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Palestinians salvage items from the rubble of a house that was destroyed in an Israeli airstrike in Khan Yunis in the southern Gaza Strip on March 31, 2025. A fragile truce that had provided weeks of relative calm in the Gaza Strip collapsed on March 18 when Israel resumed its aerial bombardment and ground offensive. (Photo by Eyad BABA / AFP)

Palestinos rescatan objetos de los escombros de una casa destruida por un ataque aéreo israelí en Jan Yunis, al sur de la FranjaAFP

Israel amplía su ofensiva en el sur de Gaza y amenaza con anexionarse nuevos territorios

Los últimos ataques del Ejército israelí contra las ciudades sureñas de Jan Yunis y Rafah han acabado con la vida de al menos 21 gazatíes

El Ejército israelí mantiene la presión militar sobre la franja de Gaza. El ministro de Defensa hebreo, Israel Katz, anunció este miércoles que las tropas ampliarán la ofensiva y «aumentarán la presión sobre los asesinos de Hamás y también sobre la población de Gaza». «Pido a los habitantes de Gaza que actúen ahora para expulsar a Hamás y devolver a todos los rehenes. Esta es la única manera de poner fin a la guerra», escribió Katz, en su cuenta de X, antes Twitter. Para ello, Israel desplegó una nueva división en el sur del enclave.

El ministro de Defensa explicó que el objetivo de la denominada «operación Fuerza y Espada» es, ante todo, «aumentar la presión para la liberación de todos los rehenes ante la negativa de Hamás». En su comunicado, Katz hizo un llamamiento a los gazatíes para a que «actúen ahora para expulsar a Hamás y devolver a todos los rehenes». En las últimas semanas, y ante la presión israelí que ha bloqueado la entrada de ayuda humanitaria al enclave, miles de palestinos se han echado a las calles de la devastada Franja para exigir el fin del conflicto y la salida de la organización islamista del poder, al grito de «Hamás terroristas».

Estas protestas, que surgieron de manera espontánea por las terribles condiciones a las que están condenados a vivir 2,3 millones de personas en Gaza, han vuelto a resucitar los fantasmas de las multitudinarias manifestaciones contra Hamás de 2019. Para evitar este escenario, el grupo terrorista palestino ha desenfundado sus viejas tácticas de intimidación, interrogando y deteniendo a los participantes de estas últimas concentraciones. Este domingo, el cadáver de Oday Nasser Al Rabay, un gazatí de 22 años, apareció abandonado en la puerta de su casa. Su familia acusó a Hamás de detenerlo, torturarlo y ejecutarlo por haber participado en las protestas.

Israel está aprovechando también este momento de debilidad interna de Hamás para ampliar su ofensiva en la Franja y, a través de la presión a la población civil, que la organización islamista se vea obligada a abandonar el Gobierno de Gaza. El ministro de Defensa israelí, además, amenazó con apoderarse de «amplias zonas que serán anexionadas a las zonas de seguridad del Estado de Israel». Un anuncio que llega tras una nueva oleada de ataques contra las ciudades más importantes del sur de la Franja como Jan Yunis o Rafah y que, según medios palestinos, acabaron con la vida de a al menos 21 personas.

Además, otro bombardeo israelí contra una clínica de Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en el campo de refugiados de Yabalia, en el norte, mató a otras 22 personas. La coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Gaza, Myriam Laaroussi, denunció, este miércoles, que debido al bloqueo total de ayuda humanitaria, «las autoridades israelíes han condenado a la población de Gaza a un sufrimiento insoportable». «Esta forma deliberada de hacer daño condena a miles de personas a tener que sufrir una muerte lenta; el asedio debe terminar inmediatamente», sentenció.

Hace tres días, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ordenaron, por enésima vez en esta guerra que ya dura 18 meses –a pesar de un breve alto el fuego de casi dos meses que Israel rompió el pasado 18 de marzo–, la evacuación de Rafah, en la frontera con Egipto. Desde entonces, las tropas hebreas han intensificado sus ataques contra este territorio. A pesar de que Katz no ha especificado qué áreas pretende anexionarse, muchos analistas ya especulan que las zonas fronterizas con el Corredor Filadelfia –que separa la Franja de Egipto– podrían pasar a estar controladas por las tropas hebreas.

Horas más tarde, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que el Ejército ocupó el «corredor de Morag», una franja de este a oeste sobre Rafah, con el que dividir el sur del enclave, como ya hizo en el centro con el corredor de Netzarim. «Estamos dividiendo la Franja y estamos aumentando la presión paso a paso para que nos entreguen a nuestros rehenes. Y cuanto menos cedan más aumentará la presión hasta que lo hagan», explicó el mandatario, a través de un vídeocomunicado hecho público por su Oficina.

Mientras que el Gobierno de Netanyahu apuesta por la presión militar para conseguir la liberación de los 59 rehenes israelíes aún en manos de Hamás, 35 de ellos declarados muertos por las autoridades israelíes, los familiares de los cautivos reniegan de esta política y exigen al primer ministro que ponga fin a los ataques y llegue a un nuevo acuerdo con la milicia fundamentalista. Ante este nuevo anuncio de Katz, esta mañana, el Foro de Familias de Rehenes, que representa a la mayoría de las familias de los cautivos, publicó un comunicado en el que afirmaba estar «horrorizado al despertar esta mañana con el anuncio del ministro de Defensa sobre la ampliación de las operaciones militares en Gaza».

«¿Se ha decidido sacrificar a los rehenes en aras de 'ganancias territoriales'?», denuncia el escrito. «En lugar de garantizar la liberación de los rehenes mediante un acuerdo y poner fin a la guerra, el Gobierno israelí está enviando más soldados a Gaza para luchar en las mismas zonas donde ya se han librado batallas en repetidas ocasiones», apuntan. En las últimas semanas, Netanyahu también se ha tenido que enfrentar a la presión en las calles por la reanudación de la ofensiva militar en la Franja, así como por sus decisiones políticas como sacar adelante la polémica reforma judicial –que reduce la capacidad de actuación de los jueces– y la destitución del jefe del Shin Bet, Ronen Bar, por investigar un caso de corrupción que salpica directamente al primer ministro israelí.

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