Carburantes
Inflación y un agujero en el bolsillo: las consecuencias del descuento de 20 céntimos/litro
Siete meses después de su entrada en vigor esta ayuda no sólo se ha mostrado ineficaz, sino que ha contribuido a disparar la inflación
El pasado 1 de abril entraba en funcionamiento el descuento de 20 céntimos por litro de combustible que fue anunciado a bombo y platillo por la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero.
En aquel momento nacía como un descuento temporal implementado a petición de las asociaciones de transportistas y al que el Gobierno tuvo a bien darle carácter universal. Entonces el precio de los combustibles se había disparado a raíz de la guerra de Ucrania, que se esperaba corta y no tan onerosa para el Viejo Continente.
Presupuesto alejado de la realidad
Con un presupuesto inicial inferior a los 1.500 millones de euros, su finalización estaba prevista para el 30 de junio. Si bien la presión popular y la cercanía de las vacaciones hizo que el Gobierno la mantuviese vigente hasta el 30 de septiembre, con una puerta abierta a mantenerla vigente hasta final de año, tal y como ha ocurrido.
Lo que en aquel momento se presupuestó estaba muy por debajo del coste real de la operación de 'maquillaje' de precios que comenzaba, pues frente a un coste mensual previsto en torno a los 475 millones, se disparó por encima de los 665 millones. Llegando a los 800 y a los 821 en agosto y septiembre respectivamente.
2.000 millones más de lo previsto
En este contexto el Gobierno anunció a través de su vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, su prorroga hasta finales de año, lo que va a tener un coste real cercano a los 6.300 millones de euros. Casi 2.000 millones más de lo presupuestado por el Gobierno después de la corrección inicial. Un agujero en el bolsillo del Gobierno que de nuevo irá a la partida de deuda.
Hay que recordar que de los 20 céntimos por litro de ayuda, 15 corresponden a la administración, mientras que los otros 5 los pone la gasolinera. Estas han emitido numerosas quejas a través de las asociaciones del sector por una medida que les ha obligado a adelantar el descuento a los particulares.
Si tenemos en cuenta la evolución del precio del barril de Brent desde el 1 de abril hasta ahora y los precios de los combustibles, descubrimos detalles que nos invitan a pensar en una tendencia inflacionista muy marcada especialmente en el caso del gasóleo.
El Brent baja, el combustible no
A día de hoy el barril de Brent no solo no está mas caro que el 1 de abril, sino que está casi 10 dólares más barato, en torno a los 90 dólares, mientras que en abril superaba ligeramente los 100.
Pese a ello, el litro de gasóleo no solo no está más barato, sino que está 15 céntimos más caro que el 1 de abril. Cifra que coincide con la ayuda subvención del Gobierno. Como es sabido, en los escenarios económicos más proteccionistas no es descabellado pensar que en muchos casos las ayudas económicas aportadas por el Gobierno acaban en el bolsillo de los intermediarios.
Es cierto que la gasolina está cinco céntimos más barata que entonces, pero basta remitirnos al volumen de gasolina y gasóleo que se consume mensualmente en España para darnos cuenta de que la rentabilidad en el caso del gasóleo dispara la ecuación. Por ejemplo, en agosto de este año se consumieron dos millones de litros de gasóleo (redondeando) frente a medio millón de litros de gasolina. Hablamos de tres veces más.
Luego la resultante de la subida en el precio del gasóleo no solo amortigua cualquier ayuda que pueda proponer el Gobierno, sino que incrementa los beneficios de los actores intermediarios y las estaciones de servicio. Y lo que es peor aún, dispara la inflación a niveles muy elevados.