El empresario que modernizó el transporte en Asturias

La saga de los Álvarez en el transporte asturiano comenzó cuando el abuelo de Juan Gonzalo Álvarez Arrojo trabajaba con vehículos tirados por animales en Noreña, cuna de la familia, y sus alrededores. A su padre, Víctor Álvarez, le incumbió la motorización del negocio, y a él su desarrollo y su posicionamiento en el mercado nacional. Para alcanzar dicho objetivo, Álvarez Arrojo, que coincidió con Emilio Botín durante su formación secundaria en el colegio gijonés de la Inmaculada –dirigido por la Compañía de Jesús–, se puso manos a la obra desde muy pronto, compaginando sus estudios de Derecho con las ocupaciones de conductor y cobrador en Autos Sama –así se llamaba la compañía de los Álvarez–, que entonces gestionaba la línea entre Gijón y Langreo. Como muchos herederos empezó, pues, desde abajo.

Mas la obtención de la licenciatura le catapultó rápidamente hacia funciones directivas a partir de 1959. Aquel año, como recuerda la web Biografías de Asturias, «con tan sólo 27 años [...], inicia su propia andadura empresarial, en compañía de otros socios, impulsando la fundación de Tuninsa, la sociedad de autobuses de Gijón que iba a sustituir a los tranvías, de la que fue gerente, consejero y presidente hasta el momento en que se municipaliza el servicio. Esta experiencia le mueve a especializarse en el transporte urbano, que plasma posteriormente en Oviedo, con su participación, junto a fieles socios de iniciativas empresariales, en la compañía de autobuses ovetenses Traval».

El genio de Álvarez Arrojo consistió en saber gestionar los tiempos lenta, pero eficazmente: a la etapa que culminó con la creación de Traval sucedió otra, de tres décadas de duración, que desembocaría, durante el cambio de siglo, en la puesta en marcha del conocido Grupo Avanza, resultado de la incorporación al grupo de Álvarez Arrojo de la extremeña Auto Res, que se unía a otras como la aragonesa Tuzsa. El empresario gijonés, que simultáneamente había diversificado su actividad invirtiendo en sectores como el agroalimentario y el de la construcción, vendió Avanza en 2006. Un año antes se convirtió en accionista mayoritario de Duro Felguera, una de las empresas más señeras de Asturias. La aventura fue su único patinazo: una pelea entre familias, muy tratada por la prensa, se resolvió con su salida.