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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Carneiro y Cordeiro

La Orden de Malta eligió a Carneiro como Gran Maestre, y la primera misión, por norma, era la de visitar a Su Santidad El Papa

Actualizada 02:28

El Papa Pío XII, Eugenio Pacelli, fue elegido Papa el 1 de marzo de 1939. Romano de nacimiento. Fue un gran Papa, vituperado por el comunismo. En su aspecto, un junco impresionante, altivo, dibujo del Renacimiento. Sucedió a Pío XI, distante con los españoles. Cuando se casaron Don Juan y Doña María en Roma, más de cinco mil españoles monárquicos acudieron a la Ciudad Eterna. Fue el 12 de octubre –Día del Pilar–, de 1935. En España gobernaba los desperdicios de la Segunda República el Frente Popular. Los españoles solicitaron una audiencia Papal. Y el Papa Pío XI los recibió para bendecirlos. Los tuvo hacinados en un patio interior del Vaticano. Al fin se abrió una ventana, y de ella surgió la mano derecha regordeta de Su Santidad, que dibujó en el aire la señal de la Cruz y los mandó a paseo. Don Pedro Muñoz-Seca, cristiano profundo, escribió un epigrama a su vuelta a Madrid.

Vengo de tierras de Dios

Tan humilde y tan cristiano,

Que en mi casa, al waterclós

Le llaman ya el Waticano.

Pío XII, su sucesor, Eugenio Pacelli, presentaba un aspecto mayestático. Impresionaba por su carisma papal y su carisma personal, que no le andaba a la zaga.

La familia Fierro era la propietaria de la Fosforera Española y la sucursal portuguesa. Una de las hijas de don Ildefonso, Margot, se enamoró de un portugués, Basilio Caeiro da Mata, con quien fue feliz el resto de su vida. Caeiro da Mata era amigo de Antonio Carneiro Pacheco, noble empresario al que los Fierro encomendaron la presidencia de la Fosforera Portuguesa. Simultáneamente, la Orden de Malta eligió a Carneiro como Gran Maestre, y la primera misión, por norma, del Gran Maestre de la Orden de Malta era la de visitar a Su Santidad El Papa para agradecerle la aprobación de su nombramiento.

Vestido con el vistoso uniforme de la Orden de Malta, adornado con toda suerte de condecoraciones, se presentó don Antonio Carneiro Pacheco en la Santa Sede. Fue acompañado por dos cardenales, cuatro obispos y prelados domésticos a un salón de espera. Carneiro Pacheco era fortachón, macizo, de mediana estatura hacia abajo, y llevaba en sus venas la dignidad protocolaria de todo buen portugués. Se abrieron las puertas y apareció el Papa, impresionante. Pero los portugueses no son partidarios de dejarse impresionar. Y Carneiro, después de besar con emoción el anillo del Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra, mirando fijamente al Papa Pío XII, le soltó lo que sigue. «A os pies de Vossa Santidade. Vos seu Pacelli, y eu só Pacheco; Vos seu Cordeiro, y eu só Carneiro. E Vos seu a chama que ilumina a o mondo, y eu só o presidente da Fosforeira Portuguesa».

Y con gran dignidad, abandonó la Ciudad del Vaticano.

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