Nobleza exige
Los restos de José Antonio Primo de Rivera no van a ser exhumados del Valle de Los Caídos por orden o acción gubernativa. Serán ellos, los Primo de Rivera, los que procederán a exhumarlos y llevarlos a descansar, y es de esperar que con carácter definitivo, al suelo santo que ellos elijan
Hoy, 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, patrona de la Hispanidad y de nuestra ejemplar, agredida y extraordinaria Guardia Civil, bueno y justo es recordar a una familia de Señores –con mayúscula–, de España. Mi querido y nunca olvidado Miguel Primo de Rivera y Urquijo, Duque de Primo de Rivera, que tanto ayudó al Rey en la Reforma Política, inicia su libro No a las dos Españas (Plaza y Janés 2002) con unas palabras de su tío José Antonio Primo de Rivera, que fue un señor como sus hermanos Miguel, Fernando, Carmen y Pilar, hijos del General don Miguel, Marqués de Estella. Y señores los componentes y descendientes de la otra rama, los hijos y nietos del héroe don Fernando Primo de Rivera, mando supremo del glorioso Regimiento de Caballería «Alcántara 10». Todos ellos, los hijos y nietos de don Miguel y don Fernando, por llevar los apellidos Urquijo y Ussía, son mis primos, y siempre me he sentido orgulloso de ese parentesco. Y vuelvo al prólogo del libro del Duque de Primo de Rivera, escrito al alimón con su tío José Antonio, asesinado en la prisión de Alicante después de desarrollar, como abogado, una brillantísima autodefensa ante el tribunal formado por una horda de maleantes y analfabetos que le condenó a muerte. «Ójalá fuera la mía, la última sangre española que se vierta en discordias civiles».
En el prologo, Grandeza y Servidumbre de un Apellido, Miguel recuerda un texto de su tío José Antonio: «El 'señorito' es la degeneración del 'Señor', del hidalgo que escribió, y hasta hace bien poco, las mejores páginas de nuestra Historia. El Señor era tal Señor porque era capaz de renunciar, esto es, dimitir privilegios, comodidades y placeres en homenaje a una alta idea del servicio. Nobleza Obliga, pensaban los hidalgos, los Señores. Es decir, Nobleza Exige». Y finaliza Miguel: «Creo que los Primo de Rivera, lo digo sin presunción alguna, hemos hecho honor, desde hace centenares de años a este 'Nobleza Exige'. En mi caso particular, mis títulos, una herencia muy honrosa para mí, no son más que el campanillazo diario para que no se me olvide de que debo intentar seguir el talante y la honestidad de mis antepasados. Nunca un derecho o un privilegio. No es a mí a quién se los concedieron».
Los hijos de Miguel Primo de Rivera y Urquijo, Fernando, Pelayo, Miguel, Rocío, Bosco, María, Cosme, Damián e Inés Primo de Rivera Oriol, y los hijos de otro Miguel, nietos de Fernando el héroe del Alcántara, Fernando, María Antonia, y José Antonio Primo de Rivera y Urquijo, también en nombre de Menchu, ya en otras dimensiones, se han plantado con señorío ante el nefasto Gobierno de España y su perversa Ley de la Memoria Democrática, síntesis de la desmemoria y el resentimiento, y han anunciado a estos tuercebotas de la indignidad y la chusma que los restos de José Antonio Primo de Rivera no van a ser exhumados del Valle de Los Caídos por orden o acción gubernativa. Que serán ellos, los Primo de Rivera, los que procederán a exhumarlos y llevarlos a descansar, y es de esperar que con carácter definitivo, al suelo santo que ellos elijan, y hacerlo en la intimidad, sin aceptar la presencia de los comisarios políticos del comunismo en el poder. José Antonio fue condenado a muerte por un tribunal y un jurado compuesto por una horda de maleantes, y sus familiares no aceptan porque, Nobleza Exige, que no sean los maleantes descendientes de aquellos forajidos y asesinos los que muevan sus huesos .
Serán ellos, los suyos, los que lo hagan, privando a los ejecutores del rencor, del placer de su protagonismo.
Nobleza Exige.