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GaleanaEdurne Uriarte

El peor error de Pedro Sánchez

Pactar con Bildu la Ley de Memoria Democrática afecta a principios democráticos fundamentales, profundiza en una estrategia de pactos con la extrema izquierda, y, para rematar, se produce cuando se cumple el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco

Actualizada 02:04

La trayectoria de Pedro Sánchez desde su triunfo en las elecciones de abril de 2019 es una sucesión de errores, comenzando por aquella repetición electoral de noviembre que le debilitó y fortaleció a la oposición. Pero el peor error de todos es el que ha cometido esta semana, pactando con Bildu la Ley de Memoria Democrática. Afecta a principios democráticos fundamentales, intensifica el malestar interno en su partido, profundiza una estrategia equivocada de pactos con la extrema izquierda, y, para rematar, se produce en el peor momento posible para el autor del error, justamente cuando se cumple el 25 aniversario del asesinato más simbólico de ETA, el de Miguel Ángel Blanco.

Ya fue muy grave hace un año su decisión de indultar a los golpistas catalanes, cuestionando al propio Tribunal Supremo y el principio democrático del respeto al Estado de Derecho de toda acción política. Pero hay una línea aún superior que Sánchez ha traspasado esta semana, la del uso de la violencia terrorista, que es lo que Bildu no ha rechazado aún. Y es con ese partido que sigue apoyando la trayectoria terrorista de ETA con quien Sánchez ha pactado nada más y nada menos que la Ley de Memoria Democrática, que no es lo mismo que pactar la urbanización de una calle. Y que sí es comparable a que los socialistas alemanes pactaran una Ley de Memoria Democrática con quienes no condenan el nazismo, algo que es, obviamente, inimaginable. Pero eso, lo inimaginable, ha ocurrido en España de la mano de Sánchez.

No lo imaginaban ni en su propio partido. Los socialistas, lo mismo que muchos de nosotros, no pensaban que Pedro Sánchez pudiera traspasar una línea roja de este calado. Una cosa es pactar con Bildu la reforma laboral, o las medidas económicas contra la crisis, y otra es cederles el relato sobre el asesinato de los compañeros socialistas a quienes siguen justificando esos asesinatos. Lo que mueve los cimientos del propio Partido Socialista, y le aleja, además, de ese centro-izquierda que siempre ha liderado.

Cree Pedro Sánchez que su única vía para retener el poder es la alianza con la extrema izquierda y todas las versiones del nacionalismo, lo que sostiene con un relato sobre la amenaza de la «ultraderecha» que ya no entienden los españoles, como acabamos de ver en Andalucía. En esa estrategia, ha supuesto Sánchez que los españoles no han olvidado el franquismo, pero sí a ETA, o que rechazan con contundencia el golpe militar de 1981, pero toleran el golpe independentista de 2017. Todo lo que deja al votante español de centro-izquierda como a los socialistas franceses con Mélenchon, preguntándose cómo hemos llegado a esto.

Pero, además, Sánchez ha cometido el error en el peor momento posible, en una muestra del nerviosismo con el que toman las decisiones en Moncloa. Como la monumental chapuza de Bolaños poniendo patas arriba el CNI para contrarrestar lo del Pegasus. Ahora, y para contrarrestar el efecto de la derrota en Andalucía, Sánchez ha puesto patas arriba la propia Transición y la historia de lucha antiterrorista del Partido Socialista. Y para que no queden dudas y el error tenga abundante testimonio gráfico, Pedro Sánchez se fotografiará mañana en Ermua, junto a la imagen de Miguel Ángel Blanco, con el acuerdo con Bildu asomando de su bolsillo.

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