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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Fealdad

O he perdido la cabeza o la tengo excesivamente bien florecida. ¿Qué tendrá que ver la fealdad física o anímica con Mónica Oltra?

Actualizada 01:36

La fealdad anímica es mucho más desagradable que la física. En muchas ocasiones, la segunda es consecuencia de la primera. La fealdad anímica, como la envidia, desemboca en odio, y el odio se refleja en la mirada y el rostro de sus portadores. En los siglos XIX y XX, decirle fea a una mujer o feo a un hombre podía calificarse de grosería, pero jamás de delito. Ahora hay que atar a la mosca por el rabo antes de atreverse a pronunciar semejante felonía. Escribió Gonzalo Jiménez del Álamo, poeta malhumorado y coetáneo de Manuel del Palacio, el más grande de nuestros satíricos, salvando la distancia establecida por el jodido estevado, don Francisco de Quevedo.

A pesar de su enorme patrimonio
En dineros y fincas, es tan fea,
Que no hay varón que pida en matrimonio
A la duquesa de Danchirenea.

El propio don Manuel del Palacio escribió una décima con una mujer fea y una metedura de pata de protagonistas principales.

Diálogo al vuelo cogido
En el baile de Menchaca:
–Oriénteme usted, querido;
¿Quién es esa horrible vaca
Que al pasar, le ha sonreído?
–Se lo diré, caballero;
Es doña Julia Terrón,
Hija del duque de Ampuero,
Y madre de este ternero
Que está a su disposición.

Y ya es sobradamente conocido, y lo he repetido en diferentes ocasiones, el diálogo entre Churchill y Lady Astor, interesante mujer de millonaria y conservadora familia inglesa que se hizo de izquierdas por la amargura de su fealdad. Churchill que entra bamboleante en el Parlamento y habla un tanto estropajoso.

–Señor Churchill, usted es un borracho.
–Y usted muy fea, Lady Astor. Mi problema se soluciona con buena siesta, pero el suyo no tiene remedio.
–Si yo fuera su mujer, mañana le pondría cianuro en el café.
–Y si yo fuera su marido, me lo bebería.

Los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo y Valeriano, principian sus pareados contra Isabel II de esta manera.

Fea y gorda, con perdón,
Es Isabel de Borbón.

Los pareados de los Bécquer no perdonan a la Reina Isabel ni recién nacida.

Gordita como un cebón
Nació Isabel de Borbón.

El rondeño Antonio del Río López se hizo llamar, y lo consiguió, don Antonio de los Ríos Rosas. Presidente de las Cortes, amigo de Castelar, y en un período crítico, ministro de Gobernación. Fue ministro tres días. Y palacio lo encuadra en octosílabos asonantes.

Como río, se desborda;
Como rosa, huele mal,
Es feo de nacimiento
Nació en Ronda, y nada más.

Lo cierto es que me he dejado llevar por los duendes en este texto. Mi intención, al iniciarlo, no era otra que comentar la confusa declaración ante el juez de Mónica Oltra. Ignoro qué tiene que ver Mónica Oltra con Ríos Rosas, Manuel del Palacio, Isabel II, los hermanos Bécquer, Castelar, Churchill, Lady Astor y la duquesa de Danchirenea, que a pesar de su fortuna no tuvo ni un pretendiente, lo que da espacio suficiente para dibujar en la fantasía su fealdad.

O he perdido la cabeza o la tengo excesivamente bien florecida. ¿Qué tendrá que ver la fealdad física o anímica con Mónica Oltra? Me quedo con la curiosidad.

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