Irán decide entre dotarse de un arma atómica o evitar nuevas sanciones económicas
El 2025 se presenta como un año clave para el programa nuclear de la República Islámica, en el que tanto Teherán como los países integrantes del pacto –Alemania, Reino Unido y Alemania– tendrán que decidir que rumbo tomar
A la República Islámica de Irán se le agota el tiempo para decidir en una cuestión clave tanto para su propio país como para el resto del mundo: su programa nuclear. Teherán siempre ha defendido que sus instalaciones, así como su proyecto nuclear, solo persigue fines civiles. Sin embargo y, sobre todo, tras la salida unilateral de Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), bajo la Administración de Donald Trump en 2018, la República Islámica ha intensificado sus esfuerzos en este ámbito, lo que ha supuesto un desafío para Occidente.
En los últimos siete años, Irán ha pasado de enriquecer uranio al 3,67 %, como estaba estipulado en el acuerdo nuclear, a tener en 2024 reservas de uranio enriquecido al 60 %, un nivel muy cercano al 90 % necesario para fabricar un arma atómica, como reveló este pasado mes de agosto el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Por ello, el jefe de la agencia nuclear de la ONU, Rafael Grossi, instó al nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian, a entablar un «diálogo constructivo». Este último año, Teherán ha puesto a prueba más que nunca su poder de disuasión y el ala dura del régimen ha presionado para que el país persa se dote de armas atómicas.
El aumento de la tensión entre Irán e Israel a raíz de la guerra en la franja de Gaza y la intervención de los distintos proxies iraníes de la región en el conflicto han provocado el primer ataque directo de la República Islámica contra el país hebreo en la historia. Un peligroso escenario que se ha repetido hasta en dos ocasiones. El pasado mes de octubre, Irán lanzó cerca de 200 misiles balísticos contra el país hebreo. Israel, a modo de represalia, valoró la posibilidad de atacar instalaciones nucleares, aunque finalmente, y bajo presión de Washington, optó por centrarse en bases militares. Toda esta escalada de tensiones entre ambos países ha servido de excusa al ala más dura del régimen iraní para promover un cambio en la doctrina nuclear del país y apostar por la fabricación del arma atómica para disuadir a su gran némesis, Israel.
Un escenario que se plantea también Estados Unidos. El asesor de seguridad de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, ya ha advertido al equipo del próximo presidente Trump de que un «Irán debilitado» podría tratar de hacerse con un arma nuclear. «No es de extrañar que haya voces (en Irán) que digan: 'Oye, tal vez tenemos que ir a por un arma nuclear ahora mismo. Quizá tengamos que revisar nuestra doctrina nuclear'», alertó Sullivan durante una entrevista en la CNN. Teherán ha perdido en los últimos meses a sus mayores aliados en la región. La caída del dictador sirio Bashar al Asad ha sido el último gran golpe para la política exterior del régimen de los ayatolás, tras el debilitamiento de Hezbolá, en el Líbano, y el desmantelamiento de Hamás, en la Franja. El único gran aliado que le queda a Teherán son los hutíes, en Yemen, que siguen acosando a Israel.
Así las cosas, Sullivan expresó su deseo de que la nueva Administración Trump «pueda lograr un acuerdo nuclear que frene las ambiciones nucleares de Irán a largo plazo». Pero los precedentes del presidente republicano son desalentadores. El magnate siempre ha abogado por una política de «presión máxima» con respecto a la República Islámica y, 2025, se presenta como un año clave en este ámbito. El 18 de octubre de 2025 se cumple el plazo para que los países que forman parte del pacto nuclear, el conocido como E3 –integrado por Francia, Reino Unido y Alemania– decidan si Irán ha incumplido su parte del trato, y por tanto activen de nuevo todas las sanciones económicas, lo que llevará inevitablemente al país persa a retirarse por completo del PAIC. «La comunidad internacional e Irán convergen en una encrucijada», explica Danny Citrinowicz, investigador en el Atlantic Council.
Este 2025, las partes deberán decidir si alcanzan un nuevo acuerdo nuclear, si mantienen el PAIC o, por el contrario, Occidente restablece sus sanciones sobre Irán –con una economía ya de por sí debilitada–, lo que dará carta blanca al régimen de los ayatolás para avanzar en la fabricación de un arma atómica. En este sentido, Teherán anunció, este lunes, que el próximo mes de enero habrá una reunión con los miembros del E3 para discutir el programa nuclear persa. «Irán nunca ha estado cerrado a participar en la mesa de negociaciones. Presentaremos nuestras demandas y preocupaciones respecto a la situación en la región y otros lugares», aseveró el ministro de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei, según recogió la agencia estatal Tasmin. Con todo, Citrinowicz concluye que «se acerca el momento de decidir si hay acuerdo o no, con los consiguientes efectos dominó en ambas direcciones, pero ya está claro que en 2025 el programa nuclear iraní tomará otro rumbo».