La elección de Elon Musk de un indio como su asesor desata batallas internas sobre inmigración en el trumpismo
Sin tiempo que perder, con todavía más de 20 días por delante hasta que asuma oficialmente el cargo, Donald Trump ya enfrenta su primera y pequeña guerra civil en el seno de su gobierno. Y el protagonista no es otro que Elon Musk, el magnate que tanto ha ayudado al republicano en su retorno a la Casa Blanca, atrayendo votos y aportando mmontañas de dinero.
Musk ha designado a Sriram Krishnan, un emprendedor nacido en la India, como asesor sobre Inteligencia Artificial. Hasta ahí todo normal, pero, poco después del nombramiento de Krishnan, Laura Loomer, una activista conservadora y ferviente defensora de la agenda migratoria de Trump, criticó abiertamente el nombramiento, acusando a las grandes empresas tecnológicas de utilizar su influencia para reconfigurar las políticas migratorias en beneficio de la mano de obra extranjera.
Las declaraciones de Loomer ha generado un intenso debate dentro del movimiento MAGA (Make América Great Again), con dos bandos claramente diferenciados: la facción nacionalista y los aliados tecnológicos que respaldaron a Trump en su regreso al poder.
Musk se ha defendido declarando que es importante atraer talento extranjero: «Si forzamos al mejor talento del mundo a trabajar para nuestros competidores, perderemos. Fin de la historia» escribió en X, su red social. Loomer, por su parte, ha calificado esta decisión como una «traición» a las bases nacionalistas.
Cabe recordar que, dentro del gabinete que ha escogido Donald Trump para su estancia en la Casa Blanca, Musk estará a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental junto al empresario y exaspirante republicano Vivek Ramaswamy, que nació en Cincinnati de padres inmigrantes indios. Ramaswamy, al igual que Musk, ha defendido en numerosas ocasiones que Estados Unidos no puede permitirse rechazar trabajadores cualificados en un mercado global cada vez más competitivo, sugiriendo que la cultura estadounidense, tal como se conoce, se dirige a la «mediocridad».
Las reacciones dentro del trumpismo y el partido republicano contra el nombramiento de Krishnan no se han limitado únicamente a Loomer. Nikki Haley, la ex contendiente presidencial republicana y crítica de Trump, cuyos padres también eran inmigrantes indios, publicó: «No hay nada malo con los trabajadores estadounidenses ni con la cultura estadounidense. Todo lo que tienes que hacer es mirar la frontera y ver cuántos quieren lo que tenemos. Deberíamos invertir y dar prioridad a los estadounidenses, no a los trabajadores extranjeros».
Brenden Dilley, un conocido podcaster conocido por ser cercano al pensamiento de Trump, también se ha posicionado en contra de esta decisión de Musk: «Siempre me encanta cuando estos chicos de la tecnología te dicen rotundamente que no tienen ningún conocimiento de la cultura estadounidense y luego tienen el descaro de decirte que tú eres el problema con Estados Unidos».
La influencia de las tecnológicas
El nombramiento de Krishnan refleja el creciente peso de Silicon Valley en la agenda de Trump. Durante su primera presidencia, Trump endureció las condiciones para obtener visados H-1B, utilizados principalmente por trabajadores tecnológicos cualificados. Sin embargo, en su reciente campaña electoral, sugirió estar abierto a flexibilizar las restricciones para graduados extranjeros en universidades estadounidenses, una postura que ahora genera divisiones dentro de su coalición política.
Empresas como Amazon, Google y Tesla dependen en gran medida de los visados H-1B para atraer a ingenieros y especialistas que mantengan su liderazgo global. En 2024, estas empresas lideraron las solicitudes de estos permisos, esenciales para su funcionamiento.
No obstante, esta dependencia contrasta con las demandas de los seguidores más radicales de Trump, quienes exigen una reducción drástica de la inmigración laboral para priorizar la formación de trabajadores estadounidenses. Esta dicotomía plantea un desafío estratégico para Trump, quien debe equilibrar las necesidades económicas de las élites tecnológicas con las expectativas de sus bases.