Trump y la pretensión de Israel de frenar la amenaza nuclear de Irán
La reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos plantea importantes interrogantes sobre cómo se conducirá su Administración respecto a Irán, en un contexto de alta tensión en Oriente Medio, y con Israel percibiendo una «ventana de oportunidad» para frenar las ambiciones nucleares de Teherán.
Que Trump es impredecible, que habrá que ver a los responsables que designe en el Departamento de Estado, Defensa y Seguridad Nacional, o que uno de sus principales enfoques en la política exterior es el desafío económico que plantea China, son observaciones ampliamente compartidas entre los analistas.
Sin embargo, existen claros antecedentes de cómo fue su accionar respecto al régimen de los Ayatolás durante su primer período en la Casa Blanca, y hechos recientes en los que ha quedado claro que su postura hacia Irán no será precisamente conciliadora. Entre ellos, destacan las recientes acusaciones del Departamento de Justicia de EE.UU. contra tres personas relacionadas con un supuesto complot orquestado por Teherán para asesinar al magnate republicano.
El primer mandato de Trump se caracterizó por una política de «máxima presión», en la que EE.UU. se retiró del acuerdo nuclear y aplicó duras sanciones económicas a Irán. Esta estrategia, respaldada por Israel, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, buscó reducir la influencia iraní y redefinir el orden regional en Oriente Medio.
Uno de los eventos más significativos fue el asesinato del general Qasem Soleimani, alto mando y jefe de la Fuerza Quds de Irán, en enero de 2020. Este acto, del que bromeó con que «Israel le dejó tirado en el último momento», fue un golpe crítico a las capacidades militares de Irán y un mensaje contundente de la disposición del Gobierno de Trump para actuar militarmente.
Es previsible que a partir del 20 de enero de 2025 esta postura se mantenga, y que el «efecto Trump» afecte a diversos actores estatales y no estatales en Oriente Medio en los meses previos, influyendo en la dinámica regional incluso antes de su asunción.
Una relación estratégica con Israel
Durante su primer mandato, Trump fortaleció la relación de EE.UU. con Israel. El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, junto con el traslado de la embajada de Tel Aviv a esa ciudad, y el reconocimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, marcaron un punto de inflexión en la diplomacia estadounidense en la región. Además, Trump desempeñó un papel crucial en los Acuerdos de Abraham, que establecieron la normalización de relaciones entre Israel y varios países árabes: Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán. En una medida relacionada, Trump también respaldó a Marruecos en su reclamación sobre el Sáhara Occidental, facilitando así la apertura de relaciones diplomáticas plenas entre Israel y el país norteafricano.
Estos movimientos contribuyeron a consolidar la percepción de Trump como un aliado estratégico de Israel. En su campaña, el expresidente manifestó que espera que el conflicto en Gaza haya concluido para cuando asuma nuevamente el cargo en enero. No obstante, no aclaró cómo debería lograrse, lo que sugiere que sus palabras podrían responder más a un interés electoral que a una estrategia concreta, dado que la realidad en la región suele ser compleja y resistente a los deseos políticos.
Más allá de las guerras en Gaza contra Hamás, y en el Líbano contra Hezbolá, ambas organizaciones respaldadas por Irán, la pregunta crucial es si el Estado judío logrará convencer a Trump de atacar la «matriz» del problema: el programa nuclear de Irán.
Uzi Rabi, director del Centro Moshe Dayan para estudios de Oriente Medio, advierte a El Debate que el tiempo para frenar el desarrollo nuclear iraní se está agotando, y sugiere que «es ahora o nunca», considerando que la amenaza existencial que representa Irán es más plausible que nunca tras el 7 de octubre de 2023.
Si bien se espera que Trump continúe respaldando a Israel, Rabi también advierte de que la «mano libre» que algunos esperan de la Administración estadounidense podría no ser tan simple, y que Israel necesitará diplomacia para alinear sus objetivos con los de Washington.
El mes pasado, Trump sugirió que Israel debería haber atacado las instalaciones nucleares de Irán como respuesta a los ataques recibidos, indicando un desacuerdo con la respuesta de Joe Biden en este sentido.
Perspectiva transaccional y libertad de acción
Trump es conocido por su enfoque transaccional en política exterior, lo que le permite a EE.UU. actuar sin compromisos a largo plazo ni intervenciones militares masivas. Este enfoque ha sido bien recibido en Israel, donde la postura de Trump ofrecerá una mayor libertad para actuar de manera más agresiva en los conflictos en Gaza y Líbano, sin las restricciones diplomáticas que imponen organismos internacionales.
Shmuel Rosner, investigador en el Instituto de Políticas del Pueblo Judío, observa que el Trump de 2024 está «más desamarrado» que en 2016, y que esta mayor libertad le permitirá actuar sin tener que equilibrar posturas dentro del Partido Republicano.
Rosner subraya que la imprevisibilidad de Trump, al no seguir un guion de político tradicional, puede servir como un factor disuasorio en la región. «La gente lo ve y dice 'no sabemos de lo que es capaz'», lo que genera incertidumbre en Irán y en otros actores hostiles. Esta incertidumbre, según Rosner, podría alterar los cálculos estratégicos de los adversarios de EE.UU.
A pesar de que muchos no valoraron inicialmente los Acuerdos de Abraham, Rosner señala que estos constituyen un logro notable, después de que varios presidentes intentaran promover acuerdos de paz más convencionales, sin éxito.
La política de «máxima presión» ha demostrado ser un medio efectivo para frenar la expansión iraní
En un artículo publicado recientemente por la prestigiosa revista Foreign Affairs, titulado El retorno a la paz a través de la fuerza, Robert C. O'Brien, quien fuera asesor de Seguridad Nacional de Trump, defiende que la política de «máxima presión» ha demostrado ser un medio efectivo para frenar la expansión iraní.
Argumenta que la Administración Biden ha sido percibida como débil, permitiendo a Irán aumentar sus ingresos con exportaciones de petróleo y financiar a grupos terroristas. Con Trump de regreso en la Casa Blanca, O'Brien anticipa un retorno de las sanciones severas y un refuerzo de la presencia militar estadounidense en la región, lo que, en su opinión, contribuiría a una solución más efectiva del conflicto israelo-palestino y a la contención de la influencia desestabilizadora de Teherán.
El reto nuclear
En este contexto, Irán enfrenta el desafío de cómo reaccionar ante una Administración Trump más firme. Con el régimen iraní debilitado por tensiones internas y las sanciones previas, las capacidades nucleares de Irán son una de las principales preocupaciones.
La analista y periodista israelí Caroline Glick sostiene que la reelección de Trump ofrece a Israel una oportunidad de actuar con mayor firmeza contra Hamás y Hezbolá, y sugiere que Israel debe aprovechar el período de transición entre Biden y Trump para neutralizar a estos grupos y, si es posible, atacar instalaciones nucleares iraníes.
Por su parte, Eyal Pinko, excomandante naval israelí, advierte de que aunque Irán ha avanzado en la producción de misiles balísticos, su capacidad nuclear sigue siendo el principal desafío. «Irán ya es una potencia nuclear, pese a que asegure lo contrario», afirma antes de señalar que cualquier intento de escalada por parte de Irán tendría consecuencias impredecibles y potencialmente devastadoras.
Una ventana de oportunidad
Para Israel, la transición presidencial en Estados Unidos representa una ventana crítica de oportunidad. Rabi observa que el período de interinidad en el traspaso de poder, con un Biden sin compromisos electorales, podría ser crucial para que Israel ejerza presión sobre Irán antes de que Trump asuma formalmente su segundo mandato.
Si Israel no actúa ahora, la oportunidad será irreversibleDirector del Centro Moshe Dayan para estudios de Oriente Medio
«Nunca hemos tenido esta oportunidad. Irán está debilitada, el pueblo está furioso con el régimen y sus proxies han sufrido fuertes golpes. Sabemos que el sistema de defensa aérea iraní no responde eficazmente en caso de un ataque israelí. Este es un hecho», valoró Rabi. Y asegura que Irán tiene material nuclear que pronto podría convertir en una bomba, aunque aún carece de misiles y ojivas. «Si Israel no actúa ahora, la oportunidad será irreversible», concluye.