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¿Cuándo comenzó la democracia en España?

Cuando se instauró la democracia, ya fuese en diciembre del 76 o en junio del 77, el actual ocupante de la Moncloa apenas tenía cinco años. Así que a dar gracias y a no falsificar la Historia

Actualizada 01:30

En noviembre de 1976 se debatió en la Carrera de San Jerónimo, en las entonces últimas Cortes franquistas, la propuesta del Gobierno de Adolfo Suárez para iniciar una reforma política que nos llevase a la democracia. La defensa de esa reforma corrió a cargo de Fernando Suárez, un político con una de las cabezas mejor amuebladas de entonces y, por supuesto, de ahora. Se opuso a ella, con una notable vehemencia, José María Fernández de la Vega, tío carnal de María Teresa –con los mismos apellidos–, significada socialista del momento actual. Ya ven cómo van y vienen algunas familias. Cuando quieran hacemos la enumeración de los padres franquistas de socialistas conspicuos. Pero nos llevará mucho tiempo. Aunque habrá que hacerlo, en aplicación de ese bodrio de Ley de Memoria Democrática que esperamos que el Constitucional corrija de principio a fin.

De aquella reforma de 1976 salió un referéndum, que aprobó mayoritariamente el pueblo español y como consecuencia de ello, el 15 de junio de 1977 los españoles votamos libremente. Desde el 3 de julio de 1976, en que el Rey Juan Carlos designó a Adolfo Suárez presidente del Gobierno, en España, en poco más de doscientos días, se hizo una reforma política votada por el pueblo, se decretó libertad de expresión, de manifestación, se legalizaron los partidos políticos y los sindicatos –Partido Comunista, incluido–, salieron los presos políticos a la calle, retornaron los exiliados y se produjo una amnistía, que representaba la reconciliación nacional. Suárez impuso su criterio del sistema proporcional para que minorías como los nacionalistas estuvieran también en el Congreso de los Diputados.

Más tarde se redactó una Constitución, en la que participaron ponentes de todas sensibilidades –comunistas y nacionalistas incluidos–. Se convocaron elecciones, volvió a ganar Suárez, pero nuestra vida política, como toda obra de hombres, padeció sus tensiones y se produjo un relevo en la Presidencia del Gobierno. El nuevo primer ministro, Leopoldo Calvo Sotelo, metió a España en la OTAN, juzgó a los militares del 23-F y consolidó el ya asentado régimen de libertades.

Adolfo Suárez fue fundamental para esa transición ejemplar. El ensayista norteamericano Archie Brown en su libro El mito del líder fuerte coloca a Suárez como uno de los dirigentes políticos mundiales más notables de todo el siglo XX. Y en esa centuria hubo unos cuantos. Por su parte, Bill Gates afirmó: «La mayoría de los aficionados a la Historia probablemente no estén familiarizados con la figura de Adolfo Suárez. Pero leer el fascinante libro de Archie Brown, El mito del líder fuerte, demuestra que líderes como Suárez, primer ministro de España entre 1976 y 1981, tienen un estilo de liderazgo y una habilidad tan excepcionalmente eficaces como, por desgracia, infrecuentes».

El PSOE de Felipe González llegó al poder en un octubre como este, hace cuarenta años, gracias a que había una democracia consolidada en nuestro país. De no existir ese régimen, nunca hubiesen gobernado. Se debe fundamentalmente a Adolfo Suárez, pero sobre todo a los ciudadanos españoles, conocedores de un pasado trágico y dispuestos a no reeditar aquel drama de sus padres y abuelos. Gracias a ello, hoy tipos como Sánchez o Iglesias pueden jugar a la política libre. Cuando se instauró la democracia, ya fuese en diciembre del 76 o en junio del 77, el actual ocupante de la Moncloa apenas tenía cinco años. Así que a dar gracias y a no falsificar la Historia.

Nota final: primera corrección al discurso guerracivilista del socialismo actual.

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