Bruselas y Francia buscan vías contra Musk ante sus opiniones sobre política europea
Un simple comentario de Elon Musk en X, su propia red social, sobre un caso de violaciones ocurrido en el Reino Unido hace más de una década ha desatado una auténtica tormenta política y social en el Reino Unido, que ha colocado al primer ministro, Keir Starmer, en el ojo del huracán.
Esto, más allá de la indudable gravedad del caso que atañe a los británicos y que sirve para cuestionar el funcionamiento de su sociedad, es el ejemplo perfecto del poder que tienen hoy en día los magnates como Elon Musk, que está dirigiendo ahora sus miradas a Europa después de haber sido una parte indispensable en el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Críticas a Starmer, Olaf Scholz o a Nigel Farage, comentarios sarcásticos sobre Justin Trudeau o su apoyo declarado a Giorgia Meloni son muestras del poder que está ganando Musk en la política mundial. Aunque quizás el mejor ejemplo de su importancia es que hoy entrevistará a Alice Weidel, líder del partido Alternativa para Alemania (AfD), a poco más de un mes de las elecciones germanas. Musk ya entrevistó a Trump en la previa de las elecciones estadounidenses en una retransmisión que generó millones de interacciones.
La Unión Europea, que lleva años intentando blindarse contra las injerencias externas —no hay mayor ejemplo que la anulación de las elecciones presidenciales en Rumanía el pasado mes tras las denuncias de injerencia rusa—, encuentra en la figura de Musk un desafío sin precedentes, ya que su posición de propietario de X le permite amplificar sus mensajes hasta el infinito, sin intermediarios ni anonimato.
Thierry Breton, uno de los arquitectos de la Ley de Servicios Digitales (DSA) —una de las herramientas legales que utiliza la UE para combatir la injerencia externa— ha recordado que esa ley permite sanciones severas, como puede ser el bloqueo de plataformas que incumplan las normas. Bruselas duda sobre cómo proceder, pero se muestra inquieta ante lo que considera, en la entrevista de Musk a Weidel, una intromisión que beneficia políticamente a la AfD.
Francia lidera el contraataque
Ante esta aparente indecisión de la Comisión Europea sobre cómo proceder, Francia ha decidido adoptar un papel más agresivo. El ministro de Exteriores, Jean-Noël Barrot, ha pedido a Bruselas que aplique con mayor vigor la normativa existente y, si no lo hace, que permita a los estados miembros tomar medidas de forma independiente.
Barrot subrayó que «el debate público no puede deslocalizarse ni quedar desregulado en grandes plataformas de redes sociales propiedad de multimillonarios estadounidenses». Para Francia, las acciones de Musk no son meros gestos individuales, sino una estrategia deliberada para influir en la política europea.
A su vez, el presidente de la República, Emmanuel Macron, ha señalado que Musk «ha cruzado líneas que hace una década hubieran sido impensables».
Para Bruselas y París, estas acciones del magnate encuentran sus semejanzas en casos del pasado, como puede ser el Brexit en 2016, con campañas a favor impulsadas por estrategias de microsegmentación en redes sociales, o la desinformación que propaga actualmente Moscú para sembrar discordia con Europa, apoyando movimientos euroescépticos y nacionalistas.
¿Hacia un nuevo orden mundial?
El enfrentamiento entre Musk y la Unión Europea, su capacidad para influir con sus comentarios en X, o las interacciones que generan sus entrevistas son solo algunos de los ejemplos del poder que está ganando el magnate en el actual orden mundial. Un símbolo de cómo los individuos con acceso a tecnologías disruptivas pueden alterar el curso de la política global.
En una sociedad, la actual, donde los youtubers son los pioneros de la opinión pública joven o donde las redes sociales se han convertido en la principal herramienta para socializar, no es de extrañar que alguien que comprendió el funcionamiento de todo esto esté evolucionando hasta convertirse en una de las personas más importantes del planeta. La Unión Europea teme esta nueva amenaza y le busca hacerle la competencia pero, como dijo Churchill, al final será cuestión de tiempo que «el nuevo mundo, con todo su poder y su fuerza, avance al rescate y a la liberación del viejo».