
Calle de Palm Beach
Las estancias de Trump en Mar-a-Lago generan importantes inconvenientes en Palm Beach
Residentes y comercios locales denuncian interrupciones constantes y fuertes medidas de seguridad cada vez que el presidente se traslada a la zona
La sexta visita este fin de semana del presidente Donald Trump a su propiedad de Mar-a-Lago volvió a causar trastornos en la zona, generando cortes de tráfico, pérdidas económicas por las restricciones aéreas y una creciente preocupación entre las autoridades locales, que temen no recibir compensación por los elevados gastos de seguridad.
Los habitantes de la exclusiva isla de Palm Beach, donde se sitúa la mansión dentro del condado homónimo, afrontan la situación entre la resignación y el descontento. Aunque algunos intentan encontrarle el lado positivo, todos coincidieron en que los inconvenientes son cada vez más difíciles de sobrellevar, sin mencionar los costes asociados.
Los vecinos de Mar-a-Lago —que combina la residencia privada de la familia Trump con un club social exclusivo— se quejan del ruido constante de las sirenas, los atascos cada vez que la caravana presidencial se desplaza y el cierre habitual de la carretera principal que pasa frente a la propiedad.
«Se nota siempre que viene el presidente porque antes llegan los helicópteros. Uno puede anticiparlo, pero el cierre de calles es un problema. Hay solo tres accesos a la isla y si bloqueas uno, estás afectando una parte importante del tráfico», explicó un residente que mostró su apoyo a Trump con carteles en su jardín, pero prefirió no dar su nombre.
Este fin de semana, algunos vecinos compartieron que un trayecto que normalmente se recorre en 15 minutos puede extenderse fácilmente a más de una hora debido a las restricciones. «Lo único positivo es que, durante esos días, probablemente estamos en el lugar más seguro de Estados Unidos o incluso del mundo», bromeó el mismo vecino.
Además, cada vez que Trump está en Mar-a-Lago, la Administración Federal de Aviación impone una prohibición temporal de vuelos dentro de un radio de 30 millas náuticas (aproximadamente 55 kilómetros).
Esto afecta especialmente a Flamingo Park, un barrio ubicado a solo tres kilómetros del Aeropuerto Internacional de Palm Beach. Los aviones que despegan de allí deben modificar sus rutas y terminan sobrevolando directamente sobre las casas del vecindario.
«Esto ya lo vivimos durante su primera presidencia, pero ahora sucede más seguido y de manera más intensa, y eso que apenas estamos empezando», comentó Christopher Ely, un profesor universitario especializado en historia rusa, quien ha vivido en la zona durante dos décadas.