Fundado en 1910
Retrato de María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, creadora de la Lotería del Niño

Retrato de María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros

La conmovedora historia de la mujer que creó la Lotería del Niño

A pesar de no ser tan popular que la Lotería de Navidad, es el segundo sorteo a nivel nacional que se lleva jugando de forma oficial desde 1941

En 1941 se realizó el primer sorteo de lo que hoy conocemos como la Lotería del Niño. De hecho, todo ello fue posible gracias al general F. Roldán, que en esa época era el máximo responsable de la Dirección General de Timbre y Monopolios. A su vez, el próximo 6 de enero volveremos a llenarnos de ilusión con este sorteo y sus numerosos premios.

En este sentido, aunque no es tan popular como la Lotería de Navidad, el Sorteo del Niño ocupa el segundo lugar a nivel nacional. Sin embargo, algunos estudios sugieren que su origen podría ser mucho más antiguo, remontándose a antes de 1881, año en que se inauguró el primer centro pediátrico fundado en España.

Concretamente, el primer sorteo oficial constaba de 4 series de 42.000 billetes cada una, vendiéndose un total de 166.668 billetes. En 1946 se introdujeron los premios de terminación y de reintegro. Veinte años después, el sorteo pasó a denominarse oficialmente «El Niño». Este nombre hace referencia a la proximidad de su celebración con la Epifanía, también conocida como la Adoración al Niño por los Reyes Magos.

A su vez, este nombre también se asocia a la creadora del sorteo, la Duquesa de Santoña quien quiso organizar la rifa para conseguir fondos que permitiesen completar la construcción del Hospital del Niño Jesús, en Madrid ya que el proyecto era demasiado ambicioso para sus arcas.

Origen

María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, Duquesa de Santoña, noble y acaudalada española que gracias a su alto poder adquisitivo pudo financiar asilos y hospitales o donar grandes cantidades de dinero, acabaría sus días totalmente arruinada, malviviendo en una pensión y sin más posesiones que la cama en la que dormía.

Sin embargo, a pesar de que su generosidad sin límites le otorgó diversos beneficios, once años después comenzó el desastre para ella. Cuando falleció su esposo, el banquero Juan Manuel de Manzanedo, marqués de Manzanedo y duque de Santoña, en 1882, la vida de la duquesa dio un giro inesperado que terminó por arruinarla.

Finalmente, tras diez años de pleitos, la duquesa se vio obligada a traspasar la herencia a su hijastra, lo que le valió el apodo de «la duquesa mendiga» tras quedarse en la ruina. Había perdido la mayor parte de su patrimonio y apenas disponía de liquidez para sobrevivir. María del Carmen Hernández moriría en 1894, a los 66 años, siendo enterrada en el cementerio madrileño de San Isidro.

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