Más de 500 días en los túneles de Gaza: el sufrimiento de Alon Ohel y la lucha de su madre por traerle de vuelta
Idit Ohel, madre de Alon, cree que el cese del alto el fuego, tras los ataques de este martes, es una «mala noticia»
Los innovadores métodos del hospital que alberga a los rehenes liberados por Hamás

Un cartel con la cara de Alon Ohel en su casa
Idit Ohel no quiere ser una víctima. No lo es. «Hago lo que puedo para hacer el bien en el mundo», dice con entereza. Pero detrás de esas palabras hay una madre que vive con un dolor insoportable: su hijo, Alon Ohel, lleva más de un año en cautiverio en Gaza, en condiciones inhumanas. Fue secuestrado el 7 de octubre de 2023 por Hamás durante el ataque al festival de música Nova. Desde entonces, su vida se ha convertido en una lucha desesperada por traerlo de vuelta a casa.
«Cuando regrese, haré lo que pueda para que esté bien y no tenga pesadillas. Pero llevará tiempo», confiesa Idit, en exclusiva, a los asistentes de un viaje de prensa organizado por EIPA (Europe Israel Press Association, por sus siglas en inglés) que se aferra a la esperanza de que su hijo vuelva con vida.
Idit, como tantos otros familiares de rehenes que siguen en Gaza (59 están ahora mismo en la franja, aunque Israel teme que solo 24 siguen con vida) cree que el cese del alto el fuego, que el país hebreo llevó a cabo este martes bombardeando y causando más de 400 muertes en Gaza, «es una mala noticia». Sin embargo, se resiste a criticar al líder del Ejecutivo, Benjamín Netanyahu. «Creo que está haciendo lo que cree correcto para el país», afirma. También tiene palabras de gratitud para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump (que autorizó el ataque de este martes): «Creo que está haciendo un mejor trabajo que su predecesor, está intentando hacer lo que puede y presiona para que los rehenes regresen».
Una vida en la oscuridad
Alon fue secuestrado cuando intentaba refugiarse en un búnker junto con otros asistentes al festival. Los milicianos de Hamás irrumpieron y se llevaron a cuatro personas, entre ellas él. Desde entonces, ha permanecido en la franja de Gaza, atrapado en la red de túneles que el grupo islamista usa como escondite. «Está a 40 metros bajo tierra. Ha estado con otras tres personas, pero ellos ya fueron liberados en la primera fase de la tregua. Ahora está solo», relata su madre.
Idit Ahel, madre de Alon
Las condiciones en las que sobrevive son atroces. «Han tenido la peor hospitalidad de todos los rehenes. Han sido golpeados, han pasado hambre, no distinguen el día de la noche», describe Idit. «Cada día que pasa, temo que mi hijo se quede ciego para siempre. Perdió un ojo en un ataque y si no recibe atención médica urgente, puede perder el otro».
Los relatos de los rehenes liberados que compartían celda con él han permitido conocer mejor su estado. «Dijeron que está muy, muy delgado. Que cuando le traían comida, él la dividía en porciones diminutas para hacerla durar. Me contaron que intentaba mantenerse fuerte, pero que está extremadamente débil». En cautiverio, Alon apenas come: «Solo le dan un pan de pita al día», lamenta su madre.
En la oscuridad del túnel, sin acceso a información del exterior, Alon se aferra a su amor por la música. «Simula que toca el piano golpeando sus dedos contra el pecho y silba las canciones que recuerda». Su pasión por la música lo acompaña desde niño, y ahora es su refugio en medio del horror.

El piano de Alon Ohel: abierto, tal como él lo dejó
La reanudación de la guerra ha empeorado la situación. «Cuando hay alto el fuego, los tratan un poco mejor. Pero cuando hay guerra, son brutales con él», explica Idit. La falta de información sobre su paradero es otro motivo de angustia. «Israel no sabe exactamente dónde están los rehenes». El primer ministro Netanyahu afirmó en su mensaje a la nación este martes que «las negociaciones, a partir de ahora, solo tendrán lugar bajo fuego».
Mientras tanto, la madre de Alon intenta mantenerse fuerte. «Mi bisabuelo estuvo en Auschwitz y siempre soñaba por las noches que le despertaban para llevárselo. No quiero que mi hijo viva con ese miedo cuando regrese». Porque Idit Ohel no tiene dudas: Alon regresará. «No tengo ningún control sobre lo que ocurre con mi hijo. Mi control es a qué casa va a regresar». Y ella está dispuesta a hacer todo lo posible para que vuelva a un hogar donde el horror del cautiverio pueda quedar, algún día, en el pasado.