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GaleanaEdurne Uriarte

El presidente que llegó con la mentira

Cuando llegas al poder manipulando una sentencia judicial, que ceses a la directora del CNI con otro montaje es lo esperable y lo lógico

Actualizada 02:04

Parece que esta semana Pedro Sánchez ha desbordado el vaso de sus mentiras con el nuevo y sangrante embuste sobre la destitución de la directora del CNI. Y no es que los ciudadanos se hayan caído ahora del guindo y descubierto repentinamente su gusto por las mentiras, como ha pasado con Margarita Robles, la fiel sanchista que había conseguido engañar a casi todo el mundo. El problema de fondo democrático es que la mayoría ya sabía del grave problema con la verdad de Pedro Sánchez, como han mostrado varias encuestas. Y lo sabía desde el mismo momento en que llegó al poder con una moción de censura basada en la mentira, lo que fue admitido por los suyos como una trampa admisible para alcanzar el poder, y tolerado por tantos otros, fuera por impotencia o por conveniencia.

Esta semana, Sánchez ha puesto en riesgo las propias instituciones del Estado con la entrega de la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, a los independentistas, pero, además, lo ha acompañado con la seña de identidad de su modo de hacer política, la mentira. Tanto él como sus ejecutores, Félix Bolaños y Margarita Robles, se han negado reiteradamente a explicar por qué han cesado a Paz Esteban, a pesar de la legalidad de las escuchas a los líderes catalanes, y han prefabricado la coartada para la destitución revelando el espionaje al móvil del presidente y varios ministros ocurrido hace un año.

Como Sánchez se mueve con naturalidad y comodidad en el fango de la mentira, hasta se ha permitido llamar «mangantes» a la oposición con una nueva exhibición de la mentira de la moción de censura con la que llegó al poder. También entonces, sus ejecutores, Félix Bolaños y Margarita Robles, tuvieron un importante papel en la manipulación de la sentencia judicial sobre la que montaron la moción de censura. Ambos, que se pasan el día proclamando que son «juristas», no tuvieron escrúpulo jurídico y ético alguno en usar la manipulación del juez De Prada en la sentencia de la Gürtel con aquella frase sobre la supuesta trama organizada de corrupción del PP que luego fue tumbada y duramente censurada por el Tribunal Supremo. Por supuesto, no solo no han rectificado o pedido perdón, sino todo lo contrario: aún repiten el embuste y, además, están empeñados en premiar al juez De Prada con el CGPJ.

Aquella mentira funcionó porque la izquierda se había dedicado los años anteriores a construir otra sobre la supuesta corrupción masiva del PP y la honradez comparativa de los demás partidos políticos. Pero también funcionó porque en la política como en el fútbol los más fanáticos creen que lo importante es ganar, aunque sea con trampas mediante. A lo que se añade el gusto por la picaresca de nuestra cultura política y que explica la impunidad con la que Pedro Sánchez también salió del plagio de su tesis doctoral, otro engaño gravísimo que debería ser inhabilitante para la política y para cualquier puesto de responsabilidad en un sistema democrático.

Cuando llegas al poder manipulando una sentencia judicial, que ceses a la directora del CNI con otro montaje es lo esperable y lo lógico. La novedad ahora es que hasta los más fanáticos comienzan a sentirse incómodos con las trampas. No parece que sirvan esta vez para ganar, pero sí para poner en evidencia al mentiroso y a sus mentiras, y a quienes lo sostuvieron.

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