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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Oasis de Las Ventas

El Rey, en el Palco Real de Las Ventas, certifica la unión de la Corona con el pueblo llano y perseguido por su lealtad a la más universal de nuestras joyas culturales

Actualizada 01:37

El Rey presidió, como es tradicional, la Corrida de la Beneficiencia. Su padre, Don Juan Carlos I, lo hizo en treinta y nueve ocasiones. Su aparición en el Palco Real fue respondida por una ovación unánime. El Rey no es el más aficionado a los toros, pero ser Rey es estar y encontrar su sitio, a las duras y las maduras. Los tres toreros, Morante de la Puebla, Julián López 'El Juli' y Ginés Marín le brindaron la muerte de sus primeros toros. El Rey los recibió con sus cuadrillas al término de la corrida. Y se reunió con los miembros de la banda de música y con todos los empleados y acomodadores de Las Ventas. Formidable novedad. Estuvo acompañado en el Palco Real por la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el presidente de la Asociación de Ganaderos de Toros de Lidia, Antonio Bañuelos, y el confuso consejero de la comunidad madrileña, Enrique López, colaborador fijo del grupo Atresmedia, que días antes, en La Sexta, vomitó el primer capítulo contra la Corona. Atresmedia está en la izquierda republicana. Guardo en mi memoria y mi archivo los pormenores de la concesión del titulo nobiliario al fundador de Planeta, José Manuel Lara Hernández, marqués del Pedroso de Lara. Título, en mi opinión, merecidísimo, pero cuya concesión estuvo salpicada de coacciones e irregularidades. Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa del Rey en aquellos tiempos, mantuvo guardado en el cajón de su mesa del despacho durante meses el expediente. Ahora van contra la Monarquía, porque en La Sexta no se hace nada si no lo autorizan Crehueras, Casals y el republicano Silvio. Extraña manera de agradecer un honor.

No escribo la crónica de la corrida porque para tal menester están los grandes críticos, como Vicente Zabala y Andrés Amorós. Pero sí la síntesis. Morante de la Puebla toreó como los dioses, a cámara lenta. 'El Juli' asombró una vez por su maestría, y Ginés Marín tuvo una gran actuación. Los toros de Alcurrucén, de preciosa estampa y todos complicados.

Sin venir a cuento, o quizá, viniendo a cuento más de lo que creen algunos, en el quinto toro toda la plaza se puso en pie para ovacionar al Rey. No se trató de una cortesía programada. La plaza de las Ventas, con público de todas las sensibilidades e ideologías, ovacionó al Rey cuando no estaba previsto. Una ovación unánime y prolongada. El propio Rey, se sintió turbado, y más aún cuando Isabel Ayuso le comentó: «Esto es para Su Majestad». Lo que hizo el público de Las Ventas, libre y soberano, es aplaudir a su Rey en una tarde de toros, por estar ahí, por manifestar con su presencia su apoyo a la Fiesta, que tiene muchos y enconados adversarios, a los que hay que respetar, pero aún más aficionados y partidarios, a los que hay que respetar también. El Rey, en el Palco Real de Las Ventas, certifica la unión de la Corona con el pueblo llano y perseguido por su lealtad a la más universal de nuestras joyas culturales. Y como el público es libre y soberano, además de imprevisto, le agradeció con esa ovación no programada su asistencia a Las Ventas. Gratitud del público, de los toreros y sus cuadrillas, de los sufridos ganaderos que han soportado dos años en blanco sin perder la esperanza, de todos los que, cada tarde, areneros, monosabios y mulilleros hacen el paseíllo mientras suena el pasodoble de turno, que a ver si un día el director de la banda se acuerda de Nerva, el más emocionante de los pasodobles, en los últimos años olvidado en el cajón de las partituras.

Así se resume la tarde de la corrida de la Beneficiencia. En el brindis de Morante, tan breve como contundente. ¡Viva España y Viva el Rey!

Eso. Eso que se oye como se tiene que oír. Con emoción.

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