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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Un buen vasallo para un mal señor

En ese revisionismo humillante, Mertxe ha decidido ocultar también a los muertos ocasionados por el Grapo, una banda marxista-leninista que para imponer su pensamiento comunista mato a 93 personas y dejó 95 heridos

Actualizada 02:05

Ayer 19 diputados socialistas castellano-manchegos, liderados por un ofendidito Emiliano García-Page, tuvieron en su mano dar un paso adelante y demostrar de qué está hecha la decencia, votando en contra de la Ley de Memoria Democrática. Fuera de la nómina pública hace mucho frío, aunque estemos a 40 grados. El césar podría bajar el pulgar y todos ellos volverían a sus anodinas vidas, empezando por el propio don Emiliano, cuya demagogia hueca y tragaderas son legendarias. Cuando creíamos que Pedro Sánchez no podía caer en mayor ignominia cayó, y mandó callar en su partido ante un vademécum de páginas humillantes para nuestra nación, supervisadas por los legatarios de los asesinos. En 48 infames folios, los socios proetarras del Gobierno no han permitido citar ni una sola vez al terrorismo etarra. Es decir, se ha construido nuestra memoria colectiva sin mencionar a la que fue la más grande amenaza que tuvo la democracia, hasta que llegó Sánchez. Ni mu de ETA, del terrorismo, de los asesinatos, que no solo dejaron un reguero de víctimas, huérfanos y exiliados, sino que desestabilizaron el recién estrenado sistema de libertades y ayudaron a debilitar políticamente al presidente de la transición, Adolfo Suárez. La caída de UCD no se entiende, como Javier Cercas recrea magistralmente en su Anatomía de un instante, sin el desgaste moral y político que le supuso al primer presidente democrático enterrar, por exigencia de su cargo, a 98 personas en 1980, víctimas de una banda que mendazmente se vendía como un instrumento contra Franco y que cometió el 90 por ciento de sus atrocidades, después de su muerte.

Mertxe Aizpurúa, la que nos volvió a mentir esta semana desde la tribuna del Congreso lamentando las víctimas de ETA –la misma que desde los libelos etarras señalaba con nombres y apellidos a los que no tragaban con los asesinos– pues esta periodista colegui de terroristas ha sido la encargada por Sánchez de reescribir nuestra historia y de borrar con su macabro típex las tumbas de casi mil españoles, arrojados a la fosa común del olvido, de la que el presidente quiere sacar a las que llama víctimas del franquismo para meter de tapadillo a las de ETA.

En ese revisionismo humillante, Mertxe ha decidido ocultar también a los muertos ocasionados por el Grapo, una banda marxista-leninista que para imponer su pensamiento comunista mato a 93 personas y dejó 95 heridos. Hasta veinte veces aparece en el vomitivo texto la palabra violencia, pero siempre ligada a la acción de la ultraderecha y nunca a la macabra trayectoria de ETA. Sin embargo, la vergonzosa ley prevé constituir una comisión técnica encargada de identificar «los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y el 31 de diciembre de 1983», para así poner el foco en el GAL y en Felipe González. Page, Fernández Vara, Puig y tantos otros, que callaron ayer con sus votos, callen para siempre.

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