Alemania volverá a las urnas sumida en la incertidumbre
Las tácticas dilatorias del canciller Olaf Scholz sólo han servido para que, al final, hayan sido otros los que han decidido «cuándo» se celebrarían las elecciones
Los líderes de los grupos parlamentarios, el socialdemócrata, Rolf Mützenich y el conservador, Friedrich Merz, han confirmado el 23 de febrero como fecha acordada para la celebración de elecciones anticipadas en Alemania, que debe ser aprobada ahora por el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier.
En una comparecencia ante la prensa, Mützenich precisó el calendario, según el cual, el 11 de diciembre el canciller alemán, Olaf Scholz, presentará por escrito su voto de confianza, que será debatido el 16 de diciembre. Ese mismo día se tomará una decisión.
Si el acuerdo entre los líderes de los grupos parlamentarios del SPD y la CDU/CSU, Mützenich y Merz, sigue adelante según lo previsto, Alemania tendrá elecciones anticipadas y elegirá un nuevo Parlamento el 23 de febrero.
El canciller sin mayoría tiene que convocar una moción de confianza antes de lo que quería. Otros lo han decidido así.
La fallida táctica dilatoria de Scholz ha obligado a que el Presidente Federal tendría primero que disolver el Parlamento, lo que sólo podría hacer si el Canciller Federal hubiera solicitado un voto de confianza y hubiera perdido la votación.
Este es el procedimiento previsto en la Ley Fundamental del Estado Federal si un canciller, como Scholz ahora, ya no tiene mayoría. Scholz intentó aplazar todo el proceso hasta mediados del año que viene. Lo justificó con leyes que quería tener aprobadas de antemano, sin duda también con la esperanza de que así mejorarían un poco las bajas perspectivas electorales del SPD, de las que depende su futuro político.
Con este plan, sin embargo, el canciller sin mayoría encontró resistencia y no sólo en la oposición sino en su propio partido.
Las tácticas dilatorias de Scholz sólo han servido para que, al final, hayan sido otros los que han decidido «cuándo» se celebrarían las elecciones, y «cuándo» tendría que enfrentarse a un voto de confianza.
Alemania debe tener un Gobierno que sea plenamente capaz de actuar de nuevo y lo antes posible, y que esté respaldado por una mayoría estable en el Parlamento. No están los tiempos para inestabilidades.
Desde que Scholz, hace una semana, destituyó a Christian Lindner, de los liberales (FDP), en su coalición de gobierno, por traicionar su confianza la incertidumbre sobre el rumbo que sigue este país en los ámbitos políticos más importantes ha ido en aumento.
La inestable República Federal necesita ahora urgentemente ese liderazgo que Scholz ha prometido frecuentemente pero que rara vez ha demostrado.
El líder socialista Mützenich (SPD) ha señalado que también se barajaron otras posibles fechas (que él hubiera preferido), pero que no todos estaban satisfechos con ese calendario. Ha afirmado: «Ahora, por fin, podemos alejarnos de esta cansina discusión sobre la fecha de las elecciones y concentrarnos en lo que en definitiva es bueno para nuestro país».
Mützenich calificó de inteligente la decisión del canciller de delegar en los líderes de los grupos parlamentarios de los socialdemócratas y de la oposición conservadora, entendiendo lo poco útil que hubiese sido dilatar más la discusión sobre la fecha de las elecciones. Aseguró que las conversaciones con el centro derecha (CDU) se han caracterizado por un clima de confianza y confidencialidad.
Por su parte Friedrich Merz, líder del partido CDU ha dicho: «Hemos acordado proponer al presidente que las elecciones tengan lugar el próximo 23 de febrero, debe ser el día de las elecciones para la composición del 21º Parlamento alemán (Bundestag)».
Los alemanes están preocupados, entre otras cosas, por el cambio de gobierno en EE.UU. y a que Donald Trump, el presidente electo estadounidense, no espere a su toma de posesión en enero para poner en marcha medidas que dificultarían la política y la economía alemanas. Los alemanes quieren un gobierno estable ante al incierto orden global y los cambios que afectan a la potencia europea.
En Alemania, Friedrich Merz se postula como canciller por la unión conservadora CDU/CSU para reemplazar al canciller Olaf Scholz. Merz estimuló el debate sobre el nuevo programa de la CDU, que ya había comenzado desde su ascenso a la dirección del partido, a finales de enero de 2022. Y calificó el documento de aproximadamente 70 páginas, titulado «Vivir en libertad. Guiar a Alemania con seguridad hacia el futuro», como una declaración de autoconfianza. Cuando el programa fue aprobado por su partido afirmó: «Tenemos que saber quiénes somos, dónde estamos y qué queremos».
Una pregunta que nos debíamos hacer los españoles ante el fallido gobierno de Pedro Sánchez y los últimos acontecimientos donde el gobierno se ha inhibido y ha cargado su propia ineficacia en un gobierno autonómico lastrado, ahora mismo, por los trágicos efectos de la riada.
El CDU se quiere presentar con un perfil más conservador para moderar el aumento en intención de voto a la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD). Los socialistas alemanes (SPD) está en horas bajas y el gobierno tricolor era ya insostenible, los liberales (FDP) casi en extinción y los verdes aún no tienen candidato.
A la izquierda la nueva coalición Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) se presenta con algunas posibilidades pues el resto ha desaparecido (como le ocurre al Sumar de Yolanda Díaz).
Una situación muy fragmentada y polarizada, como en el resto de Europa.