Decíamos ayer
Algunos llevamos décadas defendiendo los mismos principios editoriales de El Debate desde otras cabeceras. Poco a poco hemos confluido aquí a lo largo del último año porque hemos comprendido que en España ya no hay un periódico que quiera sostener tres pilares de nuestra sociedad: el catolicismo, los valores conservadores y la Monarquía
El Debate fue un periódico de referencia de la España moderada en una época trágica de nuestra historia que desembocó en la Guerra Civil española de 1936-39. Bajo la dirección de Ángel Herrera Oria se hizo lo imposible por promover unos valores de convivencia y respeto que sucumbieron con la llegada primero de la II República Española, después con el estallido de la contienda fratricida que conllevó la clausura de El Debate por el Gobierno de la República, censura que ratificó el propio general Franco prohibiendo la reaparición de este diario en 1939.
El Debate vuelve a estar presente 111 años después de su nacimiento y 75 después de su clausura. Podemos reivindicar que es el mismo periódico porque tiene exactamente la misma propiedad que entonces y la misma línea editorial. Y, por desgracia, los problemas que tenemos los españoles hoy no son muy diferentes de los que entonces afrontaba España. En cierto modo los problemas se han agravado porque los valores que defiende El Debate probablemente están más debilitados hoy de lo que lo estaban hace tres cuartos de siglo. Baste un simple ejemplo: en los tres últimos años la mentira se ha convertido en un instrumento legítimo en el debate político. Hace muy poco, el servidor público que era descubierto mintiendo tenía que abandonar la vida pública bajo el oprobio. Hoy un presidente del Gobierno puede mentir reiteradamente sobre su vida pública, privada y académica y no pasa absolutamente nada. Y, por desgracia, la validación de la mentira que ha perpetrado Sánchez empieza a ser asumida por destacados políticos de la oposición. ¿Qué valores articulan nuestra sociedad? ¿Qué futuro le espera a España con un panorama así?
Algunos llevamos décadas defendiendo los mismos principios editoriales de El Debate desde otras cabeceras. Poco a poco hemos confluido aquí a lo largo del último año porque hemos comprendido que en España ya no hay otro periódico que quiera sostener tres valores de nuestra sociedad: el catolicismo, los principios conservadores y la Monarquía. Como periodista, es un orgullo trabajar en un periódico que se proclama católico, porque don Ángel Herrera Oria dejó dicho con claridad, sin matices, que «ante todo y sobre todo el periodismo católico ha de ser periodismo».
Hoy no hay un periódico que se rebele a la imposición del lenguaje políticamente correcto. Hoy no hay un periódico que tenga la libertad que da el sólido respaldo de un gran grupo con unos principios editoriales perfectamente definidos como queda apuntado en el primer editorial de la segunda era de El Debate. Por eso es un privilegio inigualable poder estar en primera línea en el renacimiento de un medio que aspiramos a convertir en una referencia del periodismo del siglo XXI como lo fue de la primera mitad del siglo XX. Un periódico que cubra el hueco que otros han abandonado -en uso de su libertad- a lo largo de los últimos meses o años. Un periódico en el que podamos volver a decir algo tan sencillo como lo que decíamos ayer.