NEOS: la alternativa cultural
Muchos pensamos que ha llegado ya el momento de detener este camino resuelto hacia la barbarie
La actual crisis europea (y, en general, de Occidente) arranca en el siglo XVIII y ha alcanzado su plenitud en las últimas décadas. No tanto la Modernidad como una visión extraviada de ella, provocó el abandono de las raíces espirituales y culturales que forjaron Europa, y de las que fue depositaria durante siglos la filosofía griega, el derecho romano y la religión cristiana.
Sin ellos, Europa renuncia a la verdad, al sentido de la justicia y a la fe en Cristo. Y se quedó sin moral, desmoralizada, casi inerme ante el avance de los totalitarismos. Supo reaccionar ganando la Gran Guerra y cimentando el comienzo de su unidad política. Pero la reacción ha durado poco. España no es la excepción, pero sí acaso el lugar en el que la mentira anuncia con más desfachatez su jaque mate a la verdad.
El problema no consiste ya en que España se esté quedando sin moral. Es algo aún más grave. Padece un proyecto cultural (mejor, anticultural), impulsado desde el Gobierno, que pretende la transformación totalitaria de la sociedad para vaciarla de sus principios clásicos, especialmente el cristianismo, y dejarla inerme ante la manipulación cultural. No se trata sólo de negar el bien y la verdad, sino de sustituirlos por el mal y la mentira. Muchos pensamos que ha llegado ya el momento de detener este camino resuelto hacia la barbarie. Y este es el sentido y el fundamento de NEOS, que persigue defender y promover una alternativa cultural al estado de cosas dominante en España. Es una iniciativa que nace con el impulso de las fundaciones Valores y Sociedad y Villacisneros. Aunque no se trata de una iniciativa personalista, es justo reconocer lo mucho que debe al impulso ejemplar y tenaz de Jaime Mayor Oreja.
Es muy claro lo que no es NEOS: una plataforma o movimiento político. E igualmente claro lo que es: una alternativa cultural.
La política es un ámbito superficial en la vida de las sociedades. Las grandes crisis históricas nunca suelen ser políticas, sino que proceden de la educación y la cultura. No estaríamos tan mal gobernados si no existiera una profunda crisis intelectual y moral en grandes sectores de la sociedad, ciertamente no en toda ella. La crisis de la concordia política que nació con la Transición a la democracia procede de una crisis de la concordia cultural y moral. Y, más concretamente, de la decadencia de la vigencia social del cristianismo. No se trata, ciertamente, de «cristianizar» el Derecho y las instituciones, sino nada menos que de promover la reforma intelectual y moral de las conciencias. Porque las grandes cuestiones que nos agobian y dividen no son propiamente sólo asuntos de fe: la defensa de la vida, la verdad, la dignidad de la persona, la familia, la libertad, la unidad de la Nación española y la Corona se pueden defender y se defienden por quienes no son cristianos. También es necesario un diagnóstico de las amenazas globales de naturaleza mundial.
No existe mejor vacuna contra la barbarie que la alianza entre la cultura clásica y la fe cristiana. De ella proceden los mejores momentos de la historia de la humanidad, y esa alianza forjó a Europa. Entre otros miles, cabe seleccionar dos ejemplos, uno en el origen y otro en el siglo pasado. San Benito salva de la destrucción los sabios libros antiguos, sienta las bases de la vida monástica y crea la identidad entre Europa y la Cristiandad. Muchos siglos después, Edith Stein diagnostica la lucha entre Cristo y el Anticristo, lucha que sólo se puede ganar mediante el amor. Ante esta lucha es imposible la neutralidad. NEOS ni puede, ni quiere, ser neutral ante el conflicto intelectual y moral que vivimos.