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HorizonteRamón Pérez-Maura

Más humildad y menos prepotencia, Sánchez

El control al Gobierno en el Senado es una vez al mes. Se admiten apuestas. Quince a nada a que después de lo visto en esta primera confrontación, al presidente le van a surgir compromisos que le impiden comparecer en bastantes de las citas. Arrieritos somos

Actualizada 01:30

Por primera vez –probablemente en toda nuestra democracia– el Senado de la nación vivió ayer una sesión de enorme repercusión. Sánchez tenía que defenderse desde la Cámara Alta de las críticas del jefe de la oposición. Y no tuvo una buena tarde. A estas alturas, con su caída en todas las encuestas y los datos económicos incontestablemente malos salvo en la recaudación de Hacienda –que son buenos para él, pero malos para quienes pagan y no tienen para llegar a fin de mes– lo menos que podría hacer el presidente del Gobierno es demostrar un poco más de humildad en la mirada, borrar la prepotencia de su gesto y simular que escucha a su interlocutor, que tiene bastante más experiencia de Gobierno que él y con muchísimo más éxito. Pero Sánchez hace tiempo que llegó a la conclusión de que no hay otro que esté a su altura. Todo lo más, tal vez dejaría a Núñez Feijóo que le lustre los zapatos.

Cuando Feijóo reivindica el plan económico que le presentó en Moncloa –y al que Sánchez ha despreciado sin matices, como si algo de lo que él ha propuesto económicamente hubiese tenido alguna repercusión positiva para nuestra economía– Sánchez cambia de tema y dice que este es un Gobierno que cumple la Constitución. Como si alguien le hubiera preguntado por ello y tuviese algo que ver con lo que se estaba debatiendo. Pero Sánchez sabe muy bien no contestar nunca a lo que se le pregunta porque no tiene respuesta. Siempre saca algún mantra que hoy es irrelevante. Y menos mal que no se ha atrevido a volver a sacar la corrupción del PP, porque en plena campaña andaluza, con el PSOE despeñado y José Antonio Griñán, expresidente del PSOE y de la Junta de Andalucía a punto de ver confirmada su sentencia de cárcel por corrupción, quizá era un día en el que no tocaba hablar de eso, como diría ese estadista catalán impune conocido como Jordi Pujol.

Creo que Núñez Feijóo demostró ayer las virtudes de hacer oposición desde el tono mesurado. Recordó a Sánchez que no tiene socios de Estado cuando éste dijo que el PP no es un partido que esté aplicando políticas de Estado. Hizo bien en sugerir al presidente que se diera una vuelta por la calle, por la misma Gran Vía de Madrid, a ver qué escuchaba. Y tuvo que soportar que mientras que él planteaba a Sánchez la gravedad del momento económico que vivimos y la recaudación que está dejando a los españoles sin recursos, el presidente le respondiera hablándole de la conveniencia de retirar el término «disminuidos» en la Constitución o de la «transición ecológica» que debe de ser lo que más preocupa en este momento a los que no llegan a fin de mes.

Núñez Feijóo tuvo ayer una intervención moderada en la que criticó duramente a Sánchez, pero sin insultos y sin agresividad. Estamos viviendo un cambio relevante que se resumió en dos de las frases de Feijóo a Sánchez: «Las familias españolas están bastante cansadas de su triunfalismo» y «olvídese del efecto Feijóo y céntrese en el efecto de la inflación». Entramos en una nueva fase de esta legislatura. El control al Gobierno en el Senado es una vez al mes. Se admiten apuestas. Quince a nada a que después de lo visto en esta primera confrontación, al presidente le van a surgir compromisos que le impiden comparecer en bastantes de las citas. Arrieritos somos...

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