De izquierdas pero no tontos

Si hay una comunidad que ha sido el caladero del PSOE durante años esa ha sido Andalucía. Pese a los ERE, los prostíbulos, los cursos de formación y un sinfín de etcéteras, el ciudadano andaluz, llegado el momento de ir a votar, acababa siempre depositando en la urna la papeleta del PSOE.

Convocar elecciones de Despeñaperros para abajo era como revivir una y otra vez el día de la marmota. Los escándalos del Gobierno socialista eran continuos, la alternativa de derechas se presentaba con ansia de tomar poder por primera vez y, cuando llegaba el momento del escrutinio, el PSOE se imponía. Así año tras año, excepto en 2012, cuando Javier Arenas ganó y se quedó sin Gobierno por no tener la mayoría absoluta.

La campaña siempre se centraba en el mismo discurso. Durante 36 años se fomentó el miedo entre los andaluces a que llegara la derecha para cargarse las ayudas y las subvenciones que durante años se habían impuesto como ley a cambio de perpetuarse en el poder. Cuanto más cerca parecía un gobierno del PP, más se oía la cantinela. Y así hasta diciembre de 2018.

Juanma Moreno llegó de tapado, como el candidato que nadie quería y que no había tiempo para cambiar, y fue quien consiguió lo imposible: sacar al PSOE del Palacio de San Telmo. Y ahora, tres años y medio después, ese discurso del miedo que fomentaba la izquierda se cae por el peso de la evidencia. No solo no se han quitado ayudas ni subvenciones, sino que la comunidad ha mejorado. Se crean más empresas que en tiempos socialistas y hay menos parados –aunque no muchos menos–. Tampoco hay escándalos de corrupción y Andalucía ha pasado de ser vagón de cola para acercarse a la locomotora.

Por algo la mitad de los ciudadanos cree que Andalucía ha mejorado con Juanma Moreno. Los andaluces serán de izquierdas, pero no tontos. Y si hasta en Andalucía se ha invertido el sentido del voto, qué no ocurrirá cuando a Sánchez no le quede más remedio que convocar elecciones generales.