone atraer a más inmigrantes «altamente cualificados». Dicho y hecho y, a finales de agosto, Stenergard aseguraba que «Suecia ha dejado de ser un país de inmigración de asilo con los permisos de residencia situados en el menor número de peticiones en 50 años».
Medidas antiinmigración
El secreto de Suecia para registrar, por primera vez, más migrantes que inmigrantes
Kristersson gobierna desde hace dos años (proveniente del Partido Moderado) en una coalición con Demócratas Cristianos, Liberales y con el apoyo externo de Demócratas de Suecia, una formación política antiinmigración. Esta agrupación de derechas ha conseguido que la inmigración disminuya un 15 %. Mientras que la migración de los habitantes suecos aumentó un 60 % dejando un resultado negativo neto de 5.700 personas, el más bajo desde 1997.
Pero, esta cifra promete seguir aumentando ya que adopta otra nueva medida aportando hasta 31.000 euros a inmigrantes para que regresen a sus países de origen. Un incremento que ha supuesto 30 veces más de compensación. Por lo que lo sitúa como el incentivo más generoso de Europa superando en más del doble en comparación con el máximo, hasta ahora, que otorgaba Dinamarca. Los daneses ofrecen hasta 13.500 euros por irse del país. También sobrepasan con creces a los 6.400 euros de Noruega y los 3.500 euros del Reino Unido.
En el sistema sueco actual, establecido en 1984, el montante para abandonar la nación tenía un límite de 900 euros para un expatriado o 3.500 euros para un conjunto familiar. Un plan que no tuvo difusión y al que el año pasado sólo se acogió un inmigrante.
Esta nueva ley, puede parecer baladí, pero supone un cambio histórico en la actitud abierta de Suecia hacia la inmigración. Tal y como adelanta The Times, el gobierno de coalición de derechas está aumentando drásticamente los incentivos de repatriación, revirtiendo las políticas anteriores que los acogían.
Hace cincuenta años, cuando Alemania empezaba a ser pionera en los primeros pagos de repatriación a inmigrantes en Europa, Suecia fue en la dirección opuesta, adoptando el multiculturalismo y acogiendo a grandes cantidades de solicitantes de asilo y refugiados reasentados. Tuvo su apogeo en 2015 cuando, pese a la crisis migratoria, acogió a más solicitantes de asilo que cualquier otro país. Ahora, el paradigma migratorio sueco es otro.