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Post-itJorge Sanz Casillas

Imagínate ser Pedro Sánchez

Hay que reivindicar a ese otro tipo de personas que hacen de la rectitud y la palabra su forma de estar en la vida

Actualizada 01:25

En septiembre de 2009, cuando le empezaron a relacionar con chicas demasiado jóvenes incluso para él, Silvio Berlusconi concedió (se autoconcedió) una entrevista para defenderse en Canal 5, televisión de su propiedad. De aquella conversación, la frase que sobrevivió a la criba de los titulares y el paso del tiempo fue la siguiente: «Tengo un 70 % de popularidad, la mayoría de los italianos quiere ser como yo».

No se conocen en Pedro Sánchez pulsiones de ese tipo ni causas en los juzgados, pero estoy convencido de que hay españoles que no tendrían reparos en ser como Mi Persona.

Imagínate por un momento ser Pedro Sánchez. Haber estudiado Empresariales en la Complutense, superar un Máster en Economía y ser concejal del Ayuntamiento de Madrid al poco de cumplir los 30. Desconozco cuánto cobraban los ediles madrileños allá por 2003 –ahora mismo un concejal raso sin responsabilidades de gestión percibe 67.291,80 euros brutos al año– pero estoy seguro de que superaba ampliamente los 2.000 euros brutos al mes que ganan de media los españoles del sector privado.

Después la cosa se va animando. Medras en tu partido, entras en el Congreso tras la renuncia de Pedro Solbes (cómo se la coló a España en aquel debate con Manuel Pizarro) y tres años después te hacen la tesis doctoral. Ese es su primer atajo conocido. Después ganas las primarias del PSOE, pierdes las generales, llevas a España a una repetición electoral y los tuyos te bajan del caballo. Entre medias, segundo atajo, intentas un pucherazo en la sede de tu partido. Colocas una urna detrás de una mampara y tus adeptos proponen una votación con muchas menos garantías que una junta de vecinos.

Todo lo demás está reciente: vuelves a ganar las primarias, publicas a tu nombre un libro contando la peripecia (aunque te lo escriben otros) y consigues presidir España. Tomas posesión en junio, y en julio pones a tu amigo Juanma Serrano al frente de Correos, un trabajo por el que percibe 200.000 euros brutos al año. A ese nombramiento le siguen otros ascensos entre amigos y conocidos, como si España fuera una pyme de tus afinidades.

Estoy convencido de que muchos españoles querrían ser como Sánchez. Y no les culpo. Sin embargo, hay que reivindicar a ese otro tipo de personas que hacen de la rectitud y la palabra su forma de estar en la vida. Sé de gente en política y en la empresa privada que nunca harían un ‘favor’ a una persona de su confianza –incluso siendo legal y perfectamente legítimo– simplemente porque se lo impiden sus frenos morales. Personas que ante un «pero si somos amigos» responden que «precisamente por eso». Gente que entiende que en la vida no vale solo con ser honrado, sino que también hay que parecerlo.

Es a esos a los que yo daría mi voto.

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