Jaime Botín (1936-2024)
El banquero de izquierda
Jaime-Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos
Banquero
Licenciado en Derecho y Economía por la Universidad de Deusto, empezó a trabajar en el Banco de Santander en 1957, año en el que también fue designado representante de la entidad en el consejo de administración de Fasa-Renault. Presidió Bankinter entre 1986 y 2002. Era una entidad creada por iniciativa conjunta de su padre, Emilio Botín-Sanz de Sautuola y López y del Bank of America.
Jaime Botín cumplió con creces como banquero: al dejar la presidencia de Bankinter, en el verano de 2002, tras dieciséis años en el cargo, los beneficios de la entidad financiera en la que había prestado sus servicios desde que había sido fundada, en la primavera de 1965 a raíz de un acuerdo entre el Banco Santander y Bank of America, estaban en lo más alto. En el momento de su muerte, seguía controlando alrededor del 23 por ciento del capital. Dos años más tarde, en 2004, dejó la vicepresidencia, que ejercía desde hacía décadas, del Santander, presidido por su hermano mayor, Emilio.
El reparto de la dirección de los bancos controlados por la familia había sido decidido por el padre de ambos, Emilio Botín-Sanz de Sautuola y López. Un acierto, pues jamás se produjo enfrentamiento alguno entre los hermanos, siendo total la lealtad de Jaime para con Emilio. Es más, después de la muerte de este último en 2014, vendió todas sus acciones del Santander, desvinculándose por completo del buque insignia de la dinastía financiera santanderina.
De talante discreto y carácter tímido, Jaime Botín llamó atención, sin embargo, en la crónica judicial. Y por partida doble.
La primera condena estuvo motivada por un fraude de un millón de euros a la Hacienda Pública, delito por el que recibió una condena de 9 meses de prisión y 506.134 euros de multa, además de un año y tres meses de pérdida de obtener subvenciones y ayudas públicas, así como el derecho a gozar de incentivos fiscales o de Seguridad Social. Mas fue por el delito de contrabando del cuadro de Picasso «Cabeza de una mujer joven» cuando copó portadas en los medios: metió esa obra inexportable en un barco de su propiedad para intentar venderla fuera de España, siendo condenado en esta ocasión a una pena de cárcel de tres años y un día, y a una multa de a 91,7 millones de euros.
Botín también tuvo una atribulada existencia en el plano personal, pasando de ser un señor más o menos liberal, creyente y practicante a ser un hombre que abandonó la fe completamente. Se proclamaba ateo y se hizo profundamente de izquierdas. Fue un firme defensor, primero de José Lis Rodríguez Zapatero y después de Pedro Sánchez, que fue quien le indultó del delito de contrabando de obra de arte por el Picasso. Plasmaba su pensamiento -sentía un genuino interés por la Filosofía- en las páginas de El País mediante artículos de opinión en los que, abiertamente defendía políticas de izquierda, incluso de extrema izquierda como las del Gobierno de Syriza en Grecia cuando Alexis Tsipras regía los destinos del país heleno.
Fue, asimismo un hombre profundamente marcado por la tragedia de la pérdida de tres hijos. Primero perdió dos, un niño y una niña, en los primeros sesenta, habidos de su matrimonio con Belén Naveda. La pareja había salido a cenar, los niños se habían quedado en casa al cuidado de una doncella. Como los pequeños protestaban porque no querían dormir a oscuras, ella dejó la luz encendida, pero puso un paño tapando la bombilla. El fuego prendió y murieron los dos retoños. La tragedia se prolongó después con el tercer hijo. El mayor que había muerto en el incendio se llamaba Jaime y al tercer hijo le llamaron Jaime Ricardo, el segundo nombre en memoria de su abuelo materno, pero siempre fue conocido como Richard. Ese niño enfermó de leucemia siendo muy pequeño, sus padres lo llevaron a tratarle a Suiza. En vano, desgraciadamente. El resto de la prole ha tenido un enorme éxito, cada uno en su campo. Marcelino, el mayor, es un diseñador naval de fama planetaria. Y su nieto Diego, hijo de su hijo Gonzalo, acaba de ganar la medalla de oro en la clase 49er en París, dando a su abuelo una de sus últimas alegrías.
Jaime Botín nunca se divorció de Belén Naveda. Se separó y la dejó, empezando una relación con Adela Bermúdez, con la que estuvo décadas. Después compartió su vida con una amiga de Adela que fue la que le llevó a tener de nuevo una casa en Cantabria, adonde había decidido no volver tras romper la convivencia con su mujer.