Fundado en 1910
Andrés Montero
AnálisisAndrés MonteroEl Debate en América

Chile y Argentina, por rutas separadas

Mientras el presidente Javier Milei, avanza aceleradamente para disminuir el tamaño del Estado argentino el presidente chileno Gabriel Boric, transita en la dirección opuesta

Actualizada 04:30

El presidente chileno Gabriel Boric y el presidente de argentino Javier Milei

El presidente chileno Gabriel Boric y el presidente de argentino Javier Milei

Chile y Argentina comparten una frontera común de más de 5.000 kilómetros, una de las más extensas del mundo. A pesar de esta realidad, el estilo y las prioridades de quienes gobiernan a estos dos países, impide una mayor integración. Mientras el presidente Javier Milei, avanza aceleradamente para disminuir el tamaño del Estado argentino y aniquilar las mafias que han corrompido a ese gran país por décadas, el presidente chileno Gabriel Boric, transita en la dirección opuesta.

Desde el inicio de su Gobierno, más de 100 mil nuevos funcionarios han ingresado a «trabajar» al Estado. Nuevos ministerios transforman el aparato público en un elefante blanco sin control de gestión y sin responsabilidades reales para sus directivos. Milei está enfrentando sin miedo a quienes llevaron a la Argentina a un estado de decadencia impensada. Los vagos y «progresistas», por años han controlado a los sindicatos, al Congreso de la Nación y al sistema judicial.

A Milei muchos le daban corta vida, pero se las ha arreglado para ir avanzando y mejorando indicadores económicos. Ha enfrentado todos los slogans feministas rabiosos, logrando apoyos de líderes mundiales de peso. Boric, por su parte, ha intentado –sin éxito– transformarse en un líder regional. Boric promueve, a través de la cancillería chilena, la política exterior feminista. El Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, ha tomado un rol relevante en la discusión pública y cada tema que se discute lleva implícito el argumento de la «equidad de género».

En lo referente a relaciones internacionales, Milei no idolatra, ni a la ONU, ni a los organismos multilaterales. En contraposición, Boric es un esclavo de los dictámenes de la ONU y sus filiales. Si bien Boric ha condenado a Nicolás Maduro, ha sido tolerante con el dictador Miguel Díaz-Canel de Cuba. En la relación con los Estados Unidos, y con el nuevo presidente Trump, Milei se ha mostrado como un socio disponible, desde el comienzo. Chile, en cambio, apoyó a través de su embajador en los Estados Unidos, la alternativa de Kamala Harris.

Estos errores infantiles, afectan la relación entre ambos países. Milei estrecha vínculos con Georgia Meloni, mientras Boric no accede a reunión con ella en el G20. Milei es más frontal y más preciso en su rechazo a toda forma de gobierno que limite la libertad individual y la propiedad privada. El gobierno chileno se opone a privatizaciones parciales o totales de Codelco, empresa estatal que es una de las productoras mas grandes del mundo de cobre, mientras Milei aspira a privatizar todo lo posible. En lo referente a lenguaje inclusivo, Boric y su Gobierno, están encantados con incorporar palabras y discursos inclusivos, lo que llega a enervar a la mayoría de la población.

Milei, en cambio, desterró todo asomo de lenguaje inclusivo. En lo referente a potenciar las Fuerzas Armadas, Milei está en un acelerado plan de mejoramiento de la capacidad de defensa de su país. En Chile se les disminuye el presupuesto a las Fuerzas Armadas y se minimiza su rol en la sociedad. Milei reivindica el rol de los militares en la historia argentina y en Chile se le ignora. En Argentina Milei enfrenta sin temores a congresistas y magistrados, cuando piensa que no están actuando para el bien de su país.

En Chile se «dialoga» eternamente sin lograr mayor eficiencia en el poder legislativo y en el judicial. En Chile excesivas normas regulatorias, impiden avanzar en proyectos de inversión, toda vez que ambientalistas, animalistas y pseudo indigenistas, entraban cualquier intento por desarrollar nuevos negocios. La aprobación de nuevos proyectos por parte de la autoridad regulatoria en Chile, supera con creces a los plazos requeridos en Argentina. En materia impositiva, Chile continúa aumentando impuestos y recargando costos laborales a las empresas. Se ha subido el salario mínimo más allá de lo racional y se ha disminuido la jornada laboral.

A lo anterior, se suma un inminente aumento de 6 % a los costos previsionales con cargo al empleador. Chile es mucho mas permisivo que Argentina en materia de inmigración. En estos días el gobierno a través de su ministro de Justicia anuncia proyectos de ley para «legalizar» la permanencia de quienes ingresaron ilegalmente a Chile, especialmente provenientes de Venezuela. Argentina ha promulgado nueva legislación muy restrictiva de la inmigración ilegal. Milei lleva adelante una «limpieza ideológica» dentro de su cancillería, para desterrar los vestigios corruptos de la era Kirchner-Fernández, mientras Chile infiltra desde la base a su servicio exterior con la «política exterior feminista», la cual además pretende exportar a otros países.

En resumen, distintas maneras de gobernar están entrampando una mayor integración entre dos países vecinos, que hablan el mismo idioma y que podrían potenciarse ante el mundo. En el algo más de un año que le resta a Gabriel Boric en el poder, no se visualizan cambios en la relación con Argentina, los que podrían llegar si triunfa la hasta hoy favorita oposición y asume el poder en Chile en marzo de 2026.

comentarios
tracking