Adriano Moreira (1922-2022)
Referente del conservadurismo portugués
Coincidió en la cárcel con Mario Soares, antes de acercarse al salazarismo, régimen al que sirvió como polémico ministro de Colonias
Adriano José Alves Moreira
Abogado, profesor y político, fue ministro de Colonias entre 1961 y 1963, diputado entre 1979 y 1995, y miembro del Consejo de Estado entre 2015 y 2019. Una de sus hijas, Isabel, es diputada socialista.
Son infrecuentes los casos de personalidades que después de combatir a una dictadura, se prestan a colaborar con ella. Fue el caso, en Portugal, de Adriano Moreira. Como joven abogado, formó parte del equipo que defendió a la familia del José Marqués Godinho, el general que a finales de los cuarenta protagonizó una intentona golpista para derrocar al régimen del Estado Novo, cuya principal figura era Antonio de Oliveira Salazar, y restaurar la democracia truncada en 1926.
La aventura fracasó y Godinho fue detenido, falleciendo entre barrotes. Oficialmente por la patología cardíaca que padecía. Una versión que su familia no aceptó, por lo que decidió presentar una querella por homicidio voluntario contra el entonces ministro de Defensa, Fernando Santos Costa. La osadía se saldó con los encarcelamientos de la viuda de Godinho y de Moreira.
Este último coincidió en prisión con un joven Mario Soares, ya por entonces firme opositor del salazarismo. Fue la primera y última vez que convergieron las trayectorias de ambos; pues, al recobrar la libertad, Moreira inició un acercamiento al régimen. Y lo hizo en dos etapas.
La primera fue de tipo intelectual, al abrazar las tesis «lusotropicalistas», según las cuales el carácter y las tradiciones históricas de los portugueses eran idóneas, a diferencia de los demás países, para continuar la aventura colonial. La atracción intelectual se convirtió en política al decantarse Salazar por Moreira para desempeñar el estratégico cargo de ministro de Colonias.
Era 1961, fecha y época en que Reino Unido, Francia y Bélgica aceleraban el proceso de desintegración de sus imperios, a diferencia de Portugal. Semejante empecinamiento era discutido por algunas voces, muy minoritarias, en Portugal. Una de ellas era la del general del Aire Venancio Augusto Deslandes, gobernador de Angola, tierra en la que había impulsado una serie de reformas que no eran del agrado de Moreira, que le cesó en septiembre de 1962.
Meses después fue el propio ministro quien entró en conflicto con Salazar, por lo que abandonó el Gobierno. Moreira se replegó entonces en el mundo académico –fue un destacado profesor de Relaciones Internacionales–, pero sin romper con el régimen. Por eso, a raíz del triunfo de la Revolución de los Claveles, se autoexilió prudentemente en Brasil durante un par de años.
A su vuelta, la ausencia de rencores políticos o judiciales le permitió emprender una carrera política, destacando, en esta tercera etapa de su vida pública, como figura de referencia del Centro Democrático y Social que, como su nombre no lo indica, es una formación abiertamente conservadora. La presidió en dos ocasiones y por ella fue elegido diputado en varias legislaturas. En 2015, con 93 años, fue nombrado miembro del Consejo de Estado.